La ‘clínica’ de Tatiana que inyecta bótox caducado en Chamberí

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La ‘clínica’ de Tatiana que inyecta bótox caducado en Chamberí

La Unidad de Redes de Inmigración y Falsedades Documentales de Madrid (Ucrif) ha desmantelado un peligroso negocio en las entrañas del barrio de Chamberí. En el marco de la operación, tres mujeres ucranianas han sido arrestadas, acusadas de presuntamente realizar tratamientos estéticos sin formación alguna legal, incluida la especialidad de labios rusos. Consiste en hacer infiltraciones para asemejar los resultados estéticos naturales de las modelos de aquel país. Pese a la investigación, que ha durado unos dos meses, el establecimiento sigue abierto al público y despachando citas.Se trata del llamado salón de belleza Absolút Beauty Space, en la calle de Vallehermoso, 34. Aparentemente, es un negocio de cierto nivel, dirigido por Tatiana K., una ucraniana de 43 años, y otra compatriota de 21. Ellas fueron arrestadas junto a la ‘médica’ que hacía tratamientos estéticos en el sótano, de la misma nacionalidad y de 31. La Policía Nacional las considera cooperadoras necesarias en los delitos contra la salud pública e intrusismo profesional. Carecían de antecedentes.El ‘modus operandi’ de este grupo es el siguiente. Se promocionan en redes sociales, especialmente, en Telegram e Instagram. Para realizar las reservas, se deriva a un canal propio de WhatsApp, como ha podido comprobar este periódico. Uno de los ganchos era anunciar que la especialista en estética facial vendría de su país solo unos días a Madrid, para provocar el efecto llamada en la clientela y que no perdiera la ocasión de someterse a alguno de sus tratamientos. Pero lo cierto es que pasaba más tiempo en España de lo que decían.Noticia Relacionada Falsa doctora estandar No La carnicera de Chamberí: infiltraba bótox para ‘labios rusos’ sin licencia entre basura C. H. La Policía Nacional desmantela una clínica ilegal de belleza, donde se reutilizaban las jeringuillas y se guardaban ruedas de coches, sin limpieza algunaEl 6 de febrero, los agentes de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de Madrid, que habían recibido información sobre lo que se cocía allí dentro, irrumpieron en el salón. Por lo pronto, el negocio solo tiene licencia de peluquería, que es la actividad que se lleva a cabo en la planta que da a la calle. Pero en el piso inferior, en el sótano, hay una serie de sillones y material sin la mínima higiene, y es ahí donde se realizan estos tratamientos. Por lo pronto, las investigadas parecieron olvidar inopinadamente nuestro idioma. Pese a hacer gala de un español casi académico en sus redes sociales, dijeron a los policías que no entendían bien la lengua. Incluso exigieron a un intérprete jurado de ucraniano al entrar en comisaría. Para atraer a más clientes, los precios no tenían competencia: un tratamiento de 1.600 euros podría costar 200, ocho veces menos, que es una de las características de este tipo de delincuentes.Al comenzar el registro, la falsa doctora estaba preparando a una mujer para pasar por sus manos: le iba a inyectar toxina botulínica, el conocido como bótox, cuando se vio sorprendida y escondió el vial entre la ropa. La etiqueta estaba en coreano. Además, en un cuaderno con anotaciones a mano con las instrucciones para perpetrar estas prácticas supuestamente estéticas.Viales reutilizados en una trampillaEn la parte baja de una pared había un hueco con una trampilla y cerrada con candado, a modo de gatera. De hecho, había que entrar de rodillas. Ahí estaba escondida una nevera pequeña, con envases de ácido hialurónico caducados y a medio amplicar. En ese agujero encontraron, además, gran cantidad de cajas, un contenedor de basuras y hasta neumáticos de coches. Para colmo, según fuentes policiales, reutilizaban las mismas jeringuillas con distintas clientas.Los productos los compraban también por Telegram y llegaban al establecimiento por empresas de mensajería, sin que se guardaran las medidas sanitarias de frío exigibles para la conservación. Los agentes que allí estuvieron se llevaron las manos a la cabeza de las condiciones totalmente irregulares en las que funciona el salón de belleza. Pese a lo descrito y a que, además, carece de licencia para estos tratamientos, el negocio sigue abierto al público.

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