Sinner el infranqueable consolida su dominio en el tenis y gana ante Zverev su segundo Open de Australia

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Sinner el infranqueable consolida su dominio en el tenis y gana ante Zverev su segundo Open de Australia

Jannik Sinner , 23 años y número 1 del mundo, es, por el momento, un tenista intratable, infranqueable e insuperable en esta pista dura del Abierto de Australia, donde consigue su segundo título consecutivo, y su tercer Grand Slam, tras batir sin fisuras a Alexander Zverev , 27 años y 2 del mundo, por 6-3, 7-6 (4) y 6-3 en dos horas y 42 minutos. El alemán aportó su calidad, su saque, su mejorada derecha, su madurez, sus mejores dotes, pero no fue ni mucho menos suficiente ante el italiano, que, en modo autómata, no mostró ni una sola grieta ni en su planteamiento ni en su tenis ni en su físico. Un Sinner que consolida su dominio en el tenis al defender la corona en Melbourne y empezar el año con el alto nivel con el que terminó el anterior.Abierto de Australia Final Jannik Sinner 6 7 6 Alexander Zverev 3 6 3Desde hace justo un año, Sinner pasea por el mundo del tenis con la capa de superioridad que en otras épocas han llevado Federer, Nadal y Djokovic. Ganador de ocho títulos en 2024, incluidos sus dos primeros Grand Slams (Australia y Nueva York), y sin que encontrara demasiados rivales que pudieran hacerle daño, tan completo se había desarrollado el de San Cándido. Pero tenía ante sí en esta edición del Abierto de Australia el reto de consolidar todo lo que había demostrado en ese año mágico. En el que también se vio envuelto en un oscuro pasaje a vueltas con su positivo por clostebol en marzo, que levantó críticos porque no se le apartó del circuito durante la investigación, y que sigue pendiente de resolución por parte del Tribunal de Arbitraje Deportivo.Se planteaba esta final como el primer objetivo de espantar cualquier tipo de dudas, consciente de que defender la corona en Melbourne sería un paso de gigante en su todavía corta carrera profesional. Y se mantiene en lo más alto del tenis con puño de hierro, sólido en todos los frentes, inabordable e impertérrito cualquiera que fuera el golpe del rival, que los sabía potentes y evolucionados.Por eso empieza el choque contra Zverev sin especular. Cuatro primeros saques casi directos, otros tres en el siguiente turno de juego; en blanco. Para ahuyentar sus propios nervios y también para romper desde el inicio el ritmo del encuentro, que no quiere entrar en largos diálogos con el alemán, que es más peligroso que nunca después de un proceso de crecimiento, humildad, madurez y refuerzo mental para conseguir lo que todavía se le escapa a pesar de todo su talento: un Grand Slam.Zverev, 27 años, había apuntado alto cuando apenas rozaba la veintena. Registros precoces cuando ganó su primer Masters 1.000, en 2017, y la Copa de Maestros, en 2018, y etiquetas del próximo número 1 que empezaron a pesar sobre él. Sobre todo porque convivía todavía con los mejores años de Federer, Nadal y Djokovic, y mientras esperaba la retirada del ‘Big Three’, comenzaron a salir por la derecha y por la izquierda los nombres de Jannik Sinner y Carlos Alcaraz que también impidieron su momento. Se lo ha trabajado el alemán. Mucho más maduro después de las dudas, y mejor preparado física y mentalmente después de la triple rotura de tobillo que se produjo en Roland Garros 2022. Sobre todo, más convencido de lo que quiere: llegar a donde no ha llegado nunca: un título de Grand Slam. Con una derecha mejorada, ha mantenido el nivel con el revés y con el servicio, que es como recibir una pelota desde la tercera planta de un edificio. Apuntala con ellos sus turnos de saque con esa potencia desorbitada que saca de sus larguísimos brazos y sus 198 centímetros de altura; pero también intenta castigar desde el fondo, rápido en los desplazamientos y asumida la responsabilidad de atacar ante este Sinner que, no obstante, se mueve de maravilla en las defensas de los primeros compases del primer set.El italiano pronto se convierte en el muro con mil aristas que llega a todo, que ha estudiado al milímetro al rival (que le ha ganado cuatro de los seis duelos), y busca sin descanso los pocos resquicios de este Zverev mejorado. Ligero, concentrado, empieza a activar el modo autómata, y encuentra dos opciones de ‘break’ en el cuarto juego y otras cuatro en el octavo. El alemán resiste en pie cuanto puede, con segundos saques que parecen primeros, pero hay más dudas y más incomodidad en sus respuestas ante la firmeza que muestra el rival. El número 1, con un plan grabado a fuego en la mente que ejecuta sin error, defiende sin desaliento; e insiste e insiste. Incomoda a Zverev al restar todo lo que le llega y, además, sus golpes desde el fondo en cuanto el alemán baja un poco la potencia y la concentración son más definitivos. En esa diferencia llega el ‘break’ en ese octavo juego, porque Sinner defiende todo, rapidísimo de movimientos y de lectura del rival; y en un segundo, ejecuta dos ‘passing’ y un muñecazo para romper la fortaleza alemana. Entiende Zverev que el partido no puede ir por este camino. Que no puede atacarlo todo porque Sinner no atiende a cansancios aunque tenga que recorrerse cien veces la pista de lado a lado; al contrario, llega siempre estupendo, fino, correcto, y puede impactar un ganador en pleno deslizamiento aunque solo tenga un pie firme. Así que baja las revoluciones el alemán, e intenta ganar la confianza perdida en sus golpes con más intención que ataque, para que sea Sinner quien tenga que llevar el peso de la iniciativa. Ya se encargaría de correr si hace falta.Disipa así la incomodidad y las dudas el 2 del mundo y bloquea en parte la superioridad del italiano; su resistencia es más firme en el segundo set a pesar de varias opciones de rotura que se gana el italiano, e incluso hay más valor para un 0-30 con 5-4 a favor y al resto. Pero este Sinner está, simplemente, un par de escalones por encima en momentos cruciales como este: tres casi primeros saques para levantarse del susto y firmar el empate. Y tampoco tiembla con 5-6 a pesar del 30-30. Como si supiera antes de tiempo dónde va a golpear Zverev, antes incluso de que lo sepa el propio alemán, protagoniza el punto del partido: 21 intercambios, en todos los ángulos de la pista, destreza con todos los golpes. Puño cerrado y mirada desafiante a su palco. El robot, a pleno rendimiento.En la igualdad del ‘tie break’ entra en juego también la suerte. Con 4-4, una derecha de Sinner golpea en la red y queda muerta al otro lado. Un ‘mini-break’ que rompe los esquemas de Zverev, y a Zverev entero, y que supuso el clic definitivo para el italiano: dos saques estupendos para atrapar el set y hundir la moral del rival, que volvía a caer a pesar de todo el esfuerzo.Hoy por hoy, nadie está a su altura en pista rápida. En 2024, 50 triunfos por solo tres derrotas en esta superficie; 17 títulos -con este- de 19 conseguidos en su carrera. Porque a partir de esa pelota muerta, a Zverev le puede la frustración. Rabia desatada en el intercambio con un golpe al raquetero y desconcentración en la vuelta a la pista. No encuentra su derecha y tampoco su revés es fiable. No ante este Sinner que tiene el partido bajo su control; inteligencia para cambiar ritmos y agotar a su rival con dejadas, consistencia para impactar un casi ganador detrás de otro (32 en la cuenta final), firmeza con el servicio pues no concede ni una sola opción de rotura, imperturbabilidad en el rostro, y presión, presión y presión ante un Zverev que se deshace en el sexto juego con el enésimo error que llaman no forzado (45 al final), pero ante Sinner eso no se puede medir bien del todo.Lo tiene todo Zverev para ganar un Grand Slam; es mejor que aquel que perdió ante Thiem en el US Open 2020; es también mejor que aquel que perdió ante Carlos Alcaraz en Roland Garros 2024, pero todavía está lejos de este Sinner que cumple tres finales con tres títulos, que ya no tiene freno, que mide cada movimiento, aunque haya corrido más que su rival, para que este sea letal e incontestable. Para consolidar el ‘break’ y mantener la precisión hasta el final. Permite que Zverev, que acabará con lágrimas y dudas de si lo conseguirá algún día, logre su saque para sumar el tercer juego del set; tan concentrado en su propio juego que sabe que podrá sentenciar con su propio servicio. Solo ahí se ve que Sinner es un poco humano, porque yerra con una derecha en el primer punto, pero ahí se ve que Sinner es el número 1, levantado el error con otra derecha paralela, que ahí también es maestro, con el que apagar los posibles nervios. El buen saque y el pasante de revés hicieron el resto. Todo bien, todo preciso, todo impecable. Sinner, la máquina perfecta, campeón del Open de Australia. Sin discusión.

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