«Lo próximo igual lo vemos en Netflix», llegó a ironizar la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé; y es cierto, pues el crimen del canónigo emérito de la Catedral de Valencia conmocionó y mantuvo en vilo a toda la ciudad como si de un ‘true crime’ hollywoodense se tratara. El religioso Alfonso López Benito murió a sus 81 años asfixiado en su domicilio, ubicado a pocos metros de la Seo, lo que suscitó una intensa investigación policial para dar con su asesino, a través de la que se reveló el lado más oscuro del sacerdote. ¿Quién mató a don Alfonso? El 23 de enero de 2024, el grupo de Homicidios de la Brigada de la Policía Judicial de Valencia anunció la apertura de la investigación de la muerte del canónigo emérito, cuyo cuerpo fue hallado en su cama con claros signos de asfixia. El crimen ocurrió días antes, en plena celebración del festivo local de San Vicente Mártir, y fue el portero de la finca quien se encontró el cadáver y se lo comunicó al presidente de la comunidad. En aquel momento, un conocido se acercó para comunicar a los agentes que alguna persona estaba utilizando el móvil del religioso haciéndose pasar por él.Pese a que en los primeros momentos el Arzobispado se mostró conmocionado por lo ocurrido, los hechos que se iban conociendo evidenciaron una atronadora distancia por el pasado del sacerdote . De hecho, lo apercibió hace dos años después de que los vecinos de su edificio presentaran quejas por las personas que acudían a su casa. Según las pesquisas practicadas por los investigadores, el asesinato captaba a jóvenes vulnerables en la calle para mantener relaciones sexuales a cambio de dinero , hospedaje y comida.Noticias relacionadas estandar No Los otros ‘mártires’ tras el crimen del canónigo de Valencia David Maroto estandar No El crimen del canónigo de Valencia: sexo, un apartamento en la playa y un USB escondido en una capilla David MarotoDos días después, la Policía Nacional detuvo a un hombre de 40 años y origen peruano en un hotel por su presunta vinculación con la muerte violenta del clérigo, tras cerciorarse mediante geolocalización que el teléfono robado estaba en su posesión. Además, llevaba consigo dos tarjetas bancarias con las que realizó compras y sacó hasta 1.800 euros en varios días, hecho probado por las grabaciones de las cámaras de seguridad de las sucursales. Las sombras del canónigo fueron puestas en conocimiento de los investigadores por un amigo que ejercía de una suerte de protector, un hombre de origen rumano que conoció hace más de diez años y que también le servía de chófer y acompañante en encuentros con otros hombres. Este habría confesado que don Alfonso recibía visitas de chicos jóvenes sin recurso en su piso de la calle Avellanas y que en alguna ocasión reconoció haber mantenido relaciones sexuales con ellos a cambio de 200 o 300 euros . De hecho, algunos vecinos apuntaron que en una ocasión lo descubrieron pidiéndole a un hombre que le hiciera una felación en el patio de la finca.En paralelo, el mismo testigo relató que el sacerdote también tuvo sexo con un joven con una discapacidad intelectual del 43% que conoció en la estación de autobuses de Valencia cuando pretendía regresar a Badajoz. Se intercambiaron los teléfonos y terminó convenciéndolo de volver a la capital del Turia, donde se hospedó en su casa.Quién mató a don AlfonsoAhora, un año después, la investigación continúa bajo secreto judicial y el principal sospechoso y único arrestado, entre las rejas del centro penitenciario de Picassent, desde donde mantiene que no mató a Alfonso, sino que lo hizo un hombre de origen colombiano que conoció trabajando en la recogida de naranjas , según informó el diario Levante-EMV. Según esta versión, fue el temporero quien habría asfixiado al clérigo en un encuentro pactado para robarle y repartirse el dinero.De hecho, según apunta su abogado, no existe ninguna prueba de que cometiera el asesinato, ya que en el domicilio religioso no se halló resto de ADN del acusado , ni siquiera una huella dactilar como sí había de su guardaespaldas, que ha pasado de testigo a investigado en la instrucción judicial del caso. Sin embargo, no es una versión que Homicidios le dé credibilidad puesto que en las imágenes de las sucursales bancarias sólo se ve al detenido y no a ningún cómplice, que parece desaparecido por arte de magia. Así, el letrado ha solicitado en varias ocasiones conocer el contenido del WhatsApp del canónigo para comprobar sí habló con el tercero en discordia el día de su muerte.Los pendrives misteriososEn paralelo a los affaires con personas vulnerables, a los que captaba en la calle, el juez dictó la apertura de una pieza separada para tratar de averiguar el contenido de hasta siete USB, memorias extraíbles, halladas en el escenario del crimen. Uno de estos pendrives , así como un teléfono móvil, permanecían ocultos bajo llave en una capilla que tenía instalada en su propio domicilio.Tras forzar la cerradura, entre relicarios, libros e imágenes de santos y vírgenes, los agentes encontraron estos objetos dentro de un escritorio que, ahora, han pasado a formar parte de las pesquisas para esclarecer los motivos de la muerte del religioso. No obstante, el magistrado decidió rechazar la petición de la Policía Nacional de volcar y analizar el contenido de las memorias digitales, por lo que un año después se desconoce qué hay en su interior.Alfonso López, natural de Valencia, donde recibió la ordenación sacerdotal en 1969, era doctor en Derecho Canónico y escribió varios libros. Entre 1999 y 2015, fue canónigo de la colegiata-parroquia de San Bartolomé Apóstol y San Miguel Arcángel. También fue párroco en varias localidades valencianas y profesor en el Instituto de Estudios Jurídicos de Valencia y en la facultad de Derecho Canónico. Además, trabajó en el Tribunal Eclesiástico de la archidiócesis.
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