Se vino el cine español a bailar y a cantar a la sombra de la Alhambra, y durante más de tres horas de gala lo hicieron hasta que a última hora se pusieron serios para consagrar los dramas de ‘La infiltrada’ y ‘El 47’. Un giro de guion inédito en 39 años de Goyas, ya que jamás se había dado un ‘ex aequo’ en la categoría principal (solo hay un precedente, en 1991, a mejor corto). Ni ‘Segundo premio’, con el corazón, el alma y la cabeza en Los Planetas, iconos de esta ciudad; ni ‘La estrella azul’, joya que celebra la pasión por el arte por encima de la fama del artista les pareció la mejor película del año a los académicos, que apostaron por el consenso y el reparto. Un empate que hace historia y todos contentos, incluso Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, que se llevaron el segundo premio, mejor dirección.Claro que para llegar a esa reunión en la cumbre (otro clásico de Los Planetas), a ese momento que es historia del cine español con dos películas ganadoras, hubo que transitar por una gala más larga que subir al Albaicín un 15 de agosto. Y eso que empezó al puro estilo Hollywood, con Richard Gere en primera fila atento a ver cómo varios actores españoles se atrevían a cantar ‘Bienvenidos’ con Amaral. No eran Anne Hathaway y Hugh Jackman en los Oscar de 2013 pero fue una muestra de poderío interpretativo patrio que encima contó con la complicidad y la ovación del público cuando salió el propio Miguel Ríos, que para algo jugaba en casa.Fotogalería | las mejores imágenes de la ceremonia ABCRichard Gere en primera fila no parecía enterarse mucho pero disimulaba como solo las grandes estrellas saben hacer. Por si acaso, el viejo rockero se lo dijo en inglés. «Free Palestina». Eran las 22.07 y la reivindicación política había llegado antes que el vídeo promocional de Granada, que es al fin de cuentas la que paga (parte) de la fiesta. Después de Palestina, las primeras palabras de las presentadoras, Maribel Verdú y Leonor Watling, fueron de recuerdo para los fallecidos por la DANA de Valencia. Porque eso fueron los Goya de 2025: un gran mitin de todas las causas posibles amenizado por actuaciones musicales y que, entre medias, repartió 28 premios. Cómo sería la noche de discursos políticos que en una ocasión, mientras el equipo de mejor película de animación hablaba de refugiados climáticos y de ayudar a los inmigrantes, enfocaron a Ernest Urtasun, portavoz de Sumar y ministro de Cultura, y estaba repanchingado en la butaca con más ganas de acabar que de activismo político. Y todavía le quedaba una hora y 40 minutos de lo mismo. Porque aquí la cosa debería haber ido de cine, de un año histórico para la industria que, sin grandes figuras estrenando película en 2025 salvo Pedro Almodóvar, demostró la fuerza de una clase media que tiene más que decir que recursos. Los académicos se lo tomaron en serio, dando y repartiendo a unos y a otros Goya técnicos por doquier, con ‘El 47’, ‘La virgen roja’, ‘La estrella azul’, ‘Marco’, ‘Segundo premio’, ‘La habitación roja’… Todos salvo ‘La infiltrada’ subieron a por un ‘cabezón en las dos primeras horas y media de gala. Eso al principio, porque al final, cuando ya acabó todo lo superfluo, se apostó por lo tópico, lo obvio y lo esperado, cada cual que elija: Almodóvar ganó mejor guion adaptado por ‘La habitación de al lado’ (su discursó «alertó» antes de la extrema derecha que alabó a sus actrices); Albert Sola el de original por ‘Casa en flames’ (gran discurso el suyo para las madres); Eduard Fernández con ‘Marco’ se llevó el de mejor actor y Carolina Yuste, mejor actriz por ‘La infiltrada’ (impepinable decisión).«Bienvenidos a nuestra ‘Graná’, nuestro pequeño reino», dijo Soleá Morente, que entregó junto a Estrella el premio a mejor música original a Alberto Iglesias, que suma ya 12 en su carrera, y anoche se lo volvió a llevar por otro trabajo con Pedro Almodóvar. Antes, el clan Morente se había grabado en la Alhambra en una actuación espectacular que fue seguida por Dellafuente y rematada, ya en el escenario principal, por Lola Índigo. Todos de Granada, una ciudad que se volcó en los premios y que tuvo que ver a Alejandro Sanz reinterpretar un clásico de Triana. Y sí, hubo mucha música en los Goya, pero la ganadora a mejor canción original, La Tania, no quiso cantar. Y eso que el premio se lo dio Jorge Drexler justo cuando se cumplen dos décadas de su contrashow en los Oscar, ese en el que se arrancó a capela ‘Al otro lado del río’ porque no le dejaron hacerlo antes por no ser suficientemente famoso allí. Pero La Tania, acompañada de Yerai Cortés y de C. Tangana, dio «gracias a la vida» y se marchó corriendo. Tangana, ya como Antón Álvarez, subiría después a recoger «como un intruso» el premio a mejor documental por ‘La guitarra flamenca de Yerai Cortés’. Y es que la noche no podría ser más musical, más gitana. «Que Dios ‘sus’ bendiga a todos», dijo la madre de Yerai, la más natural de la noche junto a Salva Reina, primer Goya de la fiesta, que fue consagrado como mejor actor revelación por ‘El 47’. Aunque el discurso más especial lo declamó Javier Macipe, que se ha hecho un hueco entre los grandes al ganar el de director novel con ‘La estrella azul’. Dio los agradecimientos en verso, y lo hizo con gracia, sin olvidarse de nadie, hasta mencionó a la Virgen del Pilar. «Hasta el director más ateo, sabe que el cine es milagro». Si todos hubieran sido como Macipe, los Goya serian un lugar mejor. Así, entre vídeos de homenaje a Lorca, a José Val de Omar, al bailaor Mario Maya, al arte de Enrique Morente, a la historia de Manuel de Falla, al reconocimiento de Mariana Pineda… Y muchos más a Marisa Paredes, avanzó una fiesta del cine que por la tarde, durante la alfombra roja, estuvo marcada por la polémica de Karla Sofía Gascón y su cancelación después de unos tuits racistas hace varios años. Su película, ‘Emilia Pérez’, se llevó el premio a mejor filme europeo. «Ante el odio y el escarnio, más cultura», dijeron los distribuidores españoles, que a diferencia de los americanos de Netflix, sí se atrevieron a mencionar el nombre de la de Alcobendas. Una figura que sobrevoló el escenario mismo cuando Maribel Verdú presentó el Goya de Honor a su amiga del alma Aitana Sánchez-Gijón: «Aitana ha aguantado 40 años en la élite de un mundo donde aguantar más de dos minutos es un auténtico milagro», dijo. Aunque para milagro, Richard Gere. Lo presentó Antonio Banderas, recordando ‘Oficial y caballero’, cuando medio mundo suspiraba por él, y después, el vídeo de homenaje se lo refrescó al otro medio, por si a alguien se le había olvidado su atractivo de juventud. Cuando subió al escenario, con sus 75 años y bajo la atenta mirada de su mujer, Alejandra Silva, evidenció que hay presencias que los años no pueden robar (y traducciones que la IA no sabe hacer). Se puso el público en pie, todos con los teléfonos en la mano, porque aquí había muchos cineastas pero no tantas estrellas. Lo que sí hubo en los Goya, como siempre, fue demasiada política. A cambio este año hubo música. E historia.
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