La poca emoción que tenía el partido la mató Gavi en el tercer minuto dando curso al alto ritmo de su equipo en la circulación del balón. Salió preciso y veloz el Barça, culminó bien el andaluz con la zurda desde dentro del área. Buena jugada, buen gol. Buen fútbol en la fría noche en Montjuic , fría para los estándares barceloneses. Koundé con coletas. La motivación local era la de las grandes noches, con afán por terminar cada jugada. El Betis parecía superado como cuando una fuerza invisible te ataca sin saber por dónde ni poderlo adivinar. Vieites puso una mano sensacional para evitar el gol de Dani Olmo .El alto rendimiento azulgrana, en contraste con los últimos partidos jugados en casa, y sobre todo con la final de Yeda , demostraba que todo es una cuestión de voluntad, de motivación, no tanto de nivel o de confianza. La actitud de los jugadores contra el Betis, el hambre de noche de gala con que salieron es lo que les llevaba al en volandas, como sobrevolando el césped. Iñaki Peña con los pies parecía un bailarín que hubiera regresado de la Navidad con sobrepeso. Dani Olmo, sin suerte anoche, chutó al palo, cargando el disparo sin espacio, en una ejecución casi perfecta. Bonita maquinaria la de Flick , luciendo en su afinado funcionamiento. Koundé marcó el segundo en el 26 tras una gran buenísima asistencia de Pedri que el francés dejó pasar para Lamine Yamal , para que se la devolviera con un toque sutil y exacto que aprovechó para cruzar el balón al segundo palo. Primera media hora dulce y redonda de un Barça superior, mayestático. Dani Olmo no llegó por poco a otro remate claro.El Barça se activaba y descansaba administrando con inteligencia y mesura sus fuerzas. Se divertía jugando, intentaba lo poco probable sin miedo a que no le saliera, y cuando le salía era extraordinario. Lamine Yamal demostraba una imaginación y un tacto de gran estrella y lo hacía además sin darse demasiada importancia, como si estuviera en un entreno. Es muy difícil jugar en serio, y cuando estás perdiendo, contra unos chicos que juegan para divertirse . Iñaki Peña salvó con una mano estratosférica el primero del Betis. Koundé marcó pero se lo anularon por fuera de juego de un milímetro.La segunda parte empezó del modo en que había terminado la primera y Lamine Yamal le pidió, porque materialmente se la pidió, una asistencia a De Jong que remató de volea, sin aparentar el menor esfuerzo y con una gran delicadeza, para marcar el que habría sido el tercero gol de la noche. Fue un gol de una belleza basada en la sencillez, en la capacidad de hacer fácil lo difícil que solo tienen los grandes genios. Se lo anularon por un fuera de juego, pero la obra de arte ya estaba hecha. Inspirado por la frustración, en la siguiente jugada se inventó una obra aún de mayor belleza, con una transición de todos los tiempos que remató Raphinha porque a él le hicieron falta. La autoridad en la maestría de este chico es ya total, como si hubiera decidido dejarse de considerar un niño y tomar posesión de los galones que por su calidad merece. Ferrán Torres , que recién había entrado por Raphinha , marcó el cuarto. Y Lamine Yamal el quinto, justo antes de ser sustituido y despedido con una gran ovación. Vítor Roque marcó de penalti el único del Betis. El Barça jugó un muy buen partido colectivo pero Lamine Yamal brilló por encima de cualquier elogio coral. No sólo por lo que hizo sino por cómo lo hizo. No sólo por el gol y las asistencias sino por una manera de estar en el terreno de juego adulta, creativa, de crack mundial que carga con su equipo y con una idea superior del fútbol, y que no se corresponde con su edad sino con su talento. Todavía es joven y tiene mucho por demostrar, pero espectáculos como el de anoche son muy difíciles de olvidar.
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