El declive del quiosco del Gran Café El Espejo: suciedad, pintadas e indigentes

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El declive del quiosco del Gran Café El Espejo: suciedad, pintadas e indigentes

Mana del Paseo de Recoletos una joya acristalada del tercer cuarto del siglo XX. Un pabellón de estilo art-nouveau tan al gusto de principios del pasado siglo pero inaugurado en 1978 que se convirtió en punto de encuentro de artistas, escritores e intelectuales. Hablamos del Gran Café El Espejo, escenario emblemático que se erigió a lo largo del céntrico bulevar tomando como referencia los quioscos de la Belle Époque. Un tesoro arquitectónico que, desde hace un tiempo, está sufriendo una importante degradación: de lugar de reunión para la Infanta Elena a refugio improvisado para indigentes. Todo comienza en septiembre de 2022, cuando Aitor Enatarriaga y sus socios se hacen con este histórico recinto, dividido en un pabellón y en una terraza, a través de un procedimiento concursal a cambio de liquidar las deudas pasadas y quedarse con los 25 empleados que entonces trabajaban en el local. «Aquel año subastaron el negocio con más de 300.000 euros de deuda de Seguridad Social. Pujaron unas ocho o nueve personas. En ese cuaderno de ventas que encarga el juez a la oficina gestora de ventas pone que tanto la terraza como el pabellón están en proceso de renovación. ¿Cuál fue nuestra sorpresa? Cuando nos acercamos al Ayuntamiento de Madrid y nos comunican que nos tenemos que marchar, después de haber invertido un millón de euros, porque el expediente de la concesión ha caducado», explica Enatarriaga junto a su socio y abogado Jesús Álvarez en conversación con este periódico. Entonces ya existían dos procedimientos judiciales por la caducidad de este expediente que el ayuntamiento perdió ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid: «Volvieron a iniciar otro por vía administrativa, y también lo perdieron. Llevamos cuatro procedimientos de los cuales el consistorio ha perdido tres. Quieren echarnos a toda costa. ¿Por qué? Porque dicen que el café está operando con la licencia caducada. Pero estamos hablando de un espacio que lleva cuarenta años abierto al público. Si no tuviera licencia, ¿cómo lleva este establecimiento abierto todos estos años?».Antes Después Un antes y un después del Gran Café El Espejo, ubicado en el Paseo de Recoletos, 31 TANIA SIEIRAEl pasado 13 de julio Enatarriaga se vio obligado, ante las amenazas del consistorio, a entregar el mítico pabellón de Recoletos. Se convirtió el lugar en oasis para indigentes y toxicómanos. Lo que era una joya arquitectónica de estilo parisino, con sus prolongadas barras de mármol, sus múltiples espejos, sus grandes ventanales y su fina madera, se ha convertido en un descuidado e improvisado refugio, cubierto de lonas, para personas en situación de calle. Botellines de cerveza vacíos, vasos de plástico, restos de comida, mantas, cartones, ropa y basura desparramada por el suelo del quiosco. También, pintadas en las paredes, con frases como «fuera okupas» o «gente a la calle». Se trata de los restos de los cuatro indigentes que vivían, hasta hace mes y medio, en el café. Ante aquella situación, «donde observabas cómo estos sintecho entraban y salían del pabellón a través de un ventanal que ellos mismos rompieron mientras los comensales, a pocos metros, disfrutaban de la terraza», el ayuntamiento instaló una alarma de seguridad y colocó candados en las puertas principales. Hoy, en las mismas, un cartel: «Estamos mejorando las condiciones». Enatarriaga señala que la planta baja, donde se ubicaban los cuartos de baño, está aún peor. Muestra vídeos en los que se observa más suciedad: baldosas rotas, papel higiénico esparcido por el suelo y más pintadas, ropa y cartones. «Es una verdadera pena. No es justo que traten de esta manera uno de los primeros cafés que existieron en la ciudad. Es una negligencia por parte del ayuntamiento, que ha conseguido destrozar un espacio histórico ». Son los dueños actuales quienes tienen a una persona de mantenimiento vigilando para que nadie se cuele. El Gran Café El Espejo, con uno de los candados colocados por el Ayuntamiento de Madrid Tania sieiraFuentes del consistorio indican que, por acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de Madrid, el 30 de junio de 1988 se adjudicó a la entidad Café-Restaurante El Espejo la concesión para la construcción y explotación del mencionado pabellón por un plazo de cinco años prorrogables por periodos iguales hasta un máximo de 30 años, es decir, hasta 2018. «Desde la Junta de Centro, se les ha requerido el cese de la actividad de la terraza en vía pública para la que no tienen permiso y la retirada de los elementos que ocupan el bulevar sin autorización. Este fin de semana, la Policía se ha personado, a requerimiento de los vecinos, porque en la terraza había música sin autorización. El objetivo del ayuntamiento es sacar una futura licitación para una concesión de explotación del pabellón, para lo que es necesario que el espacio esté vacío», apuntan.El emprendedor confirma la visita de la Policía este fin de semana: «Realizaron una medición de ruido a las 4.30 horas. Pero el local cierra a la una de la mañana. Supongo que será una medición de alguna denuncia errónea donde los agentes llegarían tres horas más tarde. No tiene lógica ninguna. Desde que en julio hicimos entrega de las llaves y desalojamos el quiosco, nos mandan todo tipo de inspecciones. Tenemos unas 33, vamos a unas nueve por mes. Es una presión enorme. Lo que está claro es que detrás de esto existen determinados intereses privados. Intentamos negociar como podemos con el ayuntamiento, pero se cierran en banda. Insistimos en poder firmar un contrato y pagar una renta hasta que saquen una licitación. Pero nos lo niegan».En septiembre de 2022 pujaron, en un concurso de acreedores, por un local que, al parecer, operaba sin licencia desde 2018El pasado 23 de octubre, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, aseguró que agilizaría los trámites para licitar «lo antes posible» la concesión de esta construcción para que «nuevamente pueda estar en funcionamiento». Pero Enatarriaga asegura que no existe ningún proceso abierto: «Se lo inventaron, no están haciendo absolutamente nada». Actualmente, los dueños siguen lidiando con las adversidades: «A principios de diciembre intentaron precintarnos la terraza, pero de nuevo el juez nos dio la razón. Sólo queremos pujar de nuevo por el recinto, cuidar este emblemático café».

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