El debate sobre la inmigración fractura la política alemana

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El debate sobre la inmigración fractura la política alemana

La sesión del Bundestag de este miércoles, rutinaria y en tiempo de descuento de la legislatura, estaba programada como un homenaje a las víctimas del Holocausto, con motivo del 80º aniversario de la liberación de Auschwitz. Se guardó el minuto de silencio, el presidente Frank-Walter Steinmeier pronunció su discurso de contrición y el protagonista de la jornada habría sido Roman Schwarzman , el superviviente de los campos de concentración nazis invitado a ofrecer su testimonio al pleno parlamentario, si Olaf Scholz no hubiese decidido aprovechar la sesión para hacer una Declaración de Gobierno, potestad y privilegio del canciller alemán. El ataque con cuchillo de la semana pasada, en el que un afgano de 28 años que debía haber sido deportado en 2024 se lanzó contra un grupo de guardería que jugaba en un parque, asesinando a un niño de dos años y al adulto que protegió al resto, ha traspasado el peso de la campaña electoral del desastre económico a la inmigración. Scholz quería fijar la posición del gobierno y afear a la oposición conservadora que no haya apoyado su programa contra la inmigración ilegal, consistente en retirar el estatus de asilo a los refugiados que van de vacaciones a su país de origen, aumentar la detención de espera a la deportación hasta un máximo de cuatro semanas y un refuerzo de los controles fronterizos mediante cuerdos bilaterales con los países vecinos. Scholz no contaba con la reacción del nuevo líder de los conservadores, Friedrich Merz. El candidato de la Unión Cristianodemócrata (CDU) en las elecciones del próximo 23 de febrero no estaba dispuesto a perder pie en el nuevo gran asunto de la campaña y lanzó un órdago a la grande, exigiendo pasar del debate a la votación. Merz presentó tres mociones para aprobar el cierre y control sistemático de las fronteras, de manera que nadie sin permiso o documentación en vigor pueda cruzarlas; las deportaciones automáticas y detención indefinida durante la espera a la deportación; y paralización de los procesos de reunificación familiar. Con ello obligó a todos los partidos a emitir un voto que es ya su retrato oficial de campaña. «Dado que toda la política europea de inmigración y asilo se ha vuelto disfuncional, ¡vean lo que están haciendo ya Dinamarca, Suecia, Finlandia, Italia, los Países Bajos y muchos otros países de la Unión Europea!», respondió a las acusaciones de ilegalidad.Noticia Relacionada estandar Si Los conservadores de la CDU se hacen con la iniciativa de la política migratoria en el Bundestag Rosalía Sánchez Las fronteras de Alemania quedarían definitivamente cerradas a cualquiera sin permiso o documentación en vigor para cruzarlasLa apuesta encerraba un riesgo calculado. Los diputados de AfD, el partido que quiere hacer Alemania grande de nuevo y que es respaldado insistentemente por Elon Musk, votaron ayer a favor de las dos primeras mociones y harán seguramente lo mismo el viernes con la tercera. Se abre así una brecha en el cordón sanitario contra la extrema derecha. «Una decisión correcta no se convierte en incorrecta sólo porque las personas equivocadas estén de acuerdo», argumentó Merz al respecto, en un punto en el que el debate se había convertido ya en bronca.Discurso bronco«¡Tenemos un problema masivo de criminalidad!», intentó Merz hacer reaccionar a los miembros del gobierno, «¿cuántas más personas tienen que morir? ¿cuántos más niños tienen que morir para que entiendan que es el momento de tomar decisiones efectivas?». Scholz acusó a los conservadores de «tolerar el apoyo de aquellos que luchan contra nuestra democracia, que desprecian nuestra Europa unida, que han estado envenenando el clima en nuestro país durante años« y recordó que «desde la fundación de la República Federal de Alemania, hace más de 75 años, siempre ha habido un claro consenso entre todos los demócratas para no hacer causa común con la extrema derecha; ustedes están terminado con este consenso básico en el calor del momento». Atacó frontalmente a Merz, señalando que «hay límites que no debe cruzar como estadista». «La política en nuestro país no es un juego de póquer. La cohesión de Europa no es una apuesta. Y un canciller alemán no debe ser un jugador. Porque en el peor de los casos, decide entre la guerra o la paz».Todo esto sucedía mientras, desde las bancadas de los partidos, se proferían gritos y protestas. Merz escuchó lindezas como «asesino de la democracia» y «nos devuelves a los años 30», para horror de los ancianos situados en la tribuna de invitados, que habían acudido al Reichstag a un acto en memoria del Holocausto y tenían demasiados problemas de movilidad como para salir corriendo por su propio pie. Los ujieres hubieron de ayudar a varios de ellos, aturdidos por lo que estaban escuchando y que deseaban abandonar el acto. «La democracia sólo está en peligro cuando los radicales llegan al poder y yo haré todo lo posible para evitar precisamente eso», se defendía el conservador Merz, «y las suposiciones y especulaciones que ustedes están haciendo aquí, y me conocen suficientemente bien, ¡son infames!». Devolvió además esa pelota directamente contra el gobierno, al denunciar que «la democracia también está en peligro cuando una minoría en el gobierno, y les recuerdo que ustedes, socialdemócratas y verdes, son a fecha de hoy una minoría, ¡ignora los deseos de la mayoría y se empeña en llevar a cabo políticas en contra!».Los ánimos no estaban más calmados en el grupo parlamentario de AfD, donde se gritaban acusaciones de «¡plagio!». «¡Sus cinco puntos contra la inmigración ilegal son nuestros puntos!», acusaba a Merz de robar su programa electoral el diputado Bernd Baumann, «y encima nos desprecian y demonizan, ¡cuando nosotros lo único que hacemos es votar por Alemania!». La única que parecía mantener la calma era la candidata, Alice Weidel, criticó el cordón sanitario como un «acuerdo de cártel antidemocrático» y se ufanó de que Merz «solo tiene posibilidades de lograr aquí una política de asilo dura si forma una coalición con la AfD».Los analistas políticos en Berlín no logran ponerse de acuerdo sobre si esta estrategia servirá a Merz para hacerse con votantes de AfD o si solamente le restará voto de centro. Sólo coinciden en que es una apuesta arriesgada con la que el gobierno de Scholz no contaba. En la última encuesta de YouGov, de momento, los que se desploman son los socialdemócratas, que pierden otros cuatro puntos hasta el 15%, los mismos que sube AfD hasta el 23%. Merz se mantiene hasta ahora en el 30%. La inmigración ilegal, en el foco principal de la campaña, polariza la calle y enfrenta a quienes afirman tener miedo de salir a la calle y no poder soportar más muertes violentas con quienes temen ver en Alemania redadas de deportación como las que se están viendo en Estados Unidos en los últimos días. En este último grupo, por cierto, se inscriben la Iglesia Católica y la Evangélica.

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