Virginia Feito: «La hipocresía es una cuestión de supervivencia»

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Virginia Feito: «La hipocresía es una cuestión de supervivencia»

Dice: «antes mi lema era ‘si no tiene incesto, abuso o violación, no lo leo’»; dice: «veo a todas las mujeres resignadas a la sangre y no me identifico en absoluto»; dice: «escribir es un trabajo tan bonito y tan fácil que debería ser ilegal». Conversar con Virginia Feito (Madrid, 1988) es asistir a una producción incesante de titulares y reflexiones inteligentes, superficies de mares muy profundos que apetece explorar. Quizás tenga algo que ver en la rapidez de sus respuestas, siempre ingeniosas, sin miedo a la polémica , su pasado de publicista, profesión a la que renunció para dedicarse por completo a la escritura, con la que no le ha ido nada mal. Su ópera prima, ‘La señora March’ (Lumen, 2022), triunfó a uno y otro lado del océano y llamó la atención de Ellisabeth Moss, que protagonizará la adaptación cinematográfica ; y su nueva novela, ‘ Victorian Psycho’ , ambientada en los tiempos de Dickens y De Quincey, se llevará también a la gran pantalla gracias a una de las productoras más importantes de Estados Unidos, A24.Este es el contexto de éxito que acoge nuestro encuentro en un famoso hotel del Barrio de las Letras, una mañana de invierno idónea para charlar con esta madrileña que escribe en inglés sobre las impactantes andanzas de su protagonista, la institutriz psicópata Winifred Notty , que llega a la mansión de la familia Pounds para sembrar el pánico y subvertir los roles clásicos de la ficción criminal, cada vez más llena de aguerridas detectives, pero falta de asesinas sin miedo a la sangría chapucera y carentes de bondad.—Empecemos por la pregunta que se formularán muchos lectores sorprendidos cuando terminen el libro: ¿Qué ha sido esto?—Es un grito de rabia. Y de disfrute también.—Rabia y diversión juntas.—Sí, una me llevó a la otra. Me hacía gracia la rabia que tenía mientras lo escribía. Empecé a escribir ‘Victorian Psycho’ durante el confinamiento . Estaba contenta por haber vendido ‘La señora March’ a una editorial estadounidense y rabiosa porque no podía viajar para promocionar la novela. Me costaba aceptarlo. Me sentía frustrada .Explícita «Uno de mis miedos era quedarme corta. El otro, que el morbo pareciera gratuito y, en su exceso, pornográfico»—Podríamos decir que Winifred Notty es el resultado de no poder hacer lo que quería en su vida real.—En parte sí, pero, más allá de mi propia frustración, me enfurecí también con lo que descubrí al profundizar en la época victoriana, cargada de abusos y de machismo hasta un punto tan ridículo que me hacía reír; un tiempo tan extremo que parecía una parodia de sí mismo.—Es interesante ese humor, tan presente en un relato, por otro lado, plagado de crímenes horribles, que en la novela se convierten en un juego del que hace partícipe al lector, haciéndole saber desde el principio que se dirige hacia el horror. —Eso es y, aun así, ahí se queda –ríe–. Su única forma de escapar es cerrar el libro.—Yo creo que no lo cerrará, porque por encima de todo es sorprendente. Si ‘La señora March’ puede compararse a una olla a presión a punto de explotar, ‘Victorian Psycho’ es la explosión bruta, delante de nuestros ojos, sin ningún filtro. —Estoy de acuerdo. No puedes titular tu novela ‘Victorian Psycho’, narrar la historia desde el punto de vista de una psicópata y omitir ciertas cosas.—Si le preocupa haberse quedado corta, olvídelo. Puede estar tranquila.—Ese era uno de mis miedos. El otro, que el morbo pareciera gratuito y, en su exceso, pornográfico. Eso lo abarataría. —Pero de gratuito, nada…—Enseñar la sangre y las vísceras era importante por muchas razones: la primera de ellas, restar romanticismo a la figura del psicópata, tan edulcorada últimamente en la literatura y el medio audiovisual. Está bien acercarnos a ese tipo de perfil, procurar comprenderlo, pero a veces se nos olvida que se trata de asesino s. Tiene que ser grotesco, absolutamente insoportable, estar en su cabeza, y quería describir eso. Además, me interesaba que mi psicópata fuera una mujer. Las asesinas en serie no suelen ser muy violentas, frente a la sangre prefieren el veneno, pero a mí me apetecía proponer una psicópata sangrienta , ya que parece que no tenemos representación en ese ámbito.—De hecho, Winifred reflexiona acerca de la idea masculina de que lo cruento puede ofender a las mujeres y se ríe de ella porque, para empezar, nosotras convivimos con la menstruación y sus efectos.—Exacto, algo por lo que yo sigo traumatizada . Veo a todas las mujeres empoderadas, adultas y maduras, resignadas a la sangre y no me identifico en absoluto. Soy muy aprensiva en general. Tengo TOC , todo me da miedo, la suciedad me repugna. —¿Entonces ‘Victorian Psycho’ ha sido una terapia de choque?—Y un intento de dar con la razón de todas las aprensiones que yo siento y los demás no… aunque también tiene algo de manipulación, para que el lector se ponga de mi lado y acepte que todo da mucho asco.—Me decía hace un momento que una de las razones por las que ha escrito la novela era demostrar que no hay nada de idílico en la figura de una psicópata. Sin embargo, esa manipulación suya consigue que nos riamos con Winifred.—Porque tiene un sentido del humor maravilloso. Dicen que los psicópatas son encantadores. Se puede simpatizar con ellos y mucha gente lo hará con Winifred. Además, el hecho de que sea una mujer puede tener algo que ver. Pero lo que no quería era obviar la crueldad. Quería contar sus crímenes con pelos y señales, y manipular al lector para que se sorprenda justificándola. —¿Y por qué el hecho de que sea una mujer nos lo pone más fácil?—Porque estamos ya muy «hartitas» de la violencia contra nosotras, y es posible que este hecho tienda a justificar nuestra propia violencia, la que una mujer ejerce contra los otros después de haber sufrido ella misma abusos a manos del patriarcado.Literatura y sociedad—Leyéndola me pregunto si usted no se toma la literatura demasiado en serio, porque ‘Victorian Psycho’ me parece un salto al abismo después de la sobriedad de ‘La señora March’. —Me la tomo muy en serio. Lo que pasa es que hay veces en que, consciente de que tenemos demasiadas reglas, decido romper alguna.—Uno de los riesgos que corre reside en el lenguaje. Lo utiliza de forma extraña, pero muy certera, lo hace contribuir al clima: las arrugas de un rostro «copulan» entre sí; los gritos de un bebé «empalan» el cerebro. ¿Son elecciones conscientes o espontáneas?—Totalmente conscientes. Además, la traductora, Gemma Rovira, ha hecho un trabajo excepcional.—¿Y qué cree que pensaría Dickens, la referencia más clara de su historia, si la leyera?—No creo que le gustara en absoluto. Aunque adoro su obra, la mía va en contra de todo por lo que él luchó en su literatura: la esperanza, por ejemplo; y ese romanticismo capaz de hacer hasta la violencia acogedora. Así que estaría decepcionado, pero yo también estoy un poco decepcionada con él. En mi investigación he descubierto que intentó ingresar a su mujer en un psiquiátrico porque quería divorciarse de ella.—Esto nos lleva a la cultura de la cancelación . ¿Es peor escritor por eso? —Bajo ningún concepto. Me parece uno de los mejores escritores que han existido en esta vida.—Aunque fuera malvado con su mujer.—A pesar de ello. Además, por otro lado, hizo algunas cosas maravillosas para mejorar las condiciones laborales de los niños trabajadores en Inglaterra. —La cuestión de los niños aparece en la novela y Winifred ironiza sobre ella: «¿Por qué preocuparse por las personas cuando son pequeñas si cuando crecen no le importan a nadie»?—Esto también ocurre hoy en día. Somos seres contradictorios. Es imposible ser consecuente el cien por cien del tiempo. Nuestros valores siempre acaban entrando en conflicto unos con otros, y no podríamos vivir si solo tuviéramos uno. Creo que la hipocresía es una cuestión de supervivencia.—Despidámonos hablando del futuro: ¿cómo ve alguien que ha triunfado de forma tan rotunda el futuro del género?—Antes tenía un lema: «si no tiene incesto, abuso o violación, no lo leo», pero ya lo superé. Ahora exploro otros territorios, aunque para mí no hay nada comparable a un libro que te traumatice, es lo más mágico que hay: un libro que te traumatiza con palabras y te persigue el resto de tu vida.

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