El Barcelona de Flick ya tiene su primera gesta

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El Barcelona de Flick ya tiene su primera gesta

La novedad de Szczesny , sorpresa, y la lesión de Olmo que no puede sorprender a nadie: «Marca poco y se lesiona mucho», dijeron en Leipzig cuando estuvieron seguros de habérselo vendido. El Barça de negro, los portugueses de rojo. Pavlidis marcó en el minuto 2 pero lo peor no fue el gol sino el atropello inicial de un Benfica arrollador, empujado por una afición fantástica. Mal inicio de Koundé , Cubarsí lento en el gol, pero cuando más ahogados parecían los de Flick, un penalti que el árbitro pasó por alto y que en indiscutible acto de justicia concedió el VAR sirvió lo transformó Lewandowski para empatar y por lo menos atenuar a la apisonadora local.Poco a poco el Barça fue controlando el juego: no con la brillantez habitual pero por lo menos más tranquilo que en los primeros minutos. La furia portuguesa ya no era tal, aunque la afición continuaba alentando a los suyos en un bonito espectáculo sonoro. Gavi pudo marcar el segundo de un acrobático, meritorio disparo, pero el portero Trubin evitó con una gran parada lo que parecía un gol cantado. Todo parecía mejorar para los intereses del Barça, que iba teniendo el partido donde quería, hasta que Szczesny decidió tirar a la basura la oportunidad que Flick le había dado con la titularidad europea y salió clamorosamente a por uvas , fue al choque con demasiada fuerza, se llevó por delante a Balde —que tenía resuelta la situación— y le regaló a Pavlidis el segundo. No contento con tan lamentable acción, el portero alemán provocó con una salida innecesaria, aunque no tan absurda como la primera, el penalti que dio lugar a un hat-trick de Pavlidis en media hora.Qué manera tan tonta de complicarse el partido. Seguro que el técnico alemán del Barcelona tenía sus motivos para hacer jugar a Szczesny pero desde luego la apuesta le salió peor que mal. Error no forzado. Cuesta mucho recuperar el ánimo cuando tienes una bomba de relojería en la portería, porque te invade la sensación de que todos tus esfuerzos podrían ser inútil si tu portero se vuelve a hacer un lío. Lo prudente sería cambiar a un portero hundido , aunque al caro y tal vez inasumible precio de señalarlo ante todo el mundo y dejarlo hundido para siempre.Pese a la adversidades y a sus grotescas circunstancias el Barça continuó peleando, jugando a lo que sabe. Incluso cuando no les sale nada, o les sale poco, estos chicos saben a lo que juegan y tienen sentido del honor. Es cierto que al equipo le faltaba pausa y se precipitaba, pero no estaba tan lejos de marcar por lo menos un gol que le metiera de nuevo en el partido. Raphinha lo pudo marcar en el descuento pero remató sin pensar y se le fue fuera por poco. El juego no acreditaba la distancia en el marcador pero dos regalos es mucho regalar en la Champions . Muy enfadado Lamine Yamal, con Raphinha, con sus compañeros en general, con el mundo. En el fondo, consigo mismo, porque la verdad es que no estuvo acertado en nada. Pero es buena esta indignación, así es como se levantan los héroes caídos. Cortina de agua sobre el Estádio da Luz , muy desagradable. Tremendos truenos. El Barça jugando mucho no conseguía acabar bien nada y el Benfica con muy poco asustaba demasiado. Qué frustrante es el fútbol cuando los finos estilistas juegan con las luces apagadas. De Jong y Fermín entraron por Casadó y Gavi pero la buena noticia fue que el portero Trubin decidió corresponder al Batça con un regalo y chutó a la cabeza de Raphinha, que marcó de rebote el segundo y acercó la gesta bajo la tromba de agua y hasta que Araujo —no tardó ni tres minutos— marcó en propia puerta un gol desmoralizante. Ferran y Éric entraron por Koundé y Balde, y cuando peor estaba el Barça Lewandowski marcó el tercero de penalti. Otra vez la gesta de por lo menos empatar parecía al alcance y el Barça puso una marcha más para lograrla. Por primera vez parecía que la noche podía ser propicia y al final lo fue con el cuarto de Éric, soberbio cabezazo. Y cuando el empate ya parecía mucho, y bastante, Raphinha marcó el quinto en el último suspiro de una noche mágica e inexplicable . Un acto de afirmación extraordinario de este equipo de niños que no se rinden ni cuando ellos mismos colapsan.

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