Pep Gorgori: «La vida de la cantante Victoria de los Ángeles retrata una época de la historia de España»

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Pep Gorgori: «La vida de la cantante Victoria de los Ángeles retrata una época de la historia de España»

Esta historia comienza con una fotografía de Bernardo López y su hija Victoria de los Ángeles . Ambos posan en el claustro histórico de la Universidad de Barcelona donde él trabaja como bedel y vive con toda su familia. En la imagen, ella mira a la cámara y él la mira a ella. Esa es la estampa que ha elegido Pep Gorgori para contar la biografía de la primera y única cantante española que ha debutado en el festival wagneriano de Bayreuth. Ésa.El periodista, musicólogo y crítico musical de ABC eligió esa imagen de 1940 y no otra, porque la vida y la carrera de Victoria de los Ángeles es tan sencilla en su origen como excepcional y complicada en su desenlace. De ahí que el título que da nombre y sentido a esta biografía sea ‘Victoria de los Ángeles. Todo parecía a sencillo’, un volumen publicado por Ficta Edicions y que su autor presentará, en la Escuela Superior de Canto de Madrid, el próximo lunes 24 de febrero, a las 19.30, en compañía del director del Teatro Real Joan Matabosch y el director de ABC Cultural, Jesús García Calero.La mujer, la soprano Hija de andaluces y castellanos radicados en Barcelona, Victoria de los Ángeles López García estudió en el Conservatorio Superior de Música del Liceo, donde se graduó en 1941 con 18 años. Ese mismo año realizó su presentación en el Gran Teatro del Liceo para proseguir luego con sus estudios. En 1945 hizo su debut profesional con el papel de la condesa en ‘Las bodas de Fígaro’, de Mozart. En 1947 ganó el primer premio en el concurso internacional de Ginebra, iniciando una carrera internacional que la llevaría a actuar en los más grandes teatros del mundo, como el Colón de Buenos Aires, el Metropolitan, la Ópera de París o la Scala de Milán, entre otros muchos. —¿Cuál es el chispazo que lo conduce a este libro y a este personaje?—El género de la biografía es uno de los que más me gusta. Habría querido escribir la de mis abuelas: una generación de mujeres que venían de un pueblecito muy pequeño, que cuando nacieron apenas tenían ni agua corriente ni luz y que conforme avanza el siglo se vienen a Barcelona y ven ya como sus hijas tienen unas oportunidades que ellas no podrían haber ni soñado. Victoria de los Ángeles tiene mucho de eso. —¿Qué le sorprendió del archivo de la cantante?— Al abrir la primera caja, empecé a encontrar cosas que permitían explicar no sólo que se trataba de una gran soprano, sino muchas cosas más de su historia a lo largo del siglo también. Eso es lo que me atrajo mucho de ella: la posibilidad de tener una documentación y explicar una historia que no estaba explicada.—La de la hija de una familia humilde, que acaba en la Scala de Milán…—Una persona que ha vivido una infancia como la suya, que tiene los padres que tiene: gente muy sencilla… Yo he visto cartas manuscritas. Eran prácticamente analfabetos. Hay faltas de ortografía. Imaginármela a ella recibiendo esas cartas en el camerino del Metropolitan con todos los magnates de Nueva York llamando a la puerta, explota la cabeza. Ella nunca olvidó de dónde vino.La dureza Su vida personal, a diferencia de su deslumbrante carrera, estuvo muy lejos de ser dulce y apacible. Se casó con Enrique Magriñá, su manager y padre de sus dos hijos, que la engañó y la desposeyó de todos sus bienes. Desde finales de los 60, Victoria de los Ángeles se dedicó principalmente a su carrera como concertista. Alejada de los focos por decisión propia, no se volvió a tener noticias de ella hasta el 15 de enero de 2005, cuando falleció víctima de una bronquitis a los 81 años.—Una mujer brillante, pero jamás envanecida ni vanidosa—Ella empezó a cantar porque ve que puede ganarse la vida. Esa sencillez la protegió del divismo. El resto de cosas que le ocurren también la mantienen con los pies en el suelo: la depresión, un marido que la trata muy mal, cuatro abortos, un hijo que nace con síndrome de Down… Hoy, ahora eso supone muchas complejidades, pero en la España de los años 70 era una desgracia absoluta. —En una España aislada y franquista, resulta asombrosa su formación—En ella está muy presente el factor de la educación. Tuvo una suerte inmensa. Primero, con la escuela la que fue en tiempos de la República, la de Rosa Sensat, de la que sale hablando un francés perfecto, cantando Schubert y haciendo representaciones de Goethe. Y después el contacto con Ars Musicae, que tiene su mentor José María Lamaña y donde ella comenzó su carrera, que era un grupo de gente pionera en la interpretación históricamente informada. —¿Por qué queda tan poco recuerdo de la primera y única cantante española que llegó a Bayreuth?—A pesar de su impacto, ella no era una mujer mediática. No era una María Callas. Cantaba y se iba a su hotel. Hay cientos de crónicas de la prensa anglosajona y europea sobre sus actuaciones. Y ya ni te digo de su archivo. La Royal Opera House y con el Metropolitan de Nueva York conservan un archivo apabullante. Pero ella fue tremendamente discreta.—¿Hasta qué punto la historia de Victoria de los Ángeles es la de una generación?—Este libro es, por encima de todo, el retrato de una época de la historia de España. Lo hago a través de los ojos Victoria de los Ángeles: una mujer muy humilde y que llega a los niveles que no podría haber ni sospechado. Además de lo musical, que es muy importante, lo que más me interesaba era retratar a la generación de mis abuelas: mujeres que nacen en una España y que se hacen adulta en una España completamente diferente de la posguerra y que mueren, además, en una España que todavía es diferente a las otras dos.

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