«Aunque parezca mentira, hemos acabado. Visto para sentencia». Con estas palabras, el juez Fernández-Prieto ha puesto fin a 15 días de juicio oral por el ‘caso Rubiales’. Tras escuchar las conclusiones de las defensas, que han solicitado la absolución de sus clientes ante lo que consideran una falta de hechos delictivos, el juez deberá valorar los informes de cada una de las partes y decidir si acepta o no la petición de la Fiscalía, que solicitaba dos años y medio de prisión para el expresidente de la RFEF Luis Rubiales por un delito de agresión sexual por el beso «no consentido» y año y medio para el resto de acusados por coacciones.En su informe, el abogado del exseleccionador Jorge Vilda ha rechazado cualquier tipo de coacción, dado que las acusaciones se limitan al viaje de vuelta en avión hacia España desde Australia, cuando se acercó a hablar con Rafael Hermoso, hermano de la víctima, para intentar «buscar una solución» a la gran bomba mediática que se estaba generando tras el beso.En este sentido, Luis Jordana de Pozas ha recalcado que Vilda fue ajeno en todo momento a la polémica hasta que subió al avión puesto que su hija había tenido que ser trasladada al hospital y luego tuvo que comunicar a Olga Carmona la muerte de su padre. Ya en el avión, se acercó a hablar con el hermano de Jenni Hermoso, al que acusa de tener dos versiones distintas en los medios de comunicación y en sede judicial, ya que pasó de tratarlo de «anécdota» a darle una mayor relevancia durante el juicio.«Las conversaciones son distintas según quien las cuente. En la tesis de Vilda se habla del buen juego de Hermoso durante el mundial y luego le pregunta lo del beso», a lo que el hermano responde que «es una anécdota sin importancia», ha insistido Jordana de Pozas, que ha resaltado que como hermano de la víctima, Hermoso es parte en este caso e incluso lo ha calificado de «exagerado» al recordar la serie de amenazas que denunció haber recibido que en realidad no se correspondían.La defensa de Luque, contra la fiscalPor su parte, el abogado de Albert Luque, Jorge Navarro, ha apelado a los mensajes cordiales que éste se intercambó tanto con Jenni Hermoso como con Ana Ecube en Ibiza cuando la jugadora no quiere hablar con nadie e incluso cuando la amiga de la futbolista le emplaza a verse de nuevo en Madrid a la vuelta del viaje. «Esa víctima que no quería pactar con el diablo quería quedar con el diablo en Madrid para hablar», ha resaltado. Además, considera contradictorias las quejas de que « nadie de la federación se preocupó por ella y cuando Luque va a verla porque también está en Ibiza es coacción».Su informe se ha basado en desmontar la declaración de Ecube, en la que llegó a decir que Luque le ofreció trabajo en la Federación, y ha arremetido contra la fiscal tanto por sus preguntas «parciales» como por las acusaciones realizadas: «Ha cantado la canción a su manera» , ha denunciado.«El beso era tan nimio, que hubo que crear un relato por parte del Estado contra la RFEF»Contra ella también se ha pronunciado el abogado de Rubén Rivera, que ha calificado de «inusual que se inicie de oficio un caso de delito sexual en una mayor de edad» . Se ha referido en reiteradas ocasiones a lo «inusual» del caso, que a su juicio no debería haber tenido tanta trascendencia por el beso en sí y por eso la fiscal Marta Durántez cambió la condición de testigos a acusados a Vilda, Luque y Rivera. «Lo del beso era tan poca cosa y tan nimio que había que construir un relato por parte del Estado contra la RFEF», ha espetado.Joaquín Jiménez considera «un disparate» las acusaciones hacia su cliente por el mero hecho de «pedir un teléfono» a Jenni Hermoso para que lo cargara y solicitar a Ana Ecube que hablara con su amiga para que atendiera a Luque.Las defensas han coincidido en que no se dan las circunstancias para que haya delito de coacción al no existir ni violencia ni intimidación, por lo que han solicitado la absolución de los tres. Ninguno de ellos, tampoco Rubiales, cuya abogada expuso este jueves sus conclusiones, ha querido utilizar su derecho a la última palabra, por lo que el caso ha quedado visto para sentencia.
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