Pinturas rupestres a 210 metros de profundidad: la cueva que asombra a Colombia

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Pinturas rupestres a 210 metros de profundidad: la cueva que asombra a Colombia

Los primeros trazos empiezan a los 158 metros de profundidad. En un instante, la mente se ilumina mientras las linternas de cabeza dejan de enfocar el suelo para desvanecer la oscuridad pegada a las paredes. En cámara lenta, una increíble bóveda que se abre sobre nosotros como un cielo de roca. Entonces, siguiendo las formas, tratando de adivinar el significado, aparecen las preguntas: ¿cómo llegaron hasta aquí? ¿Era este espacio una cámara ceremonial? ¿Con qué pintaron la piedra? Ahí están, figuras y trazos de color negro intenso, algunas otras un poco borradas por los siglos, pero presentes. Algo nos tratan de decir.Aún no hay respuestas. Pero todas estas preguntas y más se ha hecho Carlos Lasso Alcalá las veces que ha visitado esta caverna con 210 metros de profundidad o «desarrollo» y que visitamos para hacer la cartografía de la mano del geólogo-espeleólogo Gonzalo Valdivieso. Este investigador del Instituto Humboldt, con acento entre andaluz y caribeño, se especializa en todo lo que no se ve, lo que lo hace el gran experto en ecosistemas de ríos subterráneos, cuevas sumergidas y acuíferos de Colombia, aunque el oficio de este español de nacimiento lo llevó primero a Venezuela, donde fue investigador por muchos años, y de allí dio el salto a este país hace 15 años. Siempre en movimiento, ahora Lasso parece estar atrapado por esta caverna. «Son pocas pinturas, pero muy significativas por varios motivos: el primero, están hechas con carbón y, segundo, para llegar allí, a esa profundidad, tuvieron que estar mucho tiempo, adentrarse con antorchas o lámparas con aceite o cera o cebo de guácharo, algún material que usaran entonces», dice el biólogo-espeleólogo. Pocas pero impactantes, muy distintas al rico universo del arte rupestre de Chiribiquete, la Capilla Sixtina de la Amazonía, que está en Colombia y en 2018 fue declarada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Porque si Chiribiquete encandila, esta cueva ilumina el pensamiento. O al menos la imaginación.Arriba, una foto de la nave central de la cueva. Debajo, un detalle de unas de las pinturas y un retrato de Carlos Lasso Poly MartínezSi salir de las cavernas no fue fácil para los humanos; regresar a ellas no es menos difícil. Recorrer esta fue un proceso lento por la rotunda oscuridad y la necesidad de ir iluminando el paso por la cantidad y variedad de tamaños de las piedras y formas que hay en el suelo. Tampoco fue rápido llegar a la boca de la caverna, luego de subir y abrir monte, seis horas de recorrido entre Bogotá y Barbosa, tres horas de Jeep por trochas para llegar a la vereda desde la que partiría la expedición. Además, nos tomó tiempo la preparación previa: un café para llevar energía, trajes especiales para la ocasión, tapabocas, cascos, guantes, luces, aparatos, morrales y medidas de protección que evitaran la temida histoplasmosis. Ya listos, el primer paso obligatorio: encender un tabaco, pedirles permiso a las ánimas que cuidan no solo la entrada con sus serpientes, murciélagos y enramadas, sino todo lo que hay adentro, que nada tiene que ver con El Dorado fantasioso de guaqueros y ladrones. Y allí surge otra duda: ¿quiénes las hicieron? Las primeras pinceladas las da el antropólogo Fernando Montejo Gaitán, coordinador del grupo de Patrimonio del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, y quien pronto viajará con el profesor Lasso a ver de cerca estos registros e iniciar el análisis técnico de lo que hay. «Uno de los temas clave es la cronología de esas pinturas, presumo de carbón vegetal, hechas con el mismo fuego con que llegaron a ese lugar. Eso debió ser un desafío tremendo entonces pues no hay cómo acceder en completa oscuridad». Y sobre los habitantes y posibles autores, agrega: «En arqueología solemos clasificar las pinturas por los trazos y figuras geométricas; esto tiene una coherencia en las regiones, pero esta no se ha registrado arqueológicamente y no tenemos el reporte científico del contexto; solo sabemos que hay restos óseos y cerámicos utilizados para la cotidianidad o rituales. Ahora pasamos a hacer la caracterización y a definir medidas de manejo».Noticia Relacionada estandar No Recuperados más de cien restos de mamuts expoliados de un yacimiento en Granada ABC Andalucía Tres personas han sido puestas a disposición judicial por delitos de daños y expolio, apropiación indebida de material de interés científico-cultural y encubrimientoLasso tiene sus propias investigaciones, que coinciden con la relevancia que otorga Fernando Gaitán y ayudan a dar perspectiva. «El primer dato a destacar –dice Lasso– es que, en América del Sur, el único registro que conocíamos acerca de pictografías o arte rupestre dentro de cuevas en zonas con total oscuridad correspondía a la Amazonia brasileña, donde se descubrieron petroglifos y pinturas en la zona más profunda de una cueva en Ruropolis, Pará. Por esta razón, este descubrimiento en Santander sería el primero para Colombia y el segundo para Suramérica». A pesar de la singularidad de esta caverna, al detenernos frente a los pictogramas hay algo que resulta familiar. Ciertos trazos y la composición de algunas figuras ya lo tenemos codificado, como herederos de culturas precolombinas; intuimos las espirales y podemos captar figuras humanas con adornos propios de caciques, además de la fascinante geometría y el volumen que se alcanza a presentir. «El arte rupestre que vimos muestra algo de similitud con el registrado por los guanes en el cañón de Chicamocha y río Suárez –conocido como Arte Rupestre Xerirense–, pero tiene particularidades propias como el uso exclusivo del color negro y una mayor representación de figuras antropomorfas en proceso de transmutación o de transformación hacia lo geométrico. La representación de estas últimas es clara. Me atrevo a decir que es único, tal vez con fines ceremoniales, místicos, cosmológicos y un trasfondo mágico-religioso, que implicó una preparación detallada». Pronto los antropólogos y el carbono 14 nos darán más pistas y algunas verdades.Por ahora, volver a las cavernas deja de ser una figura retórica: es una necesidad. En su profunda oscuridad arrojan luz sobre el pasado y sobre ese universo subterráneo –sin ojos, sin tanto colorido y silencioso– que pareciera soportar con las delgadas patas o minúsculos cuerpos de sus habitantes el mundo visible y bullicioso que trata de sobrevivir arriba.

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