¿Cómo calmar a Vinicius? Psicólogos y expertos responden: «Arroparle es sin duda la mejor opción»

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¿Cómo calmar a Vinicius? Psicólogos y expertos responden: «Arroparle es sin duda la mejor opción»

Desde su llegada a la liga española, Vinicius ha sido, en muchas ocasiones, centro de atención . Por sus goles y asistencias; por los insultos que ha recibido; por los comportamientos antideportivos en el campo y las reacciones que ha protagonizado cuando había provocación de por medio, por parte de afición o rivales, y cuando no. En el césped ha sufrido 44 faltas en este curso -por 15 a Griezmann y 24 a Raphinha-; fue expulsado una vez, el 3 de enero, al empujar al valencianista Dimitrievski; pero son varias las amarillas por reacciones espontáneas ante decisiones arbitrales o gritos desde la grada. Con estos antecedentes, al jugador lo acompaña un aura de conflicto casi en cada campo. Entra ahora en unos días complicados: minimizados sus números goleadores, un gol -ante el Celta en Copa- desde el 10 de diciembre contra el Atalanta, y sin poder jugar en Liga hasta el 1 de febrero para cumplir la sanción de dos partidos por volverse de manera agresiva a la provocación de Dimitrievski en Mestalla. Tiempo de reflexión para el jugador y para el club (que hasta ahora ha sobreprotegido, consentido y mimado a su jugador) sobre estos comportamientos y sus consecuencias, que analizan para ABC expertos en psicología y deporte.Recuerdan que se habla de un contexto muy determinado como es el fútbol de élite, en el que hay una cierta «normalización de la agresividad y con ciertas expectativas sobre la masculinidad; existe una presión extrema por ganar; y una amplificación de todos los actos por las redes sociales y los medios de comunicación», como apunta Yolanda Cuevas, psicóloga de la salud y el deporte. «Los errores se magnifican, cada acción es analizada públicamente, lo que genera un estrés constante y puede provocar ansiedad, inseguridad o frustración. Y si la autoestima depende excesivamente del rendimiento deportivo, crea inestabilidad emocional para enfrentarse a las críticas o las adversidades», explica Alejo García-Naveira, coordinador de la sección Psicología del Deporte del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP) .Noticia Relacionada FÚtbol estandar No Ancelotti saca el colmillo para responder a Simeone: «Supongo que son espinas que duelen» M. Z. «Me siento respaldado en todos los momentos desde que he llegado aquí, y será así hasta el último día», explicó sobre el posible bache de confianza del club hacia su figuraOtros factores en juego parten del propio jugador: su historia personal, la edad y su personalidad: «Es objeto frecuente de provocaciones, insultos racistas y críticas -dice Naveira-. Este ambiente hostil puede desencadenar un estado de hipervigilancia emocional que lo predispone a reacciones intensas». Y le afectan sobre todo las causas por las que parece implicarse más, como la lucha contra el racismo, pero no repara en que hacer gestos de «a segunda» también dañan a quienes lo reciben.Algo que vivieron otros futbolistas como Hugo Sánchez, Cristiano Ronaldo y, más recientemente, Gavi . «Considero que son pecados de juventud. Pero claro que hay jugadores problemáticos. Muchos utilizan la agresividad porque piensan que son inferiores a algún compañero y creen que así se pueden ganar el puesto. Hay que marcarles un plan y hacerles comprender que esa actitud no es la correcta», insistía Abel Resino a este diario sobre las actitudes de Vinicius y Gavi, un caso que parece haberse minimizado. Pecados de juventud que también explica, en parte, la biología. Con 24 años, Vinicius está en proceso de madurez. El cerebro no deja de desarrollarse hasta los 25 años, y concluye con la corteza prefrontal, región que regula el autocontrol, la toma de decisiones y la planificación. «Hasta ese momento, el sistema límbico (encargado de las emociones y la respuesta al estrés) tiene más influencia y hace que las personas sean más impulsivas y reactivas. Explica en parte por qué los jóvenes futbolistas pueden ser más propensos ante provocaciones», explica Cuevas. Pero esta circunstancia biológica no siempre es la responsable de los actos. «En el caso de un futbolista que reacciona violentamente en el campo o con jugadores de otros equipos, es clave analizar si se trata de un patrón aprendido, una falta de herramientas emocionales o una respuesta al estrés del juego», sigue Cuevas. «La burbuja del fútbol profesional puede haber limitado experiencias de desarrollo emocional necesarias para lidiar con conflictos de manera madura. Es posible que no haya desarrollado plenamente las funciones del cerebro que permiten inhibir ciertas conductas, lo que equivale a ‘no tirar del freno de mano’ en situaciones impulsivas», añade García-Naveira, con larga experiencia en clubes como el Atlético y el Almería. «La madurez no es solo cuestión de edad, sino de aprender a manejar las emociones -matiza Navarro-. Cada uno tiene una forma de enfrentarse al estrés: de forma más adaptativa o menos. Vinicius no tiene la capacidad de autorregularse». Y pone de ejemplos a Nadal, sin sobresaltos ni a los 18 ni a los 38 años; y Djokovic , que con 37 aún salta si la grada lo inquieta.«Es clave analizar si es un patrón aprendido, falta de herramientas emocionales o una respuesta al estrés. Y trabajar psicológicamente» Yolanda Cuevas Psicóloga de la salud y el deporteSe les pregunta si es una situación semejante a la del ‘bullying’ o acoso que puede sufrir un alumno en un colegio. «Sí, hay ciertos paralelismos -concede García-Naveira-. Vinicius puede sentir que está constantemente bajo ataque, lo que genera estrés crónico y reacciones defensivas. El entorno, como en el ‘bullying’, intenta desestabilizarlo emocionalmente para obtener una respuesta visible. Además, la acumulación de provocaciones puede provocar frustración y una sensación de injusticia que amplifica el desgaste emocional». Pero Cuevas señala que hay una diferencia: «A priori en el ‘bullying’ hay una desventaja clara y no se inicia por provocación. Vinicius provoca. Aunque sea su forma de defenderse antes de que le ataquen». Y abunda: «La agresión defensiva es un mecanismo en el que una persona ataca como forma de defensa psicológica. Es una respuesta impulsiva ante una amenaza percibida, real o imaginaria. Algunas personas proyectan su miedo o inseguridad en los demás, y pueden desplazar su frustración hacia otros: un rival, un compañero, un árbitro». En un contexto como es un campo de fútbol, donde no se puede silenciar la reacción del público, y en el que tanto los rivales como los aficionados saben que forzando su paciencia acabará por desestabilizarlo. Para evitar esto, entonces, ¿arropar o castigar? Los expertos apuntan, sin duda, a lo primero; y en segundo lugar, al aprendizaje y asesoramiento de la gestión emocional. «El castigo es pan para hoy y hambre para mañana. Podrá ser expulsado, amonestado, multado, juzgado, abucheado… pero sabemos que eso no cambia las razones profundas que hacen que una persona es como es, es más la empeora», subraya Cuevas. «Arropar es, sin duda, la mejor opción -apoya García-Naveira-. El castigo puede reforzar las emociones negativas, la sensación de injusticia y el sentimiento de incomprensión. En cambio, el refuerzo positivo y el acompañamiento emocional ayudan al jugador a procesar sus emociones sin reacciones impulsivas. Es fundamental fijar límites claros, pero desde la empatía, para que comprenda cómo sus respuestas impactan en su desempeño, en el equipo y en la percepción pública». El plante del Madrid al Balón de Oro al no ser condecorado Vinicius sugiere que el club trabaja en esa dirección.«El castigo puede generar más estrés y ansiedad y esa idea de sentirse más atacado -sentencia Navarro-. Para controlar las experiencias futuras es mejor arroparlo, que significa darle recursos».Ayuda y responsabilidadCon esas herramientas, el jugador estará más capacitado para afrontar cualquier situación adversa. Pero, como los penaltis o las jugadas de córner, hay que ensayarlas y trabajarlas. «Se tiende a pensar que, como son profesionales del deporte lo tienen que ser en valores, inteligencia emocional, habilidad de gestionar conflictos… y como vemos no está unido. Y no es fruto de un ‘calentón’ simplemente. Tiene que ser trabajado». ¿Cómo? «Con apoyo psicológico continuo, mostrando apoyo institucional al jugador para reforzar su sentido de pertenencia, y que esto también sea interno, con charlas con jugadores veteranos que puedan compartir sus estrategias», sugiere García-Naveira.«Es objeto frecuente de provocaciones, un estado que puede desencadenar reacciones intensas» Alejo García-Naveira Psicólogo del DeportePara Navarro, una figura clave en este conflicto interno-externo es el entrenador . «Debe tener la capacidad de crear una comunicación abierta entre ambos. No ignorar o no dar importancia al problema, sino ser consciente de la actitud que está teniendo, y reforzar a ese jugador la idea de qué se espera de él como miembro de un equipo, del Real Madrid. Que tenga una intervención individualizada para saber qué le está ocurriendo a Vinicius, y ver los errores para aprender. Pero si queremos que cambien las cosas hay que reforzar lo positivo: las situaciones en las que tiene el control y sabe gestionar lo que le viene. Y mantener la calma, por supuesto».Pero todo pasa por el jugador. «Debe partir de él el compromiso y una responsabilidad para el cambio; ser protagonista para mejorar esas respuestas ante las adversidades y no asumir todo desde el punto de vista de víctima. Tanto desde el punto de vista de autogestión como que los rivales también te van a buscar para desestabilizarse y sacarte del partido», alerta García-Naveira. Y da ciertas estrategias: «Entrenamiento en inteligencia emocional con psicólogos especializados y técnicas de autorregulación emocional para identificar los primeros signos de enojo; simular y recrear situaciones de provocación; enseñarle a interpretar las provocaciones como algo externo que no define su valor ni merece una reacción emocional…». Incluso Valdano le da algunos consejos: «Lo provocan porque le tienen miedo. Ha corregido defectos futbolísticos, pero esto no lo está resolviendo con la cabeza».

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