El discurso sobre el Estado de la Unión de Donald Trump batió el récord histórico de duración: una hora y 39 minutos, que dieron para mucho. Además de defender su agenda rupturista de las seis primeras semanas de su regreso a la Casa Blanca -y prometer más para los casi cuatro años que le quedan-, la noche tuvo grandes momentos.1. «Tú, fuera»Los republicanos utilizan con regularidad la expresión «hay un nuevo sheriff en la ciudad» para referirse a Trump y a su ambición de imponer su ley. El presidente de EE.UU. la impuso de otra manera cuando se desató la bronca en el discurso. Un veterano diputado demócrata, Al Green , empezó a increpar a Trump, de pie, agitando su bastón en dirección al presidente. Como insistía en su actitud, Trump actuó. Desde el estrado, le señaló con el índice y apuntó con el índice a la puerta. «Tú, fuera», parecía decir. Y eso es lo que ocurrió con Green, que fue expulsado. Fue una de las muchas protestas -carteles, camisetas, vestidos rosa, gritos, abandonos del hemiciclo- que orquestaron los demócratas.2. Pegamento demócrata, muelles republicanosAl Green fue una excepción no solo porque fue la única persona expulsada del hemiciclo. También porque ningún demócrata se puso de pie tanto como él. Lo habitual en estos discursos es que los diputados se levanten para ovacionar las principales frases del discurso del presidente. Lo tradicional ha sido que los diputados del partido del presidente se pongan de pie para todo y que los del otro partido lo hagan en asuntos que unifican: el apoyo al ejército, la condena de atentados, el lamento del fallecimiento de figuras emblemáticas. Pero parecía que había pegamento en los escaños de los demócratas, que hicieron esfuerzos por no ponerse de pie para nada. Ni siquiera para aplaudir la presencia de familiares de víctimas de violencia criminal. Los republicanos, al contrario, parecían tener un muelle en sus asientos. Se pegaron la noche recuperando y perdiendo la verticalidad, desgastando menisco.Noticia Relacionada estandar Si Canadá, México y China responden con sus propios aranceles a la guerra comercial Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva York Tras el desplome de los mercados, el secretario de Comercio de EEUU desliza que el presidente de EE.UU. podría aliviar las tasas a sus vecinos este miércoles3. «Suerte, Marco. Si algo sale mal ya sabemos a quién echarle la culpa»Vivir en los alrededores de Donald Trump es una dedicación de alto riesgo. En su primer mandato, el multimillonario neoyorquino fue una picadora de secretarios y altos cargos. Ahora circulan las quinielas de quién será el primer miembro del Gabinete en escuchar su famoso ‘You are fired’ (‘estás despedido’), la frase emblemática de ‘El aprendiz’, el ‘reality’ con el que Trump triunfó antes de desembarcar en política.En el discurso, Trump sacó una sonrisa incómoda de su secretario de Estado, Marco Rubio . Discutía su plan para recuperar el control del Canal de Panamá y dijo que el jefe de la diplomacia estaba con ello. «Suerte, Marco. Si algo sale mal ya sabemos a quién echarle la culpa». Después, celebró, a su manera, el gran apoyo que recibió Rubio en su confirmación en el Senado con apoyo unánime de los demócratas. «No se si estar muy contento por ello o muy preocupado», bromeó Trump, que sacó otra sonrisa nerviosa del secretario de Estado.4. Un lugar llamado LesotoTrump repasaba las partidas de gasto superfluo del Gobierno de EE.UU. a las que está metiendo tijera su mano derecha, Elon Musk, y paró en África. «Ocho millones para la agenda LGBTQ+ de Lesoto, un lugar del que nadie ha escuchado hablar», dijo sobre el país africano, entre una sonora risotada de la bancada republicana. Es seguro que las búsquedas en Google sobre Lesoto se dispararan en ese momento en EE.UU.5. No hay huevos, y es por BidenEl discurso de Trump tuvo referencias extrañas. Se habló de Lesoto. Pero también de huevos, como una forma de atacar a su antecesor, Joe Biden . Los huevos, los de comer, se han convertido en un asunto central en EE.UU. En un país donde son el ingrediente favorito para el desayuno, se han convertido en el símbolo de la inflación. « Joe Biden permitió que el precio de los huevos se desbocara», dijo del expresidente, que tuvo que lidiar, como ahora le pasa a Trump, con el impacto de la gripe aviar. «Estamos trabajando para bajar su precio», prometió el presidente.6. «Qué tal os fue con la persecución política»Estos discursos suelen ser una oportunidad para que el presidente tienda puentes con la oposición. Trump no hizo el paripé de aparentar una intención unificadora. De hecho, lanzó ataques abundantes a los demócratas. El que tuvo más colmillo fue cuando defendió que con él se acababa el uso político del Gobierno y de la justicia. «Por ejemplo, que se permita que un presidente persiga ferozmente a su rival político, como yo», dijo en referencia Biden y a sí mismo. «¿Qué tal os fue con eso?», preguntó con sorna y sonrisa a la bancada demócrata. Él, arriba en el estrado, como presidente, pese a las cuatro imputaciones penales que enfrentó. Ellos, los demócratas, habiendo perdido la Casa Blanca y las mayorías en el Congreso.7. «Pocahontas dice que sí»Había esperanzas de que Trump llegara al discurso con algún acuerdo cerrado con su homólogo de Ucrania, Volodímir Zelenski , para reconducir la relación diplomática tras la bronca de la semana entre ambos en el Despacho Oval. No fue así. Trump solo pudo defender su estrategia de acercamiento a Rusia, bajo la premisa de que lo fundamental es acabar con la guerra. «¿Queréis que siga la guerra otros cinco años?», espetó a los demócratas. «Ah, sí, Pocahontas dice que sí», dijo el presidente mirando a un escaño específico. Era en el que se sentaba la senadora Elizabeth Warren , a la que bautizó con ese mote hace años, después de que la demócrata afirmara que tenía ascendencia nativa americana. Justo detrás de Trump, su vicepresidente, J.D. Vance ; y el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson , se partían de risa.8. Un niño se convierte en miembro del Servicio SecretoEl momento más emotivo de la noche llegó cuando Trump habló con uno de los invitados al discurso: D.J. Daniel , un niño de trece años. Como hace con algunos de estos invitados, el presidente habló de él durante el discurso. Es un chico negro al que se diagnosticó cáncer de cerebro hace seis años. Su ilusión ha sido siempre ser policía. Varios cuerpos de seguridad le han nombrado agente honorífico. Trump le comunicó que le nombraba oficialmente miembro del Servicio Secreto, el cuerpo dedicado a la seguridad del presidente. Apareció Sean Curran , director del Servicio Secreto -él fue uno de los agentes que protegió a Trump en el atentado del que sobrevivió de milagro el año pasado-, y le dio al chico su credencial como agente. Daniel no se lo podía creer y abrazó emocionado a Curran.9. «Tenemos un país más sano de lo que creía, ¿eh, Booby?»Trump utilizó a una de sus elecciones más polémicas de su Gabinete – Robert F. Kennedy , secretario de Sanidad- para uno de sus chistes. El presidente repasaba los números de personas que supuestamente cobran de la Seguridad Social cuando tienen una edad en la que deberían estar muertos: «1,3 millones de personas de entre 150 y 159 años, más de 130.000 con más de 160 años… Tenemos un país más sano de lo que creía, ¿eh, Bobby?», le dijo al último eslabón de la dinastía de los Kennedy, que ha dejado a los demócratas para unirse a Trump. «Con ese apellido yo hubiera pensado que te aplaudirían», bromeó el presidente. «¡Qué rápido olvidan!».10. «Groenlandia: nos la quedaremos de una manera u otra»Trump pareció moderar sus ambiciones expansionistas en el discurso. No se refirió a Canadá como el estado 51 , ni exigió su anexión. No recordó su plan descabellado de expulsar a dos millones de palestinos de Gaza y convertirlo en una ‘Riviera’ bajo propiedad estadounidense . Sí habló del Canal de Panamá, para celebrar que ese mismo día se anunció una operación para que los puertos a sus entradas estén controlados por una compañía estadounidense (la actual operaria es de Hong Kong). Trump se centró sobre todo en Groenlandia . Por un lado, pareció no querer forzar a quedarse la isla bajo soberanía de Dinamarca. «Tengo un mensaje para el increíble pueblo de Dinamarca: defendemos con fuerza el derecho a que decidáis sobre vuestro futuro. Y, si queréis, os damos la bienvenida en EE.UU.». Pero pocos segundos después, saliéndose del guión, se corrigió: «Creo que nos la vamos a quedar de una manera u otra».

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