‘Los seductores’, de James Ellroy: ¿fue asesinada Marilyn Monroe?

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‘Los seductores’, de James Ellroy: ¿fue asesinada Marilyn Monroe?

Su teñida sombra rubia ya se había proyectado en novelas anteriores del autor aunque un tanto empalidecida como figura de reparto en camas de poderosos y ‘sets’ de filmaciones veladas. Pero —se sospechaba—que más pronto que tarde James Ellroy (Los Ángeles, 1948) decidiría que Ella, por fin, estaba lista para ‘close-up’ protagónico y final. Y aquí está y aquí llega Marilyn Ellroy. Es decir: la Monroe escrita y producida y dirigida por aquel que ya se ocupó de reinventar a Elizabeth ‘Dalia Negra’ ‘Short’. Una Marilyn ‘à la Ellroy’ y bienvenida sea mal que le pese porque se sabe: el ‘Demon Dog’ gusta de reescribir la historia oficial a su manera , imaginando y recompaginando improbables escenas confidenciales que, de pronto, suenan verosímiles y creíbles y, en su salvajismo y ferocidad, tanto más lógicas y posibles en su supuesta imposibilidad. NOVELA ‘Los seductores’ Autor James Ellroy Editorial Random House Año 2025 Páginas 536 Precio 24,90 euros 5Y la Marilyn de Ellroy no es la casi santa mártir de Joyce Carol Oates, ni la evocada por su mascota de Andrew O’Hagan, ni aquella otra evocada amorosamente por Truman Capote o, mucho menos, la que posó para foto leyendo el ‘Ulises’. Tampoco la víctima profesional sacrificada al Sistema en más de setecientas biografías y sumando o la destinataria de ensayos que van del feminismo de Gloria Steinem al machismo de Norman Mailer. No, amigos: la Marilyn modelo Ellroy es la que cuenta —con ese fraseo de ametralladora— el verdadero y auténtico Fred Otash. Un ‘fixer-informer’ de tabloide al mejor postor a quien ya conocimos en su Purgatorio en la anterior ‘Pánico’. Novela que tenía algo de divertimento/pausa en la construcción de un nuevo y portentoso cuarteto angelino con ‘Perfidia’ y ‘Esta tormenta’. Pero los modales escogidos por Ellroy para su Otash N. 2 convierte a ‘Los seductores’ en suerte de bisagra entre su primer ‘Cuarteto’ y la ‘Trilogía Underworld U.S.A.’ en la que nos advirtió que «América nunca fue inocente». Y que él había llegado para ser el más implacable de los jueces. Así, aquí, es el verano de 1962 y Otash es un más bien poco escrupuloso pluriempleado de Jimmy Hoffa, de un cuasi comando de la policía de Los Ángeles, de J. Edgar Hoover y de los Kennedy mientras, en sus ratos libres, practica múltiples posiciones sexuales con la hermanísima de JFK & Bobby y esposa de Peter Lawford. Y todos (incluyendo a tiburones y pirañas de Hollywood; y ahí está ese glosario enciclopédico en las últimas páginas donde Ellroy hace comulgar a los sospechosos de costumbre) hacen y deshacen de las suyas. La Marilyn de Ellroy no es la casi santa mártir de Joyce Carol Oates, ni la evocada amorosamente por Truman Capote Y pronto no hacen otra cosa que preocuparse —no por ella sino por aquello de lo que ella puede llegar a ocuparse— por una demandante y volátil y más inestable que la nitroglicerina Marilyn. Una ‘femme fatal’ y fatalista más que dispuesta para hacer volar todo y a todos por los aires matando el tiempo y, antes de que sus tiempos la maten, cometiendo delitos como forajida amateur y conduciendo su automóvil sin rumbo fijo casi como antecesora directa de las heroínas en trance de Joan Didion. Y la verdad sea dicha: Ellroy nunca le tuvo mucha simpatía a Marilyn ni parece haberla considerado digna de su atención/obsesión. Y es esto y este desapasionado desinterés por el mito y por la mitómana, paradójicamente, es lo que hace de ‘Los seductores’ y de su ‘star’ a punto de nova y agujero negro algo verdaderamente apasionante en su frialdad casi clínica. Así, Otash (y Ellroy) sigue y persigue a Marilyn —primero viva y luego muerta con memoria fotográfica y cada vez más conspiranoide—. Y la diagnostica y la reporta —entre un psiquiatra y otro— mientras olisquea sus sábanas aún tibias: «Marilyn engatusaba a la gente. Utilizaba a la gente. Poseía tres estilos en su trato con los demás. Era mandona, era recatada, era efusiva. No me caía bien. No me convencía. Sus dotes de actriz y su presunto gancho me dejaban frío… Marilyn siempre tuvo un séquito de aduladores, lameculos y medicastros que tomaban las decisiones por ella y le decían que era un genio… Y ahora estaba muerta. La sentí y la olí en mí y en todas partes». Y detalle atendible para quienes no estén del todo familiarizado con el Método Ellroy o prefieran su ración de ‘noir’ nunca mejor servida pero sí más fácil de digerir: la cautivadora ‘Los seductores’ es una de las novelas de Ellroy más ‘ordenadas’ para los no iniciados . Una perfecta puerta de entrada para el ‘ellroyano Mondo Cane’, una perfecta puerta sin salida para los que ya entraron en su perrera. Lo que, claro, no significa que algo haya cambiado. Todo sigue igual: Ellroy continúa despreciando a Raymond Chandler y por supuesto, como nosotros, adorando a James Ellroy. Ese quien, en su anterior visita a Barcelona, me dijo: «Estoy convencido de lo mejor de lo mío está aún por venir. No tengo duda alguna de que seré recordado como uno de los grandes escritores de mi país… Si lo mío es para muchos novela negra, bueno, sepan que lo es con una escala épica y trascendental. En Europa ya lo tienen claro. En Estados Unidos, suele ocurrir, demorarán un poco más en asumirlo y admitirlo. Pero ya estoy resignado: nunca recibiré los grandes premios literarios de mi país porque me consideran un escritor ‘de género’ sin importarles el hecho de que el género en cuestión, el ‘hard-boiled’, sea el que mejor define y explica la esencia de nuestro espíritu… También, no está de más apuntarlo, soy un ‘best-seller’». Cuidado con El Perro: no solo ladra, también muerde.

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