Los concejales anónimos con escolta: «Te la jugabas, la rutina mataba»

Home People Los concejales anónimos con escolta: «Te la jugabas, la rutina mataba»
Los concejales anónimos con escolta: «Te la jugabas, la rutina mataba»

En los peores años del terrorismo, los blancos de ETA no eran sólo los políticos o jueces más conocidos, sino también personas anónimas, como barrenderos, autobuseros, amas de casa o concejales de pueblo . Estos últimos vieron sus vidas, mucho menos privilegiadas que las de sus homólogos de primera línea, condicionadas por la amenaza de muerte.ABC Pódcast estrena ‘Escoltas: la sombra que me protegía de ETA’ , un relato construido a través de los testimonios de cinco escoltas privados, uno de la Ertzaintza, tres políticos protegidos y un periodista amenazado en los años más duros de ETA. Puedes escuchar aquí el segundo episodio, ‘En primera línea de fuego’ .«Delegabas tu vida en ellos. La rutina mataba»La rutina de un concejal de pueblo no incluye cámaras de televisión ni grandes despachos; tampoco chóferes, lujos ni un sueldo desorbitante (de hecho, muchos ni siquiera cobran nada). Tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco , que era edil del Ayuntamiento de Ermua, una villa vizcaína de unos 15.000 habitantes, los demás concejales de localidades pequeñas comprendieron que la amenaza también les afectaba a ellos. «Me parecía surrealista tener escolta», confiesa en el segundo episodio del pódcast Ainhoa Villanua, concejal de Leza entre 1999 y 2007. « Piensas, qué cerca lo tienes . Se te enciende una luz en el cerebro de que te la estás jugando », reconoce ahora, echando la vista atrás. Villanua tenía sólo 23 años y sufrió escraches de abertzales, amenazas y necesitó recurrir a un guardaespaldas privado durante todos aquellos años. «Delegabas tu vida y tu seguridad en ellos. En esos tiempos, la rutina mataba». Noticia Relacionada Escoltas: la sombra que me protegía de ETA estandar No La difícil coordinación entre los escoltas y la seguridad del Estado: celos, dinero y la ausencia de un mando político Pablo Amigo «Falló un mando político que coordinara todo aquello, que pusiera un poco de orden. Se intentó, pero fracasó»Otra política vasca entrevistada recuerda cómo sus escoltas le explicaban que cada día debía ir por una calle distinta, para no establecer ninguna rutina que ETA pudiese rastrear, a qué supermercados tenía permitido ir y a cuáles no («podemos comprar aquí o allá; este es batasuno, aquel del PNV…») o que bajo ninguna circunstancia anduviera por la calle a solas: «Yo no salí jamás de la puerta de mi casa sin escolta, nunca» . A estos concejales «les cambió la vida radicalmente», cuenta Javier Pagola, corresponsal de ABC en País Vasco durante aquella época. «¿Cuánto se trabajaba? La vida de una persona»«Era vital que la persona fuera colaborativa y entendiera nuestro trabajo», explica un antiguo escolta sobre su relación con los protegidos. Al final, eran su sombra, les acompañaban las 24 horas, allá donde fueran. « Al gimnasio, a la reunión del niño en el colegio, una cena, las copas de después … Y terminas a las dos de la mañana y a las diez le vas a buscar otra vez». Muchas veces, apenas dormían. «¿Cuánto se trabajaba? La vida de una persona», resume. Este ritmo de vida tenía un efecto colateral evidente en las familias de los escoltas y de sus protegidos. «ETA siempre ha planificado muy bien los atentados, […] pero les da igual si al que van a matar está casado o tiene hijos pequeños … de eso se enterababan luego por la prensa», explica un escolta retirado. Muchos políticos, sobre todo los concejales de pueblo, terminaban dimitiendo por presión o por negarse a vivir con este nivel extremo de protección. «El partido no se podía permitir tener una víctima y que no estuviera protegida, entonces políticamente los réditos eran muy importantes. Si renunciabas a la escolta, renunciabas al cargo », cuenta un escolta.Puedes escuchar el segundo episodio del pódcast ‘Escoltas: la sombra que me protegía de ETA’, aquí .

Leave a Reply

Your email address will not be published.