Carlos es un esclavo de su dopamina. El querría no estar enganchado al teléfono, pero de repente su dopamina toma el control de su mano derecha, la dirige irremediablemente al bolsillo de su americana y coge el teléfono con intenciones de sacarlo de tan oscuro escondrijo.La dopamina que circula libremente por todo el cuerpo de Carlos tiene ese gesto muy bien estudiado ya que lo suele realizar varias decenas de veces por hora. « La dopamina me controla », dice Carlos a su amigo mientras toman un café. «Yo no quiero mirar el teléfono, pero la dopamina me tiene enganchado», sigue, «he probado dos métodos de desintoxicación y no hay manera. Soy un yonqui de la dopamina». Mientras me acabo mi café en el aeropuerto y soy testigo de esta conversación empiezo a escribir estas reflexiones. Bueno, cualquiera que sepa de neurología, pero de verdad, sabe que Carlos ni es víctima, ni yonqui de su dopamina. Quizá Carlos es víctima de una tendencia de pensamiento que no se ajusta mucho a la realidad pero que va bien para ganar notoriedad y clientes a sus impulsores, pero de la dopamina no.Decir que miras el teléfono por culpa de la dopamina es como decir que has tenido un accidente de coche por culpa del líquido refrigerante. Sí, tu coche tiene líquido refrigerante, lo necesita para funcionar bien y tienen algunas funciones muy definidas, pero ni provoca accidentes ni está lo más mínimamente implicado en ese accidente que has tenido por distraerte mirando el móvil mientras conducías.Algo así pasa con la dopamina , serotonina o cualquier neurotransmisor que pulula libremente por nuestro cerebro. Claramente todos tenemos dopamina. Bueno todos no, las personas afectadas por la enfermedad de Parkinson tienen un déficit de dopamina y por eso mismo -y algún motivo más- están enfermas. De hecho, el mejor tratamiento que existe hoy por hoy para el Parkinson es la administración de L-Dopa que te sonará de algo y por si no te suena es un precursor de la dopamina, es decir, se convierte en dopamina en el cerebro.Si las adicciones a las redes, al juego o a lo que sea dependiera de la dopamina todos seríamos adictos porque todos tenemos dopamina. A pesar de que la biología y fisiología del cerebro es importante e incluso determinante, los procesos psicológicos son bastante más complejos.Sabemos que la dopamina nos ayuda a perseverar a pesar de la adversidad, pero si lo piensas bien y si nos ponemos a ser estrictos, has acabado tus estudios, sigues una dieta y vas a trabajar cada mañana gracias a la dopamina. ¿A que ya no te parece tan mala?¿Cómo puede ser que la dopamina te haga adicto, perseverante y resiliente a la vez?La dopamina, junto con otros neurotransmisores , estructuras cerebrales, percepciones , interacción con el ambiente, procesos de pensamiento y personalidad acaban provocando que hagamos algunas cosas u otras, pero esto se parece más a una alquimia compleja que a un sólo instrumental en medio de un concierto sinfónico. Es más, todavía no sabemos como funciona más del 99% por ciento del cerebro, es decir, tan solo tenemos una mínima idea de algunas procesos muy sencillos y simples.Noticias relacionadas estandar No Salirse del camino: qué pasa cuando dejas de hacer lo que se espera de ti Tomás Navarro estandar No Técnica para conseguir metas: dividir un sacrificio en esfuerzos pequeños Tomás NavarroUna fábula ilustrativaLlegado este punto me encanta compartir la fábula de los seis sabios ciegos indios que están analizando a un elefante . Uno de ellos dice que tiene la certeza absoluta de que es duro, cónico y frío mientras que otro le rebate que tiene la certeza absoluta de que es blando, flexible, delgado y cálido. A la discusión se añade un tercer sabio que dice que no, que es duro, cálido y fuerte como una gran columna a lo que otro se enzarza diciendo que no, que es delgado, cálido, largo y que acaba con un plumero de pelos.¿Sabes qué? Pues que todos tienen razón, pero ningún tiene visión de conjunto. Pues así andamos en psicología y neurociencia . Ojalá la dopamina controlara las adicciones. Sería sencillísimo acabar con las adicciones. Una pastillita que inhiba la producción de dopamina y listo.Ojalá la oxitocina controlara los abrazos. Una inyección de oxitocina y se acabarían las guerras en el mundo.Ojalá las endorfinas dieran la felicidad . Una inyección de endorfinas y se acaba la tristeza. Perdón, esto si que existe actualmente. Se llama heroína y como sabrás más que acabar con la tristeza provoca el caos en la vida de quien la consume.Querida lectora, querido lector, no culpes a la dopamina de tu comportamiento, no esperes que el cortisol te amargue el día, no hagas nada para aumentar tu serotonina esperando que cambie tu vida. Acabo aquí mi disertación mientras que mis endorfinas se están montando una fiesta por el placer que estoy teniendo al escribir y el cortisol aprovecha para colarse en la fiesta y amargarme un momento de placer. Voy a ver si consigo despertar la norepinefrina para que ponga paz.Puedes descubrir otros consejos de Tomás Navarro ( @tomasnavarropsi en instagram) para poner límites a aquellas personas que nos hacen daño en su obra ‘ Tus líneas rojas’ (Zenith/Planeta) y ayudar a los más pequeños a gestionar las emociones con el libro ‘Rita y el caparazón de oro’, que ha escrito junto a su mujer, Nuria Pablos. Y además, puedes leer aquí otros artículos de Tomás Navarro en ABC Bienestar .
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