Las líneas rojas son difusas en el PSOE de Pedro Sánchez . Lo saben Bildu, un partido con el que nunca iba a pactar y reconvertido en uno de sus más estrechos colaboradores, y también el independentismo catalán. Tanto ERC como Junts pueden presumir de haber arrancado promesas y cesiones importantes al Ejecutivo desde que el socialista se sienta en La Moncloa. La delegación de competencias en inmigración a la Generalitat, que deberá cosechar el aval del Congreso, es la última anotación en una lista que ya es larga y en la que queda poco pendiente. El referéndum de autodeterminación, objetivo último del separatismo, es lo único que a día de hoy descarta de plano el socialismo, como hizo años atrás con los indultos y la amnistía.Los indultos a los condenados por el ‘procés’ fueron la primera cesión de calado y llegaron la legislatura pasada, cuando ERC pactaba con el Gobierno, pero Junts mantenía que negociar con el Ejecutivo era casi ser un traidor a Cataluña. Sánchez, después de la sentencia del Tribunal Supremo –que condenó a los cabecillas del ‘procés’ que afrontaron el juicio y no huyeron de España por delitos de sedición y malversación a penas de hasta trece años de cárcel–, se comprometió con su cumplimiento «íntegro», lo que descartaba las medidas de gracia.No obstante, la pujanza de ERC, cuyo apoyo era determinante la legislatura pasada, hizo al Gobierno virar hasta conceder los indultos en una primera etapa y, posteriormente, modificar el Código Penal , en plena negociación de los presupuestos generales del Estado, para suprimir el delito de sedición y rebajar las penas previstas en el de malversación, a pesar de que este tipo se había agravado con anterioridad por las exigencias de la Unión Europea en materia anticorrupción.Noticia Relacionada estandar Si El Gobierno niega la mayor: «No se cede el control de fronteras» Mariano Alonso La ministra de Inclusión y Migraciones, Elma Saiz, asegura que los Mossos actuarán «en coordinación» con Policía y Guardia CivilYa al inicio de esta legislatura, el PSOE cambió su parecer clásico y permitió por primera vez el uso de las lenguas cooficiales, catalán, euskera y gallego, en el Congreso de los Diputados. Hasta ahí, se había negado siempre junto al PP al argumentar que el español es el único idioma común y oficial en todo el Estado y, por tanto, el que debe emplearse en la sede de la soberanía nacional. Los socialistas, a cambio, se garantizaron el apoyo de ERC y Junts a Francina Armengol como presidenta de la Cámara Baja, lo que les aseguraba la mayoría en la Mesa y, con ella, el control de los ritmos de la actividad parlamentaria.Después, la siguiente, la mayor cesión de todas, fue la aprobación de la ley de Amnistía, gracias a la que Sánchez sumó a su mayoría Frankenstein los siete escaños de Junts en el Congreso, sin los que no puede sacar ninguna norma adelante por la capacidad de bloqueo que tiene junto a PP y Vox . El PSOE dio este paso aunque el presidente prometió a los españoles en campaña que no lo iba a hacer e incluso tanto él como sus ministros tacharon esa medida de «claramente inconstitucional». Esa iniciativa recibió una contundente respuesta tanto en las calles, con masivas manifestaciones, como en el Parlamento, partido por la mitad , como en los tribunales, donde el PP, por ejemplo, ha interpuesto un recurso de inconstitucionalidad.Entre la amnistía y la delegación de competencias en inmigración, el Gobierno ha prometido a ERC asuntos como el traspaso de las competencias de Cercanías, una reivindicación habitual de los republicanos, y asuntos más controvertidos como la famosa «financiación singular» de Cataluña, que viene a suponer un concierto económico para que la comunidad autónoma gestione sus ingresos fiscales como sucede en el País Vasco y Navarra por sus derechos forales, y, más recientemente, la quita de deuda a la Generalitat, que en un principio iba a ser de 15.000 millones de euros, pero que en febrero se acordó elevar por encima de los 17.000 millones.Con esos precedentes, en los que el Gobierno ha ido desplazando la barrera de sus líneas rojas para ceder a posiciones de máximos del independentismo, se vislumbra en el horizonte el posible referéndum de autodeterminación. El Ejecutivo sigue descartándolo por completo, pero Junts ya consiguió introducirlo en la mesa de negociación con el mediador en Suiza.Además del referéndum, están pendientes dos «carpetas» de Junts, como dicen los neoconvergentes, como son el uso del catalán en el Parlamento Europeo –algo que no depende del Gobierno, porque cualquier Estado miembro de la Unión Europea puede vetarlo– y la «amnistía política» a Puigdemont. El Tribunal Supremo ha negado la aplicación de la ley al prófugo al denegar que se pueda amnistiar la malversación, pero este busca una reunión con Sánchez para que se le conceda el estatus de ‘expresident’ y se termine de legitimar su figura.

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