Bajadas de tensión

El Real Madrid atraviesa esa fase de la temporada en la que puede experimentar distintas bajadas de tensión durante un mismo partido. Empieza volando alto, pero ante el primer cambio de viento pierde estabilidad. Lo que sostiene al equipo son los intermitentes e inesperados chispazos de algunos de sus atacantes. Pero no logra terminar con brillantez lo que empieza, como si fuera perdiendo fuelle por el camino. Se va apagando hasta terminar pareciendo una versión desinflada y alicaída de esos muñecos gigantes inflables que se ponen al lado de los concesionarios de coches de segunda mano para atraer la atención de los viandantes. Contra el Rayo Vallecano, tres puntos en casa que no se podían dejar escapar tras el pinchazo del Atlético de Madrid en una clásica emboscada de don José Bordalás, el Madrid casi acaba pidiendo la hora en el Bernabéu, dosificando los minutos de sus jugadores importantes de cara al partido del miércoles, economizando esfuerzos. El partido se puso con tintes tan dramáticos por momentos que estaba como para que lo hubiera terminado empatando en el descuento el hijo de Samuel Eto’o, Etienne, saliendo desde el banquillo rayista. Habría sido la guinda que le faltaba a esta Liga bipolar, ciclotímica y con trastorno de personalidad donde cada jornada parece una carrera de los Autos Locos en la que cualquier cosa puede ocurrir.Deja sensaciones extrañas y confusas este equipo de Ancelotti . Se va de los partidos como el estudiante espabiladillo que no logra mantener la concentración en clase porque se aburre con facilidad al sentirse adelantado a los demás. Algo que nunca termina saliendo demasiado bien para nadie, por otra parte. Parece que jugase siempre pensando en siete jugadas por adelantado. Como Santa Teresa, los futbolistas del Madrid son capaces de la bilocación: en cuerpo estaban en el Bernabéu, en espíritu andaban ya calentando en el Metropolitano, esperando a que sonara por la megafonía del estadio el himno de la Champions.A la vista del reparto de minutos ante el Rayo, quien parece que no jugará de titular será Luka Modric en el partido de vuelta contra el Atlético de Madrid. Todo apunta a que Ancelotti lo ve como un recambio de lujo, una bala de plata por si las cosas se tuercen. Lo cierto es que al croata se le ve suficientemente entonado y en forma como para poder disputar un encuentro así de duro desde el comienzo y dar sentido común, fluidez y tranquilidad a un medio del campo sin Kroos, sin Ceballos y sin Valverde. En partidos de alta tensión como el del Metropolitano es fundamental que no haya estas bajadas de plomos. Y Modric te da justo eso: es de los pocos que sabe jugar con una linterna en la cabeza cuando saltan las chispas y las luces se apagan. Algo que no tiene precio en las noches importantes de Copa de Europa.