De mi jamás en la SER o en ‘El País’ han dicho una mala palabra. Jamás. He trabajado en la casa de Gran Vía durante algunos años y han sido los mejores de mi vida, incluidos los de mi inicio en Radio Sevilla o cualquiera de los que, en mi espléndida juventud (disculpen la petulancia), disfruté en la Cope de la sevillana calle Virgenes, en la barcelonesa Radio Miramar o en aquella incipiente Radio Mataró de adorable recuerdo.Perdonen la particularización del relato, pero es necesario para establecer la contextualización de lo que pretendo describir. No soy indiferente a la suerte de una empresa en la que he sido bien tratado, aunque sepa que tiene poco que ver con la que yo conocí: los grupos evolucionan, cambian, se renuevan humana y accionarialmente, y en pocos años se transforman en una cosa distinta a la que conocimos.Viene esto a cuento de la trifulca entre el accionista mayoritario de Prisa y los cargos cesados después de certificar que un proyecto televisivo como el que Sánchez pretende endosar a Prisa no iba a ser más que una lenta e inexorable ruina. Lo siento por Carlos Núñez que me parece un excelente profesional, pero el armenio de nombre irreproducible (sin consultar a Google) sostiene que ya ha perdido demasiado dinero como para, encima, soltar mas pasta para montar un canal de tv que suele ser un cementerio de billetes durante algunos años. En virtud de ello ha cesado a los responsables que resultaban mas partidarios de esa aventura y se ha quedado tan pancho. Algunos ven en ese gesto un desafío a Sánchez mediante la liquidación de los antiguos «visitadores de la Moncloa», que decía Juan Luis Cebrián . Si es así, el armenio accionista mayoritario de Prisa tiene un par. Evidentemente perder trescientos millones suele doler en lo más íntimo, sobre todo si no se compensa con los supuestos beneficios de haber entrado en Indra.La perspectiva de una televisión a gusto del sanchismo , con sus tertulias, sus informativos menores, sus programas comprados y sus supuestos logros de investigación periodística vale mucho más de lo que los socios entusiastas puedan poner encima de la mesa. Dice el dueño de Prisa que los veinte millones previstos para el lanzamiento de ese ‘Telesiete’ apenas dan para unos veinte minutos, y puede que tenga razón: un nuevo canal comporta una inversión de muchos ceros y nadie que navegue en el mundo de los negocios está dispuesto a colocarlos en la ruleta solo para darle gusto al jefe del BOE.Es probable que nada de lo acontecido, que es de por sí un desafío y un síntoma de la decadencia sanchista , afecte a la SER o a ‘El País’, repletos de buenos profesionales, como todos sabemos. Pero yo me andaría con cuidado, habida cuenta de que el hombre que estaba ahí para cuidar el jardín ha salido de la finca sin enchufar el riego automático. Apostar todo a rojo tiene sus riesgos, como estamos viendo. Quedamos a la espera de Telefónica .
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