Un contrato de un mes, otro de quince días, varios meses sin ninguna oferta y otra quincena de trabajo. Y vuelta a empezar. En esta situación se encontraba Antonio Jesús García, enfermero que actualmente tiene 27 años cuando, tras terminar la carrera y los dos años de especialidad en pediatría, aterrizó en el mercado laboral en 2022. Lo hizo en Andalucía, pues es natural de Puente Genil, en Córdoba. Pero en octubre de 2023, harto de encadenar contratos cortos y que generalmente no le permitían desarrollar su especialidad (la mayoría eran para atención generalista), hizo las maletas y se fue a Galicia. En Orense logró a los pocos días de llegar un puesto como enfermero pediátrico en un hospital público para los próximos tres años y con posibilidad de renovación. «Todo ese cúmulo acaba desgastándote tanto a nivel físico como mental», cuenta ahora a ABC. «Así que me informé de en qué comunidad se movía mejor la pediatría y me mudé aquí a Galicia y ya llevo aquí un año y pico en el mismo puesto», dice.En esta aventura le acompañó su pareja, también profesional de la enfermería , que no dudó en seguirle en busca de esa estabilidad laboral que han encontrado sin necesidad de salir de España. Por el momento no se plantean volver a moverse y si lo hicieran sería solo para regresar a casa, pues en Andalucía es donde tienen a su familia y amigos, aunque de momento no entra en sus planes más próximos. «Aquí estamos contentos, tenemos estabilidad. Y aunque estás dentro del mismo país irte de un sitio a otro es bastante agobiante y supone un cambio brutal en tu vida», expone.Ese «cambio brutal» del que habla este enfermero lo sufren cada año miles de sus compañeras de profesión. Según el informe ‘Situación actual y estimación de necesidades de enfermeras de en España’, presentado la semana pasada por el Ministerio de Sanidad, en 2024 hubo 12.426 firmados por enfermeras que implicaron traslados a otras comunidades. El Consejo General de Enfermería (CGE) pone cifra a cuántas sanitarias afectó esta situación (pues una persona puede haber firmado varios contratos en distintos momentos). Así, según sus datos, fueron 6.646 las enfermeras que cambiaron de autonomía o, en algunos casos, de provincia.Noticia Relacionada estandar No A España le faltan más de 100.000 enfermeras: así se distribuye el déficit por comunidades Laura Albor Según el Ministerio de Sanidad, nuestro país necesitaría 22 años para igualar el ratio de EuropaLas comunidades autónomas que más enfermeras perdieron, según los datos de Sanidad, fueron Andalucía y Castilla-La Mancha mientras que, en contraste, las regiones que más profesionales recibieron fueron Cataluña, Navarra y Madrid. Esta movilidad, apunta Florentino Pérez Raya , presidente del CGE, se debe a la «precariedad laboral» que vive la profesión, con «temporalidad de los contratos y malas condiciones laborales». Esta temporalidad, prosigue el presidente de las enfermeras, no baja del 30%, «lejos del 8% marcado como objetivo por el Gobierno». «Cuando una enfermera -o enfermero- decide dejar su lugar de nacimiento o residencia y mudarse a cientos de kilómetros de distancia lo hace empujada por un salario mejor o la creación de plazas en el sistema sanitario de esa región, incluyendo por supuesto las oposiciones», prosigue Pérez Raya. Destaca además otros factores entre las causas de estos traslados, como la escasez de profesionales que conlleva una sobrecarga asistencial, o el reconocimiento o no de la especialidad. «La mayor parte de los profesionales no quieren irse lejos de su casa, pero vivir enlazando contratos, muchas veces de días e incluso por horas, es muy duro. Las enfermeras y enfermeros ven cómo su vida personal se ve afectada y les resulta casi imposible conciliar. Renunciar a un contrato, que a veces se ofrece de un día para otro, supone una penalización que les lleva directamente al último puesto de la bolsa de empleo. ¿Cómo no van a buscar otro lugar, ya sea fuera de su provincia o en otro país?», lanza el presidente del CGE. Contratos de dos, tres o cuatro mesesLa estabilidad que encontró Antonio Jesús García tras mudarse a Galicia llamó la atención de una de las compañeras a las que conoció durante su formación como especialista en Sevilla, María Fernández Bazán, que, como le había ocurrido a él, llevaba dos años encadenando contratos temporales de dos, tres o como mucho cuatro meses. «Me contó cómo le iba a él y me dijo que podía probar yo también en Galicia», relata. Así que empezó a darle vueltas. Ver cómo a compañeras con más experiencia que ella les llegaban ofertas de contratos de uno o dos meses la ayudó también a dar el paso. «Me mentalicé de que en mi comunidad no había futuro para mí, que no tendría un trabajo estable, así que llamé a preguntar al hospital en el que trabajaba Antonio, que tenía vacantes con contratos estables de tres años. En menos de 24 horas me dijeron que tenían una vacante en la planta de hospitalización de pediatría, así que hice las maletas y me vine. En Andalucía no me iban a ofrecer eso ni en mis mejores sueños». Alfonso Rodríguez, natural de Ferrol, ha logrado trabajar de nuevo en su ciudad. Pero antes pasó por Mallorca, Tenerife y Sevilla por motivos profesionales miguel muñizEn el caso de esta enfermera, que ahora tiene 28 años, también pesó mucho el hecho de poder trabajar en su especialidad, pediatría, pues, según el informe de Sanidad, regiones como Andalucía, Ceuta, Melilla y País Vasco no tienen establecida esa categoría profesional. «Yo sabía perfectamente que quería trabajar en esto, es lo que me gusta. Y no hacerlo supondría tirar por tierra todo el trabajo y sacrificio que hice para ser especialista», espeta. También Alfonso Rodríguez sabe lo que es dejar su hogar por trabajo, aunque con el tiempo ha vuelto a su Ferrol natal. Pero a sus 38 años y hasta llegar a este punto, en el que tiene un empleo estable que le permite conciliar, ha pasado por varios lugares: primero aterrizó en Mallorca, donde estuvo varios años; después, en Tenerife. De ahí volvió a Baleares, con parada también en Sevilla hasta que recayó definitivamente en su ciudad gallega. Cuando empezó, dice, era complicado tener una plaza en su comunidad, y ese fue el principal motivo de su marcha. Aunque admite que el sueldo es importante, cree que para él priman otras cosas. «Yo miraría otro tipo de condiciones, como los tipos de turnos o las ratios y la carga de trabajo. Y también la estabilidad de los contratos, claro», cuenta. Como en Sevilla no encontraba trabajo, Alba Castro hizo las maletas y recaló en Pamplona, donde ahora compagina su labor en la pública con la privada eduardo sanzLos sueldos entre regiones pueden variar en más de mil euros al mes , tal como constata el informe de Sanidad. Así, mientras el sueldo mínimo mensual de una enfermera generalista en Atención Primaria es de 1.1647 euros en Cantabria o de 1.806 en Castilla-La Mancha, las profesionales cobran por la misma categoría 2.898 en Canarias o 2.917 en Navarra. A esta última comunidad es donde se fue Alba Castro Romero, sevillana de 23 años, que actualmente compagina su trabajo a media jornada de enfermera en la sanidad pública con el de un centro privado en Pamplona. En un primer momento se planteó mudarse a País Vasco, pues afirma que es hacia dónde más se van las enfermeras del sur de España, pero conoció otro caso en Navarra de una persona a la que le iba bien, así que decidió probar suerte (y la encontró). «Aquí es muy fácil que te salga trabajo, van saliendo contratos continuamente. Y además está bien remunerado», explica. También de ExtremaduraLa decisión de irse de su casa, sin embargo, fue «dura», dejando a su familia y amigos, por lo que si tuviera que trasladarse de nuevo solo lo haría para volver a Sevilla, aunque de momento no lo va a hacer. Como ella, asegura, en la comunidad navarra hay muchas enfermeras que proceden de Andalucía y también de Extremadura. Pero tampoco Castilla-La Mancha consigue retener a sus profesionales. Es el caso de María José Soriano, de 22 años y de Albacete, que al poco de graduarse y tras terminar sus primeros contratos se mudó, junto a su prima y dos amigos más, todos enfermeros, a Santiago de Compostela, donde ahora mismo todavía encadenan contratos cortos pero con la certeza de que cuando acabe uno llegará el siguiente. «Nuestro plan es quedarnos aquí una temporada, sin fecha límite, y ganar experiencia y sumar puntos», asegura. Sanidad realizó recientemente una encuesta a más de 55.000 enfermeras que deja un dato preocupante: el 39,4% se plantean dejar la profesión en los próximos años . Algunos de los entrevistados para este reportaje aseguran estar entre ese porcentaje, otros no, pero todos coinciden en una cosa: las condiciones laborales y la inestabilidad de los empleos justifican este pensamiento. «Es una profesión muy demandante a nivel psicológico y si le sumas las condiciones de maltrato profesional, pues entiendo que se lo planteen», concluye Alfonso Rodríguez.
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