Quizás Florentino no desee tanto ser amado como ser comprendido. El amor del madridismo ya lo tiene y, aparte de los histéricos, no hay dudas razonables sobre que es el mejor presidente de la historia del mejor club deportivo de todos los tiempos. El debate entre él y Bernabéu es cada vez más silencioso y, en el fondo, no nos engañemos, quienes siguen apostando por don Santiago, que fue otro visionario, lo hacen por una mezcla entre respeto y nostalgia. Florentino se jugó su patrimonio para salvar al club de una situación económica endiablada y, aplicando al fútbol un modelo de gestión empresarial, algo que provocó muchas risas allá por el año 2000, ha logrado convertir al Real Madrid en un proyecto sólido y ajeno a los embates que supone que la pelotita cruce los tres palitos más o menos veces.Noticia Relacionada Todo irá bien opinion Si Laporta ya llora como Núñez Salvador Sostres El presidente del Barça ofreció una rueda de prensa para dar sus explicaciones sobre el caso OlmoEl amor lo tiene, la comprensión muchas veces no. Y debe ser muy duro para él no poder ir transmitiendo sus ideas uno a uno entre todos los socios y aficionados, más que nada porque algunas de ellas chocan de plano con el corazón, que es ese órgano muscular hueco que funciona como una bomba, que expulsa la sangre a través de las arterias y que al mismo tiempo reúne todos los domingos a millones de aficionados alrededor de veintidós tipos que corren en pantalón corto detrás de un balón. El fútbol es pasión y lo que nos pide el corazón a los madridistas es rematar al Barça, acabar deportivamente con él y devolverles una por una a los culés todas las infamias que han ido vertiendo sobre nosotros a lo largo de los últimos cincuenta años y, sin embargo, la sensación que tenemos es que nuestro líder, el número uno, se empeña en agarrar de la mano a Laporta como Cary Grant a Eva Marie Saint en el Monte Rushmore.Sabemos que Florentino quiere lo mejor para el Madrid y que en ocasiones escribe con los renglones torcidos, tenemos fe en él y conservamos intacta la ilusión de que su idea nos conducirá a algún sitio mejor pero esa batalla entre su cabeza y nuestro corazón nos consume a muchos por dentro. Albergo la esperanza de que nada de esto tenga que ver con la economía, tampoco con la Superliga. Espero que sea porque sabe que no encontrará jamás a nadie más torpe que Laporta e interese mantenerlo en un bote con formol como cuentan que se exhibía el falso pene de Rasputin en el Museo del Erotismo del proctólogo ruso Igor Knyazkin. Pero esa es otra historia.
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