Nacho Vigalondo: «El duelo es, después de la muerte, el hecho más democrático que existe»

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Nacho Vigalondo: «El duelo es, después de la muerte, el hecho más democrático que existe»

Nacho Vigalondo no habla, dispara frases como bombas de racimo que impactan en lugares insospechados. No hay reflexión que explote ahí donde se espera y, sin embargo, como en su cine, todo parece tener una extraña coherencia, una lógica que levanta las cejas y aplaca los convencionalismos. Guste o no. Ahora estrena ‘ Daniela Forever ‘, su vuelta al cine nueve años después de ‘ Colossal ‘, una película en la que explora el sentimiento de pérdida y la incapacidad de enfrentarse al duelo a través de la figura de un hombre que prueba una pastilla experimental para revivir en sueños a su novia, que falleció en un accidente de tráfico. Nervioso, atento a todo lo periférico que sucede a su alrededor, fuma para aplacar los nervios. Está en la Academia de Cine y, durante la entrevista, sus compañeros están viendo la película. Son las 19.00 horas y no ha comido. —¿Tan nervioso le pone volver a estrenar?—Nunca sé con mis películas qué tipo de reacción se puede generar y por qué, y eso puede ser un atributo o una condena. Porque también tengo la supuesta medalla de que cada película es una exploración y encima en unos márgenes extraños, porque no parecen cine tradicional de autor festivalero, porque tienen efectos especiales, canciones y eso. O sea, juegan con la idea de la silueta de la película comercial, pero luego no lo son. Y eso es muy excitante porque yo lo primero que necesito cuando hago una película es no haberla visto antes. Eso me supone un proceso creativo fascinante y muy excitante, pero claro, hay una incertidumbre siempre al final del camino. Noticia Relacionada Adiós a Juan Mariné estandar Si El genio de la lámpara y el hombre que lavó todo el viejo cine español Oti Rodríguez Marchante El director de fotografía y restaurador, Goya de Honor 2024, ha fallecido a los 104 años—¿Tiene miedo a sentirse juzgado? —No, al contrario. Tengo miedo a que la gente tenga miedo de mí. Cuando oyes historias de cineastas que han roto relaciones porque no han sido acariciados constantemente… si algún día alguien dijera eso de mí, me moriría de la vergüenza. —En esa idea de la silueta de película comercial que no lo es, pasa también al revés: hace películas autorales llenas de referencias pop… —Hay artilugios que me encanta aplicar a las películas, como un ‘leitmotiv’ musical o unos créditos que resuenan con el resto de la película, y que son cosas que se asocian al ‘blockbuster’ y que me ayudan a entender la película como algo más grande que en un discurso un discurso demasiado predecible, porque creo que se puede ser igual de predecible haciendo cine para las masas que haciendo cine minoritario. —Esa idea resuena con «una película que no hubiera visto antes…». Hay festivales de autor que viendo los carteles sabes de qué va cada película.—Puede ser, pero no quiero hablar mal de otros. Me fascina toda la estructura que hay en torno al cine comercial. Me parece un fenómeno fascinante que haya tantos éxitos diseñados para ser éxitos que luego se confirman como éxitos y cuya promesa constante al espectador es «ven que te juro por Dios que no vas a ver nada nuevo». Es una inversión de valores increíble respecto a lo que sobreentendemos que es el cine. Hay secuelas que procuran que lo que pase sea exactamente lo que pasó en la primera película. La primera vez que lo vi fue en ‘Tron Legacy’, y el caso más fascinante es el de ‘Star Wars: Episodio VII’. Esa sensación de seguridad de la película encuentra su respuesta en el público, hay un público que quiere celebrar eso. Es increíble.—¿Es síntoma de la infantilización de la sociedad? —No soy apocalíptico, no pienso que esta infantilización sea como un punto de fuga que no termina. Hay un péndulo que se está moviendo de un lado y al otro y la última época que identifico en la que el cine agitaba la bandera de la sorpresa y la originalidad fue en los 90. Ahí las películas no eran lo que parecían y se alejaban de esta idea de ritual seguro. ‘Starship Troopers’, por ejemplo, una película puede parecer una cosa de lejos y si te acercas es otra, como el cuadro de Dalí de Abraham Lincoln, me parece que es un ejercicio definitivo de lenguaje y narrativa. Pero no sé si el público ahora… ahora eso es un ejercicio prohibido. Veo películas que están tan aterrorizadas por mi capacidad de atención que me tratan como a una mascota a la que entretener y cuidar, pero no hay una comunicación real.—¿Analiza el presente para llevarlo a la pantalla? —Cualquier cosa que digamos se va a quedar caduca cuando pasen dos años. Siendo sincero, el momento en que decides que de cinco proyectos posibles el que vas a pelear es uno u otro tiene menos reflexión de lo que parece. Es el amor que sientes por un proyecto el que te empuja, y es irracional. Si yo intentara leer los tiempos que corren para ser coherente con ellos, no saldría bien. El único director vivo que parece dominar el ‘zeitgeist’ como si fuera un instrumento musical es James Cameron. —Dijo en la presentación de la película: «Me impongo dirigir como si fuera la última». ¿Por qué?—El público merece, creo que todos lo merecemos, que el cine sea en últimas películas. Es un método de trabajo: si de repente me atropella un coche y esta es mi última película, quiero que sea una declaración real que no tiene en cuenta el circuito de festivales ni la taquilla. —Habla en ‘Daniela Forever’ de sobreponerse a la pérdida… —El duelo es, después de la muerte, el hecho más democrático que existe. No hay ningún sentimiento identitario que te salve del abismo del duelo. Es la experiencia más violenta, más psicológicamente violenta que viviremos. Es mucho más violento la pérdida de alguien que la violencia que uno sufre en un momento dado. Es algo devastador. Cuando tú sufres violencia, tú mismo acabas patas arriba. Pero es que si alguien querido se va, te pones tú mismo patas arriba, o sea, eres víctima igualmente.Fotograma de ‘Daniela Forever’—Usted y Rodrigo Cortés son cineastas con mucha presencia fuera de la industria, pero parece que estén fuera del circuito de la Academia…—No es la primera vez que oigo esa comparación. De hecho, si hay un director que es heredero de los 90 es Rodrigo Cortés. Pero no sé qué contestar al respecto porque no hay nada intencional. Esa presencia mediática no obedece a una estrategia, es la pulsión de comunicarte, que no es tan diferente a la pulsión de contar a través de una película. Y no soy consciente de estar fuera ni dentro de ningún circuito, claro. ¿Hay tribus en el cine español? A veces pienso que sí, a veces pienso que es demasiado pequeño para que haya tribus. También un amigo me compara con Garci, alguien que con cada película abre la ventana a un universo que es propio, y que sea lo que Dios quiera.—¿Es una necesidad de comunicar? —Me siento mucho más feliz, incluso más útil, hablando de lo que sea si no estoy obedeciendo al fariseísmo este de la promoción, me cuesta mucho seguir un ‘briefing’.—Como Karla Sofía Gascón…—Bueno, ese es un caso… Esos tuits que le han causado tantísimos problemas eran ella por sí misma. Noticia Relacionada estandar Si Los Goya de las sorpresas premian ‘ex aequo’ a ‘El 47’ y ‘La infiltrada’ Fernando Muñoz Nunca antes en 39 años dos películas se habían repartido el galardón principal en una ceremonia marcada por la política e iluminada por Richard Gere—Le pasó algo parecido en la prehistoria de Twitter… —Todo el miedo que pasé fue porque al ser pionero no sabía el tamaño que iba a tener aquel fenómeno. A toro pasado, en relación a casos que ha habido posteriormente, lo mío me parece un chiste. Literalmente era un chiste. Lo hice con una consciencia. Y recuerdo perfectamente que la gente que sospechó que yo podría no estar bromeando, no reaccionó al tweet, reaccionó a los titulares. —A ver si al final sí se ha adelantado al futuro…—Me dicen eso de que mis películas se anticipan a muchas cosas y lo agradezco, pero a veces digo, joder, ya va siendo hora de aterrizar en el presente.

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