A los 49 años, la mayoría de los gimnastas ni siquiera recuerdan la última vez que pisaron un tapiz de competición. Pero Oksana Chusovitina no es como la mayoría. La gimnasta uzbeka, oro olímpico en Barcelona 1992, se proclamaba este pasado fin de semana campeona en salto en la Copa del Mundo por aparatos de Bakú, un éxito que alcanza la categoría de inclasificable.Su victoria, con una ejecución precisa de un Tsukahara con giro y medio, le otorgó una puntuación de 13,516, suficiente para imponerse a la eslovena Teja Belak (13,366) y a su compatriota Tjasa Kysselef (13,283), de 30 y 31 años, respectivamente. A finales de febrero, en la Copa del Mundo de Cottbus, Chusovitina ya se había colgado el bronce en ese mismo aparato, y en total suma 17 medallas en 21 apariciones en esta competición. Otro registro histórico a sumar a sus ocho participaciones en Juegos Olímpicos, más que ningún otro gimnasta y a dos del récord absoluto de la tiradora georgiana Nino Salukvadze . Y la uzbeka demuestra que está en el camino hacia una novena participación en Los Ángeles, a donde llegaría con 53 años.«Mi objetivo número uno es llegar allí», reconocía en Bakú tras su victoria. «Pero hay tanto tiempo hasta entonces que no estoy pensando tan adelante. Voy paso a paso, de una competición a la siguiente, porque hay otras actividades además de la gimnasia».Hace menos de un año, la historia parecía tomar un rumbo muy distinto. Una lesión en el Campeonato Asiático de 2024 no solo la apartó temporalmente de la competición, sino que también truncó su posibilidad de clasificarse para los Juegos de París 2024. No fue fácil de asimilar. «Esta lesión me vació mentalmente porque me estaba preparando mucho, y el Campeonato Asiático era en Tashkent. Quería mostrar un buen desempeño frente a nuestra gente, pero, desafortunadamente no sucedió, y eso es lo que mató mi moral», reconoce. Pero, fiel a su espíritu de lucha, añade: «Está bien. Pude recuperarme poco a poco, y creo que tenía que pasar de esta manera para que me levantara y siguiera avanzando».Mientras su cuerpo y su mente resisten los embates del tiempo y la competición, hay algo más que la mantiene en pie: su escuela de gimnasia. «Cuando miro a estos niños me motivo aún más. Me hace tan feliz entrenar entre los pequeños. Me dan energía».El calendario de Chusovitina está lejos de aflojar el ritmo. Tras la Copa del Mundo de Cottbus y la de Bakú, planea seguir compitiendo en el circuito mundial. Además, apunta al Campeonato Asiático de mayo como un objetivo clave en la temporada. Y aún hay una fecha más marcada en rojo: su 50 cumpleaños en junio. «Tendremos una competición en Tashkent. Será una Copa del Mundo y realmente quiero competir allí, así que cruzo los dedos», revela. Su deseo es claro: celebrar el medio siglo con el cuerpo en movimiento y la adrenalina de la competición. «Lo más importante es no tener lesiones y mantenerme sana», concluye.Oksana Chusovitina ha desafiado todas las reglas del juego. Ha vivido más de tres décadas en la élite de la gimnasia, ha representado a tres países distintos (Unión Soviética, Alemania y Uzbekistán), ha superado lesiones, cambios de reglas y prejuicios sobre la edad. Y sigue en pie. Solo ella sabe hasta cuándo. «Si pasa, pasa», dice sobre su futuro olímpico. Y en su caso, suele pasar.
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