Ni en el lado europeo de Estambul ni en el asiático. El Real Madrid cerró una semana muy dura en la urbe turca tras caer el martes ante el Efes y hoy contra el Fenerbahçe (78-65), dos derrotas donde mostró su versión más irregular, débil en lo mental, demasiado susceptible a las decisiones arbitrales y con una facilidad preocupante de colapsarse en ataque. Es cierto que ante los de Jasikevicius no contaron ni con Musa ni con Hezonja , sus dos mejores anotadores, pero sus otros héroes, Campazzo y Tavares, fueron incapaces de imponerse a la defensa local y al acierto de Nigel-Hayes y McCollum . Sin embargo, lo más preocupante es el desplome que sufren los merengues en la tabla tras sumar tres tropiezos consecutivos en la Euroliga. Son décimos y, esta misma jornada, pueden quedarse fuera de los puestos de repesca para los playoffs. Aún quedan ocho encuentros, pero en esta competición nadie regala nada, ni un respiro. Horroroso fue el inicio de partido, apagados ambos bandos, sin ideas a la hora de meter canastas, que es la clave de este deporte. No llegó la primera para los locales hasta que ya habían transcurrido casi cuatro minutos, obra de Hayes-Davis . Al Madrid le costó todavía más, unos cinco, cuando Tavares machacó el aro con ambas manos. Ya descorchados los aros, fueron los turcos los que mejor salud mostraron, algo coaccionados los blancos por las bajas de Musa y Hezonja en una de las canchas más calientes del continente, más después de percatarse sus aficionados de que José Mourinho , entrenador de la sección de fútbol, estaba en primera fila. Resultaron los recién llegados, Smith Júnior y Bruno Fernando , los que sacaron a los merengues del atolladero. El estadounidense generaba mucho peligro con sus penetraciones y el angoleño disfrutaba gracias a su superioridad física. Esa combinación, unida a la clarividencia de Campazzo , siempre entonado, permitieron al Madrid firmar un gran parcial para finalizar el primer cuarto con un empate en el marcador (16-16). El guion era muy tosco, parecían empeñados los protagonistas en acumular más errores que sus rivales. El Fenerbahçe centraba su juego en el tiro de tres, mientras que los visitantes intentaban suministrar de balones a sus pívots, aunque ninguno tenía demasiado éxito. Fue el ímpetu de Feliz y Hugo González , alto su nivel en los últimos encuentros, el que permitía que los de Estambul no se distanciasen en el electrónico, al mismo tiempo que algunas decisiones arbitrales elevaban la temperatura de la gradas. Tras un triple de Melli y dos bandejas de Pierre , los locales se pusieron a siete, la máxima de la tarde. Los golpes no obtuvieron respuesta y, cuando sonó la bocina del descanso, el Madrid estaba contra las cuerdas (40-28). Noticia Relacionada Darán que hablar… estandar Si Cooper Flagg, la gran esperanza blanca del baloncesto Pablo Lodeiro El alero, solo 18 años, aspira a ser el primer estadounidense caucásico desde 1977 en ser elegido como número uno del Draft de la NBA. Incluso la selección de su país lo utiliza de esparrin con sus estrellasSabían que debían entregarse a la defensa para cambiar su dinámica y los pupilos de Chus Mateo mostraron mucha pericia para hacer retroceder a los turcos. En ese momento, Llull comenzó a efectuar sus clásicas diabluras e hizo reducir la desventaja a solo cinco puntos, pero sus rivales, tras el shock inicial, supieron mantenerse en pie ante la tormenta española. Como ante el Mónaco y el Efes, el Madrid comenzó a desquiciarse ante las decisiones arbitrales ( Chus Mateo se llevó su cuarta técnica en los últimos tres encuentros), incapaz de rebotear ante la energía de Colson y acumulando demasiadas pérdidas hasta el final de la tercera manga (58-47). Nigel-Hayes , ante el descalabro blanco, firmó una descomunal serie de tiro, demasiado liberado el ex del Barça, eso sí. Guduric se unió al estadounidense y la fiesta en el infierno turco fue total, gargantas irritadas de manera justificada, pues su equipo estaba aplastando a un once veces campeón de Europa, que tuvo que ser protegido por la policía en los minutos finales ante la presión de la grada local.
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