El PSG conquistó Anfield en un duelo irrepetible, quizás ya legendario, tras una tanda de penaltis que sirvió de colofón para una de las eliminatorias más angustiosas e igualadas de la historia reciente. Pierde la Champions uno de sus favoritos para conquistarla, un Liverpool que venció en la fase de liguilla con puño de hierro, pero puede haber ganado otro aún más brillante. Los franceses ya no son dominados por el talento atolondrado, sino que son un equipo hecho y derecho, capaz de atacar con la precisión de un francotirador aunque también listo para defender cada puñado de césped. En tierras inglesas, todas sus virtudes florecieron y cercaron a un apasionado Liverpool hasta el abismo, hasta los 11 metros, donde consiguieron un merecido pase a los cuartos de final. Liverpool 0 – 1 PSG Vuelta de los octavos de Champions / Resultado global: 1-1 / resultado en los penaltis: 4-1 Liverpool Alisson; Alexander-Arnold (Quansah, min.73), Konaté (Endo, min.111), Van Dijk, Robertson; Gravenberch, Mac Allister, Szoboszlai (Elliott, min.106); Salah, Luís Díaz (Gakpo, min.101), Jota (Darwin Núñez, min.73). PSG Donnarumma; Achraf, Marquinhos (Beraldo, min.92), Pacho, Nuno Mendes; Vitinha, Neves (Gonzalo Ramos, min.121), Fabián (Zaire-Emery, min.91); Kvaratskhelia (Kang-In Lee, min. 101), Barcola (Doué, min.67), Dembélé. El árbitro István Kovács (Rumanía). Amonestó a Marquinhos y Mac Allister. Tanda de penaltis Vitinha (0-1), Salah (1-1), Ramos (1-2), Darwin Núñez (1-2), Dembélé (1-3), Jones (1-3), Doué (1-4). Espoleado una vez más por el ‘You’ll Never Walk Alone’, el Liverpool se presentó fantástico en el verde césped de Anfield, poseído por el diablo Salah, que estuvo a punto de adelantar a los suyos en dos ocasiones durante los primeros cinco minutos. Parecían los rojos matones acosando al débil del barrio, transitaba el PSG por un oscuro callejón en el que cualquier fallo podía ser fatal. Entregados los galos a las genialidades de Donnarumma bajo palos, sobrevivían y Dembélé , en una contra invisible, asesina, consiguió el primero de la noche con la complicidad de su compatriota Konaté, que dejó el esférico muerto y cerca de la línea de gol. Tras sufrir lo indecible, los chicos de Luis Enrique habían hecho lo más difícil, igualar la eliminatoria, en apenas un cuarto de hora. El duelo era un auténtico espectáculo, una batalla a tumba abierta, llena de héroes y villanos. Eran los guardametas, Alisson y Donnarumma, los que más lucían, aunque los extremos del PSG, Barcola y Kvaratskhelia , deshacían la defensa local a su antojo con sus diagonales. El Liverpool, en cambio, era todo corazón, fútbol pasional, bravo, como demanda la tradición británica, aunque carente de la precisión de sus enemigos, que eran todos cirujanos. Noticia Relacionada LIGA DE CAMPEONES | ATLÉTICO – MADRID estandar No Simeone: «Puede haber algo que se parezca, pero Ancelotti es muchísimo mejor que yo» Daniel CebreiroLa calma, tras media hora trepidante, se hizo efectiva. Mandaban más las pizarras que el talento como era lógico. Humanizados los futbolistas por el cansancio, el PSG seguía pareciendo más equipo, siempre bien colocado y orgulloso a la hora de defender su área. Donnarumma golpeaba todo lo que pasaba por su parcela y Dembélé estuvo a punto de volver a matar a la contra, aunque esta vez su control fue impreciso cuando encaraba a Alisson . Jugaban los visitantes con la ansiedad local, les atraía, conscientes de su obsesión por presionar arriba, para luego apuñalarles por la espalda. Kvaratskhelia, Dembélé… las ocasiones parisinas eran cada vez más claras y solo el descanso dio un respiro al Liverpool. Tras la reanudación, los lusos Vitinha y Neves , menudos pero muy peleones, prolongaron su exhibición. Robaban y construían a una velocidad de vértigo mientras Arne Slot ya comenzaba a escudriñar su banquillo en busca de revulsivos. A punto estuvieron sus pupilos de darle una alegría tras un tiro de Alexander-Arnold al palo y un posterior tanto de Szoboszlai, aunque la jugada fue anulada por fuera de juego. Los trucos de Luís Díaz sí metían en problemas a la zaga gala, pero Pacho y Mendes, y de nuevo Donnarumma, siempre firmaban alguna heroicidad para mantener su portería a cero. Volvía a sufrir el PSG y volvía a dominar un Liverpool que pecaba de falta de contundencia, error capital en la Champions. Como toda epopeya, la pizca de drama la puso Alexander-Arnold después de que su rodilla sufriese un feo gesto, que le obligó a retirarse el campo y que le vino de maravilla a los galos para recuperar el aliento tras el tifón británico. Era muy frustrante ver cómo el Liverpool dominaba y acariciaba un gol solo evitado por las maderas y las posiciones antirreglamentarias. Sus rivales ya se habían despojado de cualquier ambición ofensiva, se limitaban a acumular hombres tras el balón, a defender como una jauría que veía la prórroga como un paraíso terrenal que, al fin, alcanzó. Las baterías estaban desgastadas, corroídas, reinaba el terror y la desazón en Anfield. El PSG elucubraba con mayor eficiencia, pues un cabezazo de Beraldo y una fantasía de Doué lo acercaron a la victoria. Sin embargo, esas ocasiones fueron insignificantes tras un nuevo disparo de Dembélé al palo largo, un gol cantado que evitó Alisson con una estirada para el recuerdo, de portada. último fogonazo antes de los penaltis, el último capítulo de un partido para el recuerdo. En el abismo, desde los 11 metros, el PSG se hizo grande en Europa, quizás para siempre. A notaron Vitinha, Ramos, Dembélé y Doué , mientras que Darwin Núñez y Jones, bien atados por Donnarumma , no supieron responder en semejante escenario.

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