No apetecía jugar este partido. Incómodo, a destiempo, desganado. Porque España estaba eliminada del Mundial pero quedaba este último choque del torneo contra Brasil. Y no apetecía. Aun así, la nueva hornada que tiene que llevar los galones a partir de ahora tuvo minutos para experimentar, trabajar más el colectivo, para apuntar las deficiencias que toca repensar y dejar un poso de ilusión para el futuro.Mundial Fase de grupos Brasil 26 España 25España salió al ralentí, sin haberse despegado la frustración, la rabia, la decepción de un campeonato en el que no hubo la alegría ni la coordinación de otros tiempos. Falta rodaje en este conjunto rejuvenecido que necesita ganar experiencia en colectivo y se notó tanto en la fase de grupos, donde las derrotas ante Noruega y Portugal apartaron de la lucha por las medallas, como ante los brasileños, mucho más enchufados desde el inicio.Todo lo que le costaba a los de Jordi Ribera hacer un gol le sobraba a Brasil para hacer los suyos, 1-4 a los cinco minutos. No había efectividad, choques continuos con los brazos rivales o con los porteros. Garciandia, Gurri y Tarrafeta en dos ocasiones estrellaron las ilusiones en la barrera mientras Da Silva percutía sin piedad. Y por si fuera poco, pérdidas de balón y faltas en ataque perjudicaron ese inicio de partido en el que España sumaba un gol en siete minutos mientras Brasil hacía cuatro para el 4-8.Pero hay que aprender a jugar también estos partidos. Aunque en juego esté más la honra y el aprendizaje para el futuro que otra cosa. Por eso Ribera espoleó igual, cariacontecido en la banda hasta que en el tiempo muerto a los 15 minutos buscó soluciones en la joven escuadra española, con la inclusión de los hermanos Cikusa , dándoles directrices, confianza y la oportunidad de crecer a todos en conjunto en la gestión de situaciones adversas.Fue un revulsivo para que los brazos se entonaran tanto en defensa como en ataque. Se redujeron las diferencias y se corrió con más ganas, se empezó a reconocer el gen español, aunque no hubiera un pase a cuartos ni una medalla al final de la hora de juego. A la media hora, España estaba a solo un tanto del conjunto brasileño (13-14).La selección mejoró, hubo más piernas, más lo que le gusta a Ribera. Brillanteces esporádicas que falta por multiplicar en el colectivo. Aire fresco para ilusionar en el mañana aunque toque tener paciencia hoy. Dani Fernández, Víctor Romero, Ian Barrufet…Pero se volvió a trastocar la estrategia con dos errores al ataque, negada la opción de los siete metros, y la efectividad de Montes Da Silva , un látigo en cada lanzamiento. Se unió la poca regularidad, una de las claves de este resultado en el torneo, y demasiados minutos sin gol. Siempre a remolque, con despistes defensivos y faltas en ataque, los de Ribera no dejaron de pelear cuerpo a cuerpo con esta selección que ha revolucionado el Mundial y cuyas raíces están, precisamente, en el gran trabajo que hizo el seleccionador catalán en sus años en Brasil. España creía, espoleada por todos los éxitos que quieren protagonizar ahora los jóvenes. Se llegó al empate gracias a una mayor consistencia defensiva y las carreras al ataque, puro estilo del balonmano español. Pero se volvió a pecar de exceso de ganas, de defecto de lanzamientos, que permitió un último arreón de los brasileños para poner de nuevo dos goles de ventajas. Ian Barrufet tuvo en su mano el empate a falta de diez segundos, pero la jugada ensayada no salió y España se despide del Mundial con una derrota que debe servir de impulso para reconstruir la ilusión para el futuro.
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