Tras dos jornadas, España muestra una salud fenomenal en Oslo . Esta vez fue Japón su víctima, repleta de bajas una selección asiática que poco pudo hacer ante la batería ofensiva de los de Jordi Ribera, que amedrentaron con el paso de los minutos el coraje del guardameta Okamoto. Liderados por Garciandia , el novato Carlos Álvarez y las paradas del sempiterno Pérez de Vagas , el combinado nacional disfrutó y se clasificó para la segunda fase del Mundial antes de medirse este lunes a Suecia (20.30 horas, TDP) , una de las favoritas junto con Dinamarca y contra la que se disputará el primer puesto del grupo F. Pocos minutos tardó en descifrar España la hiperactiva defensa japonesa, escasa en físico pero sí muy molesta, como un enjambre. Bombardeaban los de Ribera desde todas las posiciones, extremos liberados, pivotes como el asturiano Serdio que se adentraba en la colmena como un flamígero ariete. Les costaba a los nipones tejer ataques productivos, sus pérdidas se convertían en letales contras españolas y el parcial, tras los diez primeros minutos (8-4), ya era de lo más prometedor. Solo la lesión de Dani Fernández , de los mejores ante Chile en el debut, doblado su tobillo como una fina rama, oscureció el panorama de la selección. La nueva sangre emergía para dejar su huella, estaba fantástico Carlos Álvarez , jugador del mítico Ademar leonés y que sumó su quinto tanto con una facilidad pasmosa, auténtico depredador el gallego de 21 años a campo abierto. Contratacaron los japoneses con sus lánguidos e inalcanzables cuerpos, sombras inaccesibles para gigantones como Garciandia y Dani Dujshebaev , que acabaron en el banquillo sancionados con dos minutos por sus ilegales defensas. Sin embargo, gracias a las paradas de Pérez de Vargas y los proyectiles de Garciandia desde la larga distancia, España consiguió llegar al descanso con una amplia ventaja de nueve (20-11). Tras la reanudación, a la selección le costó hasta cinco minutos proseguir su cuenta goleadora, una pequeña sequía en la que ni siquiera sufrió sed, pues Solé y sobre todo el debutante Petar Cikusa arrasaron a Japón al contrataque. Su gemelo, Djordje , se unió a la fiesta poco después y el último acto del duelo, salvo por dos expulsiones japonesas, fue un plácido paseo, lleno de sonrisas y mucha química, combinación que suele preceder a la forja de los grandes equipos.
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