«La literatura exige mucha más inteligencia que medicina o matemáticas»

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«La literatura exige mucha más inteligencia que medicina o matemáticas»

Tal vez lo hayan visto haciendo scroll, ahí, en las profundidades del algoritmo, convertido en meme, soltando frases lapidarias, contestatarias, eléctricas. «Pónganse a trabajar, es la mejor forma de autoayuda». «No se puede discutir con quien no sabe razonar». «El protestantismo es el primer paso hacia los campos de concentración». «Si algo han hecho bien los franceses ha sido mentir». «A mi juicio el poema termina en un gatillazo muy disimulado, si se puede simular un gatillazo». «Hablar de literatura feminista es como hablar del mapamundi de Gijón». «La filosofía es el lujo de los pobres, el ocio de los aristócratas y el juego de los psicópatas y los adolescentes». Podría escribirse un libro con esa voz, con ese tono. Ya está escrito. Y ahí leemos: «De haber comprendido el ‘Quijote’, Alemania habría ahorrado al mundo dos guerras mundiales». Y también: «Antes todo era pecado, ahora todo es delito». O: «Los ricos no tienen ideología, tienen dinero». Además, ahí encontramos la que tal vez sea la pregunta más pertinente de este siglo: «¿Eres una persona o un emoticono?»El libro se titula ‘Una filosofía para sobrevivir en el siglo XXI’ (HarperCollins) y lo firma Jesús G. Maestro (Gijón, 1967), catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y, también, estrella inesperada de internet, invitado sorpresa de lo viral. En Youtube, donde sube sus clases sobre ‘Cien años de soledad’ (veinte sesiones de más de una hora cada una, contenido de otro siglo) y sus disertaciones sobre la democracia actual y los peligros del idealismo alemán, entre muchas otras cosas e ideas, acumula más de cien mil suscriptores, y en Twitter (X) es uno de los protagonistas del universo Out Of Context, en el que también es célebre nuestro Juan Manuel de Prada.—¿Cómo lleva esa fama? —Bueno, a mí me da lo mismo, a mí lo que me interesa es la literatura. La fama consiste en que hable de ti la gente que no sabe nada de ti. La fama es una tontería, un engaño, una bobada. Yo no soy youtuber. Yo soy un profesor que expone sus ideas sobre la literatura. —¿Y no le sorprende esta repercusión? —No le presto atención, sinceramente. Lo que la gente haga con mis ideas, eso ya es responsabilidad de esa gente. Yo soy alguien que interpreta la literatura de manera pública, de manera abierta y gratuita, porque me parece que es muy importante que lo que la literatura es, lo que la literatura significa, llegue a todo tipo de personas. Mi objetivo fundamental es hacer que la literatura tenga valor en una sociedad que no sabe valorar lo que la literatura es.¿Y qué es la literatura? «La literatura es un arte suprarracional, está por encima de la razón. El conocimiento literario es más desafiante que el conocimiento científico. Exige ir más allá de lo evidente, lo cual lleva a pensar que la literatura es irracional. Nada más lejos de la realidad: la literatura exige no la negación de la razón, sino una razón superior. La química cabe en una tabla periódica, la literatura no», asevera. Y luego insiste: «La literatura es la forma más inteligente de vivir. La literatura exige mucha más inteligencia que la medicina, que la matemática, que la termodinámica o que la ingeniería naval o aeronáutica. Y por una razón muy esencial: una operación matemática la puede hacer una máquina, una obra literaria no. Una máquina puede escribir un kitsch literario, pero no puede generar una obra literaria que constituya una novedad inédita, porque eso es imposible».Todo empezó, cuenta, con un profesor de bachillerato que le obligó a leer el ‘Quijote’ con catorce años, y que se lo explicó mejor que todos los filólogos que llegaron después. «Aquello determinó mi forma de entender la literatura», asegura. También el mundo, porque ahí encontró los cimientos de su crítica al idealismo, uno de los grandes males de la historia reciente, quizá de la historia de la humanidad. «El ‘Quijote’ informa de lo peligroso que es poner en un puesto de responsabilidad a un idealista, y lo que ha hecho Alemania básicamente desde el pensamiento kantiano es entronizar el idealismo, que reemplaza la realidad por la imaginación. Alemania se creyó su propia mentira histórica, que eran una raza superior, que eran un pueblo elegido…» Leer, dice, no enseña, pero exige, y ofrece así un antídoto contra la ignorancia, una posibilidad de lucidez, que no de felicidad. «La literatura es lo mismo que un instrumento musical. Un instrumento musical no proporciona ningún conocimiento. A mí me ponen un violín delante, un arpa delante, unos timbales delante y yo no sé qué hacer con ellos porque no sé tocarlos. El piano exige disponer de unos conocimientos musicales para poder extraerle un sonido y una calidad musical. Lo mismo ocurre con la literatura». Noticia Relacionada reportaje Si Manuel Vilas: «En España solo quince escritores vivimos de nuestros libros; somos un país subdesarrollado» Bruno Pardo Porto El escritor se suicida en ‘El mejor libro del mundo’, una novela en la que cuenta las miserias de la vida del literato, una sucesión de saraos y ferias en los que cada autor va vendiendo su mercancía como un comercial de las palabrasHoy, sentencia, vivimos en un eclipse literario, pero este no empezó con la llegada de las redes sociales sino en el siglo XVIII. «A finales del siglo XVIII, cuando el mundo anglosajón toma el poder de la hegemonía cultural, la literatura pierde valor. Pierde valor porque el mundo anglosajón no sabe qué hacer con la literatura. Estados Unidos es un país que no sabe qué hacer con la literatura, no la entiende. Shakespeare sería imposible hoy. Inglaterra no tiene un Shakespeare posterior al siglo XVIII. Todavía estamos esperando un ‘Quijote’ escrito en inglés», asevera. «En el siglo XXI la literatura sigue en ese túnel al que yo por el momento no le veo salida. Vamos a un mundo como el que describe Platón en su ‘República’, una república idealista completamente enloquecida donde los poetas están exterminados. Hoy la literatura se ha expulsado de la enseñanza, y eso deja a los seres humanos muy indefensos ante las exigencias de la realidad», remata.

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