«Ni te imaginas lo que ha pasado, ¡es muy fuerte!»… ¿Cuántas veces nos hemos sorprendido dramatizando con situaciones que, si se analizan con poso y distancia, no son ni para tanto ni tan importantes? Son muchos los problemas que, sean grandes o pequeños, suelen perder peso con el tiempo . Sin embargo, tal como analiza la psicóloga María Padilla, directora de Capital Psicólogos , hay quienes tienen «una habilidad especial para convertir cada vaso de agua en un océano». Pero esto es algo, tal como aporta la experta, que se puede reconducir si esa persona aprende a relativizar , pues esa capacidad no es un don exclusivo sino una habilidad que se puede entrenar . «La clave está en entender por qué nos ahogamos y cómo podemos dotarnos de los recursos necesarios para que no nos suceda», plantea. Por qué se dramatizaNinguna persona viene al mundo con la capacidad innata de relativizar y, como recuerda Padilla, los recursos emocionales y de afrontamiento que se usan de adulto tienen mucho que ver con lo que se aprendió en la infancia. Las figuras de apego , como padres o cuidadores, nos transmitieron modelos sobre cómo enfrentar los problemas. «Si creciste en un entorno en el que los pequeños contratiempos se vivían como catástrofes, es posible que ahora tiendas a magnificar las dificultades. Por el contrario, si tus cuidadores resolvían las cosas con calma y transmitían seguridad , es probable que hayas internalizado esos recursos«, plantea. Cuando se reacciona de una manera desproporcionada ante un problema es porque a esa persona le faltan herramientas para gestionarlo. «Esto no es una condena, sino una invitación al crecimiento personal. El trabajo está en aprender esos recursos que no nos fueron transmitidos», propone Padilla.Pero además, como aporta Fernando Botella , CEO de Think&Action y autor del libro ‘ Esencial ‘, existe la posibilidad de que algunas personas «se ahoguen en un vaso de agua» por tener una visión demasiado egocéntrica de la realidad. «Todo parece pasar por nosotros y se diría que cualquier dificultad que pueda surgir está diseñada específicamente para hacer nuestra vida un poco más desdichada», argumenta el experto, quien añade que también se da el caso de personas que son tan perezosas que no les apetece ponerse a buscar soluciones a lo que les angustia. Relativizar el problema puede ser una buena manera de comenzar a buscar esas soluciones , según sugiere Botella: «La realidad es que, como dicen los anglosajones «shit happens» (la mierda sucede) todo el tiempo, pero casi siempre hay algún tipo de solución». De hecho, el experto está convencido de que puede resultar útil recordar en esos momentos a esos sabios lingüistas chinos que eligieron la misma palabra en su idioma para designar los conceptos de « crisis » y de « oportunidad ». «Un contratiempo no tiene por qué ser el fin del mundo. Es una oportunidad para aprender y salir reforzado», aconseja. Noticias relacionadas estandar Si Silvia Vidal, psicóloga «Si no te enfrentas al miedo, no vas a demostrar a tu cuerpo que no pasa nada» Melissa González estandar No Prevención de recaídas o cómo ayudar a detectar potenciales situaciones de riesgo para la mente Jesús MatosCómo aprender a relativizarTal como aclara la psicóloga María Padilla, relativizar no significa ignorar los problemas, sino enfrentarlos con perspectiva . Estos son algunas claves de análisis prácticas que pueden ayudar a entrenar esta habilidad: 1. Analiza tu reacción y busca su origen . Si sientes que algo pequeño te afecta desproporcionadamente, pregúntate: ¿De dónde viene esa reacción? ¿Estoy repitiendo patrones aprendidos en mi infancia? ¿Qué me faltó aprender para manejar esto con más calma? Reconocer que nuestras reacciones tienen un origen es el primer paso para desactivarlas2. Pregúntate si esto te importará cuando pase el tiempo . Esta es una técnica sencilla, pero efectiva. Cuando algo te agobie, detente y reflexiona: ¿Esto seguirá siendo importante dentro de un año? La mayoría de las veces, la respuesta será «no». 3. Haz una pausa y respira . Las emociones intensas nos llevan a reaccionar en lugar de responder. Practica la respiración profunda o las técnicas de mindfulness para calmarte antes de abordar el problema. «Un cerebro en calma encuentra soluciones más claras», revela.4. Piensa como un observador externo. Imagina que un amigo cercano está pasando por lo mismo. ¿Qué consejo le darías? Cuando vemos el problema desde fuera, solemos tener una visión más equilibrada y menos dramática. 5. Replantea el problema , cambiando la perspectiva con preguntas así: ¿Qué es lo peor que podría pasar? Si esto le ocurriera a otra persona, ¿lo vería igual de grave? ¿Qué puedo aprender de esta situación? 6. Rodéate de ejemplos positivos . Busca personas que afronten los problemas con serenidad y aprende de ellas. La calma y la capacidad de relativizar son contagiosas, igual que el dramatismo. 7. Desarrolla recursos emocionales. Si descubres que careces de herramientas para manejar ciertas situaciones, debes trabajarlas. Lee, pide ayuda profesional o haz ejercicios que te permitan incorporar nuevos recursos. «La esencia del trabajo personal es aprender lo que no se nos enseñó», explica. Un ejercicio práctico para relativizar Prueba esta dinámica si en algún momento sientes que algo te desborda: escribe el problema en un papel, dibuja tres círculos concéntricos alrededor como ondas en el agua. En el círculo más cercano anota las consecuencias inmediatas del problema. En el siguiente círculo escribe cómo podría afectarte en una semana. En el círculo más alejado reflexiona sobre su impacto en un año. Este ejercicio, según explica la psicóloga María Padilla, permite visualizar que la mayoría de las cosas que parecen graves hoy, apenas tendrán relevancia en el futuro.Una de las herramientas que propone el autor del libro ‘Esencial’, Fernando Botella, es aplicar el sentido del humor. «Hay quien no lo ve apropiado porque parece una frivolidad, pero lo cierto es que hacer una pequeña broma o esbozar una sonrisa en un momento de tensión puede tener un efecto relajante en el ambiente y sanador en las personas que nos rodean y en nosotros mismos», propone. Se trata de un recurso que, según argumenta, nos hace darnos cuenta de que realmente no somos tan importantes como nos gusta pensar que somos y que tampoco son tan importantes las cosas que pasan. Asimismo, el experto está convencido de que también puede contribuir a mirar las cosas con una mayor perspectiva: «Dentro de 100 años nadie se acordará ni de nosotros ni de nuestros problemas, así que, ¿por qué deberíamos dedicarles nosotros más tiempo y más energía vital de lo necesario?», comenta.Noticias relacionadas reportaje Si Meditar es entrenar la atención, no poner la mente en blanco Raquel Alcolea estandar No Cómo diferenciar el bajón emocional de la depresión Melissa GonzálezTécnicas útiles para relativizarUna filosofía acertada, según sugiere Fernando Botella es la que aprendió de uno de sus profesores: «Si lo que te ha pasado tiene remedio, no vale la pena preocuparse por ello. Y si no tiene remedio, tampoco», recuerda. Por eso el experto propone estas técnicas que pueden contribuir a entrenar esa práctica de relativizar: 1. No ponerse la venda antes de la herida . En general, tendemos mucho al drama cada vez que se produce una noticia inquietante. «A veces, ni siquiera hace falta que se trate de un hecho constatado, sino que basta un mero indicio, un rumor o una sospecha para ponernos en lo peor», apunta Botella. Por eso el experto explica que antes de pensar en que se avecina el ‘Armageddon’, conviene respirar y analizar de manera fría si de verdad hay motivos para dar credibilidad a ese rumor, indicio o sospecha. Y si lo hay, aconseja pensar en cuáles podrían ser las consecuencias objetivas del mismo, su alcance y sus implicaciones para nosotros. 2. Buscar el lado bueno . «Como decían los Monty Python, siempre mira el lado brillante de la vida. Porque es casi seguro que lo tiene», propone. Un despido, por ejemplo, puede ser la oportunidad que estábamos esperando y no nos atrevíamos a perseguir para encontrar un empleo mejor. Y esa es una muy buena forma de quitarle hierro a cualquier evento que pueda sucedernos, según asegura Botella. 3. Trabajar la actitud. Hay una enorme cantidad de cosas de las que nos suceden que escapan a nuestro control , y lo mejor que podemos hacer es aceptar ese hecho lo antes posible. Pero sobre lo que sí podemos ejercer cierto control es sobre la manera en que encajamos esas cosas que nos pasan y que nos toman por sorpresa. «Podemos entrenar nuestra mente para aceptar lo que venga, sea lo que sea, no con resignación o derrotismo, sino con realismo», sugiere. De esta forma, estaremos preparados para, una vez recibido el golpe, comenzar a trabajar en algún tipo de respuesta.¿Qué pasa cuando nos faltan recursos?A menudo el dramatismo surge por una falta de recursos emocionales para afrontar determinadas situaciones, de modo que si no se aprendió a gestionar el estrés, manejar el rechazo o superar el fracaso, es lógico que esas experiencias puedan desbordar a esa persona. Pero eso no significa que deba quedarse en ese lugar, pues es algo que se puede aprender a través del trabajo personal: lectura, cursos o terapia psicológica. La clave, según propone la experta de Capital Psicólogos, es dar a cada cosa el valor que merece, entender que la vida está llena de matices y ser consciente de que los problemas, ya sean grandes o pequeños, son oportunidades para crecer. «Las personas que aprenden a relativizar son más felices porque no cargan el peso de cada inconveniente sobre sus hombros», revela.
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