Capitán Vinicius

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Capitán Vinicius

Cómo correrá el tiempo para que Vinicius, que todavía nos parece un recluta, sea ya capitán del Real Madrid. Jugando era una guindilla, pero el brazalete lo ha formalizado más que un matrimonio, con lo que este Vinicius es otro Vinicius, que nos lo han cambiado. Las maras mediáticas lo celebran porque todo lo que sea quitarle gas a la gaseosa de Vinicius es bueno para la chusma, que lleva ya unos años pegándole al ‘negro rebotáo’. El camino a seguir que le indicaban era el del pobre Donato («A mí me decían esas cosas, pero me callaba»), y lo que no consiguieron las tarjetas arbitrales lo ha conseguido el brazalete de capitán en San Sebastián.Noticias relacionadas opinion Si El bar de mou Señales de la 16 Ignacio Ruiz-Quintano opinion Si El bar de Mou Prórroga, derbi y Etihad Ignacio Ruiz-QuintanoVinicius se movió por Anoeta con el porte de un Cristóbal de Mondragón, de un Antonio de Leyva o de un marqués de Pescara, ilustres capitanes de nuestros Tercios, y tuvo una intervención modélica cuando instó al árbitro a parar el partido cuando a la merma le dio por desear a Asencio la muerte cantando, pues la barbarie ibérica es unánime, y volvemos a Valle: El Gato: «¡Fú! ¡Fú! ¡Fú!» El Can: «¡Guau!» El Loro: «¡Viva España!» Max Estrella: «España, en su concepción religiosa, es una tribu del Centro de África». El árbitro iba y venía, con la chapita de los capitanes en la oreja. Rivero, que parece el Rockefeller del José Pablo López, que sería el Moreno del Ente, pedía protocolo, «que se aplique el protocolo», mientras un ex futbolista que hacía de comentarista apuntaba: «Tontos hay en todos los campos». Max Estrella: «Los ricos y los pobres, la barbarie ibérica es unánime». El Preso: «¡Todos!» Max Estrella: «¡Todos! ¿Mateo, dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de España?»El buen desempeño de Vinicius como capitán en Anoeta (en perjuicio, eso sí, de su juego incendiario) nos transportó a la infausta noche de Sarriá, con la escalofriante entrada de Romero a Mbappé y Lucas, portador del brazalete por edad, corriendo a tranquilizar… ¡a Romero! No se puede ser capitán por antigüedad, o capitán chusquero, como lo es el Colibrí de Curtis. Capitán debe ser alguien con carácter y con acceso rápido al árbitro, cosa que no tiene un portero, razón por la cual estalló en su día el conflicto Mourinho-Casillas.Que a Vinicius lo llenó de orgullo la capitanía se sabe por el magnífico porte con que lució el brazalete mientras lo llevó. «Así se llevan nuestros valores», podría presumir el piperío ronceril, esa unidad de destino en lo universal con la que juega el pranato mediático para sus fines, que siguen siendo todos el mismo, separarlo de Mbappé. Como anda el achacoso periodismo yanki tratando de separar a Trump de Musk. Trump:–Elon me llamó y me dijo: «¿Sabes?, están tratando de separarnos». Dije: «Absolutamente». Dijeron: «Tenemos noticias de última hora, Donald Trump ha cedido el control de la presidencia a Elon Musk». Y yo digo: «Es tan obvio…» ¡Son muy malos en eso!El piperío ronceril sueña con largar a Vinicius y destinar el dinero que los árabes den por él a traer a Rodri, que da mucho equilibrio y tiene ‘fair-play’. Eso y llorar a Ceballos, el pegamento del invento de Ancelotti, el hilo que sin descanso teje la araña: un Tonino Cerezo de Utrera, que es Belo Horizonte con más salero. Nunca había sido titular en Madrid: su fútbol, pensábamos cuando vino, era más para los rondos-sardanas de Cruyff (tocar y marcharse) que para las tríadas hegelianas de Kroos. La gracia es que en San Sebastián al Vinicius con brazalete le dio por jugar de Kroos (¡con más robo!), y lo bordó, que aquí tirar líneas sabemos todos, y ahora ve tú a ver cómo les roncan los cojones a los laterales de España, la de la barbarie ibérica, donde las figuras del fútbol no son Vinicius, Raphina o, por nombrar a un español, Isi Palazón, sino Lauzón, Tebas y Cantalejo. Y donde el Tribunal de Orden Público de la Ética Celestial expedienta al Real Madrid por denunciar la corrupción antes que a sus beneficiarios, que ya han visto pasar por delante de su puerta los cadáveres, se dice pronto, de JFK y de Epstein, y ahí siguen, tan ternes, impartiendo lecciones de fútbol… ¡y de ética!

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