Joe Biden lleva diciendo adiós a EE.UU. desde el pasado 24 de julio. Aquella noche, sentado en el escritorio Resolute del Despacho Oval, el escenario de las grandes ocasiones, dio las razones de por qué tres días antes había decidido abandonar su candidatura a la reelección como presidente de EE.UU.Varios meses después, después de un otoño y un invierno agitados por la campaña electoral y el triunfo histórico de Donald Trump, Biden se colocará este miércoles en el mismo escenario para ofrecer su discurso de despedida oficial. Es una tradición que se remonta a su antecesor más lejano, el primer presidente del país, George Washington . «La sombra de la retirada es para mí tan necesaria como bienvenida», dijo en 1796 el comandante revolucionario y el líder aclamado que, tras ocho años en la presidencia inaugural, muchos querían que se quedara para siempre en el poder. Él se fue se fue satisfecho a su plantación en Virginia, todo un contrapunto con Biden: quería un segundo mandato, le forzaron a renunciar y se va como un presidente impopular y con un legado maltrecho.Biden está tratando de combatir con fiereza esa percepción. «Hace cuatro años, estábamos en un invierno de peligro», aseguró este miércoles en una carta pública previa a su discurso, previsto para las ocho de la noche -dos de la mañana del jueves en España-. «Estábamos todavía bajo el peso de la peor pandemia en un siglo, de la peor crisis económica desde la Gran Depresión y del peor ataque a nuestra democracia desde la Guerra Civil», añadió. Con él bajo al volante, todo eso cambió en los últimos cuatro años: «Nos unimos como estadounidenses y nos enfrentamos a ello con bravura. Hemos salido más fuertes, más prósperos y más seguros».Noticia Relacionada estandar Si «La nación cubana ha sido traicionada»: la oposición, indignada con Biden por suavizar el embargo Camila Acosta | Corresponsal en La HabanaEE.UU. ha salido también de esos cuatro años de presidencia de Biden con un rechazo contundente de los votantes en las urnas: Trump ganó su segunda elección, pese al recuerdo turbulento y violento del final de su primer mandato y pese al asedio judicial que ha sufrido en los dos últimos años; la sucesora de Biden, su vicepresidenta Kamala Harris, fracasó en su intento de retratar al rival republicano como una amenaza a la democracia; y los demócratas perdieron su mayoría en el Senado y no lograron recuperar la de la Cámara de Representantes.«Soy demasiado sensible a mis defectos para no pensar que es probable que haya cometido muchos errores», dijo Washington en su adiós. Biden no opina lo mismo sobre su extensa carrera política y su corta presidencia. No dejó rastro de autocrítica, al menos en la carta previa a su discurso. Allí repasó de forma sucinta sus logros: entre otros, la fortaleza del mercado de trabajo, un control de la inflación que ha llegado demasiado tarde, el control de los precios de algunos medicamentos, la caída del crimen violento… En la misma misiva, incluyó un dossier en los que se extiende sobre todo ello. «Aquí os comparto lo conseguido», dijo. «Espero que pongáis de vuestra parte para seguir construyendo sobre el progreso logrado».Sin fallosBiden, con un carácter obstinado bien conocido, no se entretuvo en la posibilidad de que hubiera fallado. En su incapacidad para atajar la inflación con más rapidez, para poner en cintura las crisis internacionales que han sacudido su presidencia -Afganistán, Ucrania, Gaza- o para entender que lo conveniente no era buscar una reelección que, en un declive evidente de su fortaleza- le hubiera mantenido en la Casa Blanca hasta los 86 años.«He tenido la suerte de que el pueblo de EE.UU. me lo ha devuelto multiplicado un millón de veces con amor y apoyo» Joe Biden Presidente de EE.UU.«He dado mi corazón y mi alma a esta nación. Y he tenido la suerte de que el pueblo de EE.UU. me lo ha devuelto multiplicado un millón de veces con amor y apoyo », dijo el todavía presidente, en el día de su despedida oficial del país, después de más de medio siglo en política. Desembarcó en el Senado tras una victoria improbable por uno de los dos escaños de Delaware, con 29 años. Firmó una de las carreras más largas de la historia de la Cámara Alta, donde permaneció 36 años. Y, en el Ejecutivo, fue ocho años vicepresidente con Barack Obama antes de derrotar a Trump en 2020.«Me presenté a presidente porque pensaba que el alma de EE.UU. estaba en juego», escribió en la carta sobre ese duelo con Trump, aunque en realidad había intentado lo mismo antes en dos ocasiones, sin éxito. «La misma naturaleza de lo que somos estaba en juego. Y sigue estándolo»; añadió en la única referencia velada a Trump, que jurará su cargo el próximo lunes.
Leave a Reply