Muere David Lynch, el fuego oscuro de Hollywood

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Muere David Lynch, el fuego oscuro de Hollywood

Desde este jueves, el mundo vive con más sosiego: murió David Lynch. El genio responsable de algunas de las mejores formas audiovisuales del desvelo, la incomodidad, la inquietud y la estupefacción ya no creará más angustia. «Nosotros, su familia, anunciamos con tristeza honda el fallecimiento del hombre y artista David Lynch» , compartieron sus familiares por la tarde en un mensaje en Facebook. «Hay un gran agujero en el mundo ahora, cuando ya no está entre nosotros. Pero como él decía: ‘Mantén la mirada en el donut, no en el agujero’».La familia no dio detalles sobre el fallecimiento de Lynch, de 78 años. Pero era un fumador empedernido y el año pasado reconoció que sufría una dolencia pulmonar. «He disfrutado mucho del cigarrillo»; compartió en agosto en la red social X. «Pero tengo que pagar un precio por ese disfrute. Y el precio es un enfisema». «Apenas puedo cruzar la habitación», reconoció en noviembre en una entrevista con ‘People’. «Es como si caminara con una bolsa de plástico atada a la cabeza».Era una imagen dolorosa, pero que al mismo tiempo parecía reírse de sí mismo: conectaba de inmediato con el universo creativo de Lynch, un cineasta que ha sacudido a los espectadores durante casi medio siglo con una visión muy personal, entre lo surreal, la excentricidad, la intriga y lo inexplicable. Desde ‘Terciopelo azul’ en la gran pantalla a ‘Twin Peaks’ en su incursión revolucionaria en las series de televisión, Lynch se convirtió, en toda la extensión de la palabra, en un director de culto.Noticia Relacionada opinion Si El tiempo retorcido y resinoso de David Lynch Oti Rodríguez Marchante Deja una obra muy extensa, heterogénea, dispar y gran parte de ella capaz de entretener a historiadores y críticos durante un par de siglosSus inicios creativos fueron con la pintura. Estudió Bellas Artes en Boston, después de una infancia que le llevó desde la Montana en la que nació hasta los suburbios de Washington en los que vivió como adolescente.Del pincel, a la animación. Y muy pronto, a Los Ángeles para estudiar cine. Trabajó durante años en su primer largometraje, ‘Eraserhead’ (1977). La película es un recorrido desasosegante por la vida del protagonista, Henry Spencer, afectada por el nacimiento de un bebé monstruoso. La cinta no estaba hecha para agradar al gran público, pero desató una gran afición en el circuito de cine de madrugada de Nueva York, San Francisco y Los Ángeles. Lynch se hizo ahí un nombre como una figura vanguardista y ambiciosa. Entre quienes admiraron la mirada de Lynch estaba Stuart Cornfeld, de la productora de Mel Brooks. Convenció al jefe para que fuera a ver la película. Y Brooks le encargó el desembarco de Lynch, a su modo, en el cine generalista: ‘El hombre elefante’ (1980).Noticia Relacionada opinion Si David Lynch, el misterio de un creador con hambre Fernando Muñoz Rodó videoclips, anuncios de moda y varias docenas de cortometrajesLa película tuvo medios, estrellas -John Hurt, Anthony Hopkins, Anne Bancroft- y gran recepción. La historia tremebunda y emotiva de John Merrick, un hombre deformado, cautivó al público y a la crítica. Consiguió ocho nominaciones al ‘Oscar’, una de ellas para Lynch como mejor director. No fue el anticipo de una carrera cinematográfica en la que a Lynch le llovieron los reconocimientos en EE.UU. Pese a tanta nominación, no ganó ningún premio. Y nunca ganaría la estatuilla, excepto, ya convertido en leyenda, en su versión honorífica, en la gala de 2019.El éxito de ‘Blue Velvet’ permitió financiar un largo con mucha ambición, ‘Dune’ (1984), que fue un fracaso comercial y de crítica. Aquello fue parte de un acuerdo con el productor Dino De Laurentis: aceptó filmar ‘Dune’, -un intento de aprovechar el reciente éxito de ‘La guerra de las galaxias’-, a cambio de tener un control total sobre ‘Terciopelo azul’ (1986).Aquel ‘thriller’ erótico dividió a la crítica, pero confirmó a Lynch como un director diferente, temerario, con protagonistas inolvidables, como un malo icónico -Dennis Hopper- y una víctima interpretada por Isabella Rossellini, que mantendría un idilio, dentro y fuera de la pantalla, con Lynch.La película fue el anticipo del trabajo quizá más popular de Lynch: ‘Twin Peaks’. Siempre a su aire, el director hizo lo que ninguno hacía antes y hoy es algo convencional: dedicar sus mejores esfuerzos creativos a una serie de televisión. El formato debe mucho a ‘Twin Peaks’, una maravilla en la que se mezclan la intriga sexual, la adicción a las drogas, la prostitución, o la posesión demoníaca. Los espectadores se dejaban llevar cada semana por la espiral de la investigación del asesinato de Laura Palmer, una joven de un pueblo cualquiera de EE.UU., por el universo inexplicable de Lynch, hijo de Luis Buñuel y del cine negro.’Twin Peaks’ tuvo retornos, ninguno con el éxito de la temporada original. Y no impidió que Lynch volviera pronto a la gran pantalla.Lo hizo con ‘Wild at Heart’ (1990), una ‘road movie’ violenta y sexual con la que levantó la Palma de Oro del Festival de Cannes. Lynch era ya un director idolatrado por muchos en EE.UU. pero probablemente muchos más fuera del país de Hollywood.Tras su segunda nominación a mejor director con ‘Terciopelo azul’, volvió a estar en las quinielas del Oscar con uno de sus grandes éxitos, ‘Mulholland Drive’. Pero tampoco logró la estatuilla con este ‘thriller’, de nuevo, inquietante, incómodo.Sus rarezasLynch no dejó de crear y meterse en proyectos hasta el final de su vida. Su estilo inconfundible y extraño sobre la pantalla se trasladaba también a la vida real. Siempre con la camisa blanca abotonada hasta el cuello. Siempre la mata de cabellera hacia atrás y, abundante, incluso en sus últimos años.Sus rarezas y proyectos inusuales iban más allá del cine. Durante años, escribió una tira cómica en un semanario de Los Ángeles. Durante años, recitaba previsiones meteorológicas lacónicas en una radio local. Durante años, comía todos los días en el mismo restaurante de comida rápida. Abrió un club nocturno en París, aunque aseguraba que no le gustaba salir. Se metió en una compañía de café orgánico, quizá para que sus cigarrillos tuvieran compañía. Pintó y pintó, firmó cortos y vídeos musicales. Con los años, fue cada vez más reverenciado, como un director, de verdad, ‘sui generis’, que mezcló lo monstruoso con lo mundano, el humor negro con la violencia, el sexo con el misterio.Como buena parte de su creación, fue un personaje oscuro. Nunca quiso explicar su obra. Lynch se va, pero quedan todas las preguntas en sus películas.

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