Al escándalo sexual de Íñigo Errejón , apartado de la vida política por «comportamientos machistas intolerables» y denunciado por la actriz y colaboradora de televisión Elisa Mouliaá por delitos de violencia sexual, se suma ahora el de Juan Carlos Monedero . Relegado de sus clases de Teoría Política Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid tras la denuncia de una alumna por acoso sexual , señalado por la exeurodiputada de Podemos Lola Sánchez Caldentey y por el exdirector de Canal Red y amenazando con hacer públicos mensajes de Irene Montero y Pablo Iglesias , el exdirigente de Podemos viene a sumarse a la larga lista de hombres del partido cuyo comportamiento con las mujeres resulta, cuanto menos, cuestionable.Noticia Relacionada Un año menos de cárcel estandar No La ley del ‘solo sí es sí’ vuelve a rebajar la condena a los miembros de La Manada La Audiencia de Navarra se considera «jurídicamente obligada» a cambiar de 15 a 14 años la pena de José Ángel Prenda y Jesús EscuderoCoincide además en el tiempo con la destitución por parte de la formación morada del coordinador general de Esquerra Unida (IU) en Baleares, Juanjo Martínez, candidato de Sumar en las pasadas elecciones generales y representante en el consejo de administración de la EMT (Empresa Municipal de Transportes) de Palma, denunciado anónimamente por abusos sexuales. Estos tres últimos casos vienen a sumarse a todos los acontecidos en las filas de los partidos que ocupan el espacio a la izquierda de la izquierda (Pedro Palacio, Salvador Salvatierra, José Ramón Blanco, Antonio Casiano Hernández, Juan Martínez…) y parecen constituir un patrón de comportamiento especialmente llamativo en perfiles que han cimentado sus carreras políticas, precisamente, sobre la bandera del feminismo. Es curioso que ya antes de conformarse en partido político, cuando no eran más que Contrapoder, aquello que el historiador Antonio Elorza definió en más de una ocasión como «los alevines de Podemos» , las alumnas de la Complutense ya referían que Monedero era «un tocón» y que tanto a él como a Pablo Iglesias les encantaba «sentirse rodeados de groupies».Los fundadores, juntosNo sería hasta 2015 cuando concurrirían por primera vez, ya constituidos como Podemos, a las elecciones generales y en su programa no aparece ni una sola mención al feminismo. Habría que esperar hasta 2016 para que se incluya en este la igualdad de género (justo el año en que Iglesias es denunciado ante el Instituto de la Mujer por la periodista Mariló Montero por unas conversaciones de WhatsApp filtradas en las que se refería a ella diciendo que «la azotaría hasta que sangrase») y hasta 2019 para que aparezca por primera vez el feminismo, esta vez como epígrafe nuclear de su ideario, y pasen a llamarse Unidas Podemos «en reconocimiento a la lucha feminista». Un reconocimiento que no parecía, a la luz de los casos conocidos, materializarse en un comportamiento equivalente al promulgado en las vidas privadas de sus principales representantes.Para la feminista Paula Fraga , articulista y jurista especializada en Derecho Penal y de Familia, lo primero que sería importante puntualizar es que «no se trata solamente del caso Monedero, ni del caso Errejón, ni del caso Ábalos (secretario de Organización del PSOE y defensor de una legislación abolicionista mientras contrataba a mujeres prostituidas ). Porque no es un caso, ni dos, ni tres. Se trata del caso de una izquierda absolutamente desnortada, cínica e hipócrita, que ha instrumentalizado el feminismo al mismo tiempo que lo ha destrozado». Los hombres de Podemos Pablo Iglesias Decía «Yo a esa mujer la azotaría hasta que sangrara» mientras defendía: «Los hombres tenemos que callarnos y ponernos detrás. España debe ser un país feminista» Juan Carlos Monedero Decía en referencia al MeToo que «está emergiendo una nueva sensibilidad» hacia las mujeres; mientras conocidas las acusaciones sexuales contra él, opina que esas mujeres «son como esas palomas que necesitan defecar para alzar un poquito más su vuelo gallinazi» Íñigo Errejón «No hay denuncias falsas, hay una derecha fanática cuyo trabajo es criminalizar a las mujeres», decía públicamente, pero cuando el objeto de la denuncia criminal es él, entonces alega que «todo es mentira. Elisa Mouliaá se ha subido a la ola para firmar contratos».Y prosigue: «Toda esta gente ha señalado a la mitad de los hombres como machistas, como opresores, y nos ha señalado a las mujeres que hemos criticado su cinismo y sus políticas ‘feministas’, que han sido en realidad transgeneristas y de un feminismo posmoderno que ha dañado al feminismo y sobre todo a las mujeres y a los niños y las niñas. Y enviaban estos mensajes mediaticamente, de manera constante, mientras ellos cometían todo aquello de lo que acusaban a los demás. Han señalado (y con razón, porque hay que hacerlo, abusos, agresiones y acosos a mujeres) mientras ellos mismos los perpetraban». Hipocresía«Pero no podemos hablar de un ‘modus operandi’ generalizado y exclusivo de los hombres de izquierdas, porque eso, desgraciadamente, pasa en hombres de izquierdas y de derechas. Pero sí que es, si cabe, más indignante en estos hombres por la hipocresía con la que han venido acusando a los demás mientras ellos lo hacían impunemente», añade.«Y es que no son solo los casos de Errejón o de Monedero », coincide en apuntar la periodista y editora Yaiza Santos , coordinadora del libro ‘Indomables’, que reúne una colección de ensayos de mujeres que reclaman el retorno del feminismo a la senda de la razón. «No olvidemos que hemos visto casos como el de un vicepresidente del Gobierno que colocaba a su mujer, que no tenía una trayectoria laboral muy desarrollada, como ministra de Igualdad de ese mismo Gobierno. Esas actitudes machistas lo que demuestran es que esta gente, que no contemplaban el género o la igualdad en un inicio como importante y que, además, ya eran señalados por sus conductas machistas antes de llegar a ser formación política, en realidad hacían hincapié en esta ideología para blanquearse ellos mismos. Luego, por supuesto, estaría la hipocresía y la doble moral de señalar a las personas, hombres y mujeres, que no pensaban como ellos y que, por lo tanto, determinaban que no eran suficientemente puros». «El feminismo en el que yo creo –tercia la periodista Berta G. De Vega, especialista en educación y ensayista–, el feminismo igualitario, el de dar el mismo trato a hombres y mujeres en la ley y las mismas oportunidades, avanzó por conductas individuales ejemplares. Y contó con la ayuda de hombres que supieron apoyar a las mujeres a desarrollar todo su potencial. Hombres a los que tanto estos hombres como estas mujeres de Podemos pusieron en el disparadero señalándolos como violadores en potencia cuando, en realidad, ellos estaban desarrollando los comportamientos más retrógrados y machistas y ellas los toleraban». El señalamientoContinúa G. de Vega: « Nos querían hacer creer todos los avances se los debíamos a ellas y no a esas otras que nos precedieron. Yo no me imagino a Marie Curie, a Victoria Kent, a Pardo Bazán, transigiendo ante hombres que trataban a las mujeres como tratan estos señores a las mujeres, y sí veo cómo lo hacen estas mujeres que se presentan ahora como adalides del feminismo y dicen que nos van a proteger a todas. No sé qué tipo de catadura moral y de cinismo debe tener alguien para comportarse así. El feminismo que ha hecho avanzar a las mujeres es valiente y no cínico. Es el que se ha enfrentado de cara a esas actitudes, no el que las ha tolerado paro luego salir tras una pancarta el 8-M».«Lo importante a mi parecer –enfatiza, por su parte, Santos– es la presunción de inocencia. No deberíamos aplicar con ellos la misma regla que ellos aplicaban con los demás. Yo no creo que ser pesado sea un delito, que insistir sexualmente sea un delito o que una relación entre adultos que salga mal por la razón que sea lo suponga. Por eso en estos momentos sigo reclamando para ellos lo que ellos no piden para los demás: presunción de inocencia».
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