Ángel Olivares conoce bien el mundo militar. Fue secretario de Estado de Defensa entre 2018 y 2020 y ahora preside la Fundación Feindef, encargada de organizar la mayor feria de defensa y seguridad que se celebra en España. Su próxima edición será en mayo en Madrid, en un momento en el que la industria armamentística afronta una situación «de incertidumbre pero de grandes oportunidades».—¿Está la industria de defensa española preparada para las nuevas exigencias?—Desde el punto de vista de la innovación y la tecnología, yo diría que está preparada para afrontar cualquier reto. Por otra parte, hay una gran deficiencia que se ha puesto de manifiesto a consecuencia de la guerra de Ucrania, que es la necesidad de fortalecer la cadena de suministros, intentar que la industria pueda responder con mayor prontitud a las demandas que se están generando. Eso significa una reconversión total de nuestra capacidad industrial y la de toda Europa.—Para poder afrontar este proceso, la industria demanda estabilidad presupuestaria—Esos compromisos políticos existen ya. Yo creo que se ha sobrevalorado la necesidad de que exista una ley de dotaciones. El mayor compromiso que hay son los contratos que ya están firmados.—¿Puede competir la industria de defensa española con la de otros países?—El 70% de su facturación se dedica a la exportación, eso es un indicativo claro de la calidad que tiene. A la vez, tiene el mismo problema que la industria europea, su fragmentación. En Europa hay fragmentación y hay un problema importante de interoperabilidad.—¿Está el mundo entrando en una carrera armamentística?—La inversión en defensa tiene una doble finalidad: mantener la ventaja operativa para disuadir al posible adversario e incrementar la seguridad del combatiente. La inversión en defensa es inversión en paz y en libertad. Se invierte en defensa para evitar el conflicto. La democracia y los valores que defienden España y la Unión Europea están siendo agredidos de múltiples formas.—¿Están los gobernantes y la ciudadanía preparados para usar esas capacidades de las que se están dotando?—Desde luego, cuando se produce una crisis de esa naturaleza se necesita una cuestión en el ámbito político que es liderazgo, se necesita un apoyo social y se necesitan unas capacidades industriales y de las Fuerzas Armadas. Es obligación de todos los poderes públicos hacer la pedagogía suficiente y necesaria para que los ciudadanos entiendan que invertir en seguridad y defensa es invertir en paz, libertad y derechos humanos.—Cuanto más convulso está el mundo, mejor le va a la industria de defensa.—La disuasión se fundamenta mucho en la ventaja tecnológica y la inversión en nuevas tecnologías exige muchos recursos. Pero esos recursos redundan también en beneficio de la sociedad. Por cada euro que se invierte en defensa se movilizan entre 2,1 y 2,5 euros en el conjunto de la economía. La industria de defensa es tractora del conjunto de la industria española.—¿Cuenta España con esa capacidad de disuasión militar?—Yo creo que sí. Todo es mejorable, todo es perfeccionable, pero desde el punto de vista de la profesionalidad de las Fuerzas Armadas no cabe ninguna duda y estamos en un proceso de modernización de capacidades militares que nos indica que disponemos de las últimas tecnologías.—¿Llegará España al 2% de inversión en defensa comprometido? ¿E irá más allá?—No tengo ninguna duda de que el Gobierno cumplirá su compromiso, pero creo que hay que cuestionar el ratio que se utiliza y el porcentaje del PIB, porque eso nos coloca en inferioridad de posición a los países como España que crecemos muy por encima de la media de la Unión Europea. Hay que matizar mucho las cosas, no hay que mitificar ninguna cifra.—¿Cómo va a afectar la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca?—Es indudable que hay cambios, pero lo que no cambia es que Europa debe asumir las responsabilidades de prestar el bien público de la defensa y la seguridad a todos sus ciudadanos y asumir sus responsabilidades sin arrendar su seguridad a terceros. Ahora parece que se quiere volver a rememorar esa política del reparto del mundo por esferas de influencia, y eso es justo lo contrario de los acuerdos establecidos al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La UE debe defender los valores, debe defender su autonomía y tiene obligación de prestar ese bien público.—¿Entiende la postura de Donald Trump respecto a Rusia y la guerra de Ucrania?—Yo personalmente no lo entiendo, porque no se puede equiparar ni ser equidistante. Quien ha provocado el conflicto, quien ha agredido, quien ha violentado todas las normas del derecho internacional ha sido Rusia, y no puede salir victoriosa. Todo aquello que suponga una merma en la ayuda que se presta a Ucrania favorece al agresor, y eso no lo puedo entender.—¿Ha aumentado la guerra de Ucrania la conciencia de la sociedad sobre la necesidad de disuasión?—Yo creo que mucho. La agresión a Ucrania nos ha puesto frente a la realidad. La democracia está siendo atacada y necesitamos defendernos. Si el agresor sale triunfante tenemos la garantía de que ese conflicto se va a reproducir en otras fronteras de la Unión Europea.—¿Está pensando en los próximos cinco o diez años?—Por supuesto. Rusia se atrevió a invadir Rusia ante la relajación o falta de reacción ante los conflictos que provocó en 2014 cuando invadió Crimea. Ha sido una invasión consecuencia de que se ha sentido fuerte ante la debilidad del llamado Occidente. Churchill decía que Stalin respetaba a los fuertes y despreciaba a los débiles. Con Putin pasa exactamente igual, tiene la misma política que Stalin.
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