En 1988, Jesús Cacho publicó ‘Asalto al Poder’, un best seller en el que contaba la historia de Mario Conde y cómo se había hecho con el control de Banesto, uno de los ‘siete grandes bancos’, entidades muy anquilosadas a las que no había llegado la Transición que había vivido el país. Si hoy Cacho tuviese que escribir la historia de lo que está pasando en Telefónica, podría perfectamente titularlo ‘Asalto del Poder’, porque eso es lo que ha sucedido en los últimos meses, desde que el Gobierno de Pedro Sánchez decidió que el Estado volviera a ostentar una participación en la operadora.El cambio respecto de lo que sucedió hace 37 años es brutal. A lo que ahora asistimos es al retorno a saco del Estado en las empresas, sin límites y sin disimulo. La Transición fue una gran operación dictada desde lo más alto que, entre otras cosas, supuso una enorme cesión a la sociedad española del poder que estaba concentrado en manos del Estado franquista . Una democratización que, con sus más y sus menos, abarcó la política, la economía y la sociedad. Es verdad que ese proceso trajo a algunos audaces, como Conde, que pagaron con la cárcel su osadía. Hoy vemos con inquietud como surgen signos de un crecimiento incontrolado del Estado, no sólo mediante su acción tributaria extractiva , sino que invadiendo terrenos en los que no se le esperaba.En el asalto a Telefónica llama la atención la falta de pulcritud del Ejecutivo. El nombramiento como consejero de Carlos Ocaña, amigo de Sánchez desde que escribía su tesis doctoral, ya indicaba por dónde discurrirían las cosas. Pero colocar al frente de Telefónica a Marc Murtra, con el costo reputacional que tuvo la batalla en Indra contra los consejeros independientes, a los que laminó, constituye un despropósito. Sobre todo, porque Murtra no logró imponerse sobre los criterios de gobernanza corporativa y acabó cediendo la gestión a José Vicente de los Mozos .¿Está seguro el Gobierno de que este lunes la Bolsa no volverá a considerar que Murtra es incompatible con una gestión independiente?Se da la coincidencia de que Murtra fue propuesto en 2021 como presidente de Indra en sustitución de Fernando Abril-Martorell , el hombre que cuando estaba a punto de ser nombrado ‘número dos’ en Telefónica fichó a José María Álvarez-Pallete para ser director financiero. Por esas cosas de la vida, Murtra ha terminado sustituyéndolos a ambos, pero no cuenta ni de lejos con el prestigio de estos. Su carrera está marcada por su militancia en el PSC y su desempeño como jefe de gabinete de Joan Clos en el Ministerio de Industria.Pero Murtra es clave para el sanchism o. Es él quien ha conseguido que el hombre de negocios francés Joseph Oughourlian, controlador de Prisa (la editora de ‘El País’ que ayer le dedicaba un elogioso perfil), construyera una posición accionarial en Indra que le ha brindado pingües beneficios, pero que también le permitió laminar a los consejeros díscolos. Los intereses de Oughourlian y Murtra avanzan por un mismo carril.También llama la atención que Álvarez-Pallete no plantara cara a la operación gubernamental que ya era evidente cuando en diciembre se anunció el desembarco en el capital de la compañía. Obsesionado por la pérdida de valor de la empresa y por reducir la deuda, el Ejecutivo bajó los brazos. Por lo visto, Pallete sospechaba que su suerte estaba echada desde la llegada de los saudíes y lo único que le importaba salvar era ser presidente de Telefónica cuando se celebrara –el 19 de abril de 2024– el centenario de su creación.También es interesante el papel de la Caixa, especialmente de su nuevo hombre fuerte, Ángel Simón, sin cuyo concurso esta operación no habría salido. Fainé suele preguntarse por qué no hay dinero para «defender» la españolidad de empresas de bandera . Quizá la respuesta tenga mucho que ver con el reverso del capitalismo de amiguetes que estamos viendo: el sistema no sólo alienta que el Ibex 35 intente capturar el Boletín Oficial del Estado, sino que el BOE te capture a ti. Cabe preguntarse ahora cuándo comparecerán en el Congreso Murtra, Pallete, Sánchez, la presidenta de la Sepi y su jefa la ministra de Hacienda y secretaria general del PSOE, María Jesús Montero , para explicar esta escandalosa operación. Porque aunque España sea una democracia que apenas va a cumplir medio siglo lo suyo es que si el Ejecutivo decide jugar en Bolsa con el dinero de todos los españoles, por lo menos sea el Parlamento el que controle sus decisiones. De lo contrario se hará verdad eso de «gobernar sin el Legislativo», que hace muy poco anunciaba el propio Sánchez.
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