¡Alemania kaput!

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¡Alemania kaput!

Wolfgang Münchau es uno de los periodistas más influyentes de Europa. Acaba de publicar ‘Kaput: el fin del milagro alemán’ (Plataforma Editorial, 2025), un libro donde ajusta cuentas con la economía de su país de origen de manera despiadada. Münchau, que perteneció al equipo que creó el ahora desaparecido ‘Financial Times Deustchland’, construye un ensayo donde todas aquellas cosas que desde España nos parecían admirables de Alemania tienen una cara B siniestra. Su obsesión manufacturera, por ejemplo, los llevó a despreciar la llegada de la revolución digital. Su predisposición a exportar y a creer que el superávit comercial era un indicador religioso de que se ganarían el cielo, les hizo ignorar la advertencia de Paul Krugman de que «el beneficio real del comercio llega a través de las importaciones, no de las exportaciones». La politización de su banca volvió ineficiente y poco creativo su mercado de capitales y muy poco competitivo su sistema financiero. Su apuesta energética por los combustibles fósiles rusos (Nord Stream no se fabricó en el siglo XIX), ya se ha visto dónde ha acabado y quizá haya formado parte de los seguros que Putin creía tener a la hora de invadir Ucrania . El pacto entre la CDU de Merkel y los socialdemócratas, la llamada Gran Coalición –que en España despierta un enorme aprecio porque pensamos que podía haber evitado pasajes lamentables de nuestra historia–, simplemente garantizó que durante doce años no hubiera una oposición efectiva en el Parlamento alemán y las equivocaciones resultaran tontamente consensuadas.No pasaría nada si Alemania no fuera uno de los pilares del proyecto europeo, al que ha impregnado con su capitalismo renano, tan del gusto de los cristianodemócratas (CDU/CSU) y socialdemócratas (SPD) que los hace indistinguibles, y que es responsable en gran parte de la falta de adaptación de la Unión Europea a las señales de mercado que es tanto como decir a las de la modernidad misma. Cuando Núñez Feijóo y los suyos defienden la falta de rasgos liberales en las políticas del PP siempre dicen que «estamos en Europa», como si no hubiera más remedio que apuntarse a los errores alemanes.El otro pilar europeo es Francia, un país agostado por el tamaño de un Estado que se lo ha comido. Desgraciadamente, ya no hay una Alemania pujante que compense los desvaríos franceses. Así que aunque Münchau está escribiendo de Alemania, en realidad podría estar hablando del futuro de Europa. Al menos en dos ocasiones, el autor recuerda que el momento en que se dio cuenta de que el milagro alemán descarrilaba fue con el llamado ‘dieselgate’, cuando antes de innovar, l os patrones del automóvil prefirieron engañar a autoridades y clientes para darle unos años más de vida a un modelo periclitado. Ustedes pensarán que los alemanes están debatiendo intensamente sobre el libro de Münchau ahora que tienen elecciones. Pues no, los partidos han preferido hablar todo el rato de la ultraderecha. jmuller@abc.es

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