En cualquier escenario de dopaje , antes, ahora y en el futuro que vendrá, el ladrón siempre va por delante de la policía. En esa carrera permanente contra el tiempo y el afán de acortar los plazos para detectar la trampa, las autoridades antidopaje localizan los focos de corruptela en el deporte cuando el uso de una sustancia se ha generalizado o, al menos, se ha extendido. Sucedió en los ochenta con los anabolizantes, en los noventa con la EPO, en el cambio de siglo con el regreso a las viejas recetas de las transfusiones sanguíneas y en la última década con los péptidos y las gotas mágicas que adulteran el deporte, los SARM. La última droga indetectable, según aseguran a ABC fuentes del antidopaje español, procede del mundo de las carreras de caballos. Una abreviatura con veneno, SGF 1000.Como sucedió en su momento con otros productos que ingresaron en la nomenclatura del dopaje hace años ( AICAR, TB 500, GHRP-6), el SGF 1000 no ha sido certificado por ninguna autoridad sanitaria mundial para el uso en seres humanos. Al contrario, ni siquiera se puede considerar un medicamento.Noticias relacionadas estandar Si dopaje El salvaje oeste en Kenia: 121 atletas suspendidos por dopaje José Carlos Carabias estandar No Tenis Kyrgios: «Que los dos números 1 estén acusados de dopaje es asqueroso para nuestro deporte» Javier AsprónA diferencia de otras sustancias como la EPO, que se emplea en medicina para curar la anemia o se aplica a enfermos con insuficiencia renal crónica, estamos hablando de química en estado puro, un producto elaborado con la composición, propiedades y transformaciones de los elementos de la tabla periódica.Antes de su desembarco en el deporte, el SGF 1000 solo se había experimentado en competiciones de animales ( caballos y también camellos en las carreras del desierto), por lo que sus efectos en humanos son una incógnita.Las primeras noticias como fuente de fraude del SGF 1000 provienen de Estados Unidos. Un ejecutivo de Kentucky, Michael Kegley, y el veterinario Kristian Rhein fueron acusados por la venta y distribución de una sustancia «mal etiquetada y adulterada» que mejoraba el rendimiento de los caballos. Un producto se considera «mal etiquetado» o «adulterado» en EE.UU. si no tiene la aprobación para su uso en un animal por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos americana. En la web MediVet Equine, la empresa matriz donde empezó a comercializarse el SGF 1000, se asegura: «En 2006, la investigación y el desarrollo de MediVet comenzaron en Australia con la Universidad de Sídney».Caballos y camellosPosteriormente un preparador de caballos, Jorge Navarro, se declaró culpable ante un juzgado de Nueva York de dopaje de animales, comercialización y distribución de sustancias prohibidas en las carreras de equinos. Navarro admitió el uso del SGF 1000, en inyectables de aplicación intravenosa que se fabricaba en lugares no autorizados y que contenía elementos que mejoraban el rendimiento de los caballos y no eran detectables en los exámenes toxicológicos. El SGF 1000 contiene hormonas de crecimiento presuntamente extraídas de placenta de oveja , y su utilización se promovía como un vasodilatador capaz de reducir el ritmo cardíaco del ejemplar, aumentando así su resistencia.El SGF 1000 también se comercializa en la empresa australiana Vecta Animal Health, que promociona el fármaco como una «fórmula innovadora que consiste en proteínas placentarias regenerativas, citocinas (reguladores polipeptídicos de diversos orígenes embriológicos), péptidos, potentes factores de crecimiento y moléculas de señalización derivadas del extracto de placenta ovina».En la descripción del producto, Vecta promete que SGF 1000 contiene factores de crecimiento que estimulan el proceso de formación de nuevos vasos sanguíneos, regeneran el hígado dañado, producen más energía, aceleran la cicatrización de heridas y poseen potentes efectos anabólicos. Una solución instantánea para las microrroturas musculares tan comunes en el deporte.Estamos ante una sustancia cara como dopaje, la caja de 12 inyecciones cuesta 2.400 euros, difícil de conseguir y que no se busca en los controles antidopaje. No está pautada como medicamento prohibido en el Código de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y, por tanto, es indetectable en los laboratorios. Posee otro trazo deseable para los deportistas tramposos: tiene una vida media muy corta, en una noche el cuerpo la metaboliza. Una inyección a las diez de la noche, un pis a las ocho de la mañana siguiente, y la sustancia ha desaparecido del organismo.Los SARMEl pasado junio, la policía italiana detuvo a Andrea Piccolo. La joven promesa del ciclismo transalpino tenía en su poder SGF 1000. Su equipo, el Education First (EF), lo despidió de manera fulminante. Según la nota de prensa, había ingresado en el país procedente de Colombia «bajo la sospecha de portar hormona de crecimiento».Hace dos semanas la Agencia de Acreditación y Certificación Nutricional UCAM, la Sociedad Española de Medicina del Deporte (Semed), la Agencia Antidopaje Española (Celad) y la Organización Médica Colegial alertaron en una nota conjunta de la propagación entre los deportistas españoles de los SARM, las gotas mágicas con fuerte poder anabolizante. Los SARM son la moda para rendir más, el SGF 1000 es el veneno de insospechados riesgos para el organismo humano.
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