Dios es del Madrid y le mete en cuartos en la tanda de penaltis

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Dios es del Madrid y le mete en cuartos en la tanda de penaltis

Por quinta vez en once años, el Madrid acabó con la andadura del Atlético en Champions. Tampoco esta vez, con la tan cacareada magia del Metropolitano, el equipo rojiblanco fue capaz de darle la vuelta a la historia. Como en Milán, en la final de 2016, venció el Madrid en la tanda de penaltis, de nuevo con Rudiger anotando el quinto y definitivo, a pesar de la mano dura de Oblak. Dijo Simeone que solo Dios sabía qué iba a pasar en el Metropolitano, pero se le olvidó que Dios es del Madrid. Y en la capital, como en Europa, mandan los de blanco y se resbalan los de rojiblanco. Mala suerte, Julián.ATLÉTICO 1-0 REAL MADRID Champions League | Octavos de final (vuelta) Atlético: Oblak; Llorente, Giménez, Lenglet (Le Normand, m. 90), Reinildo (Azpilicueta, m. 98); Gallagher (Lino, m. 85), De Paul (Molina, m. 90), Barrios, Giuliano (Correa, m. 89); Griezmann (Sorloth, m. 89) y Julián Álvarez. Real Madrid: Courtois; Valverde, Asencio, Rüdiger, Mendy (Fran García, m. 83); Modric (Lucas Vázquez, m. 65), Tchouameni (Camavinga, m. 65); Rodrygo (Brahim, m. 78), Bellingham, Vinicius (Endrick, m. 115) y Mbappé. Goles: 1-0, m. 1, Gallagher. Árbitro: Szymon Marciniak (Polonia). Mostró tarjeta amarilla a Tchouameni, Vinicius, Giuliano; Lenglet, Azpilicueta Penaltis: 1-0, Mbappé. 1-1, Sorloth. 2-1, Bellingham. 2-1, falla Julián Álvarez. 3-1, Valverde. 3-2, Correa. 3-2, falla Lucas Vázquez. 3-2, falla Llorente. 4-2, Rudiger.La primera parte es sencilla de explicar. El Atlético jugó a lo que había entrenado durante la semana y lo que todo el mundo sabía que iba a jugar y el Madrid hizo un ejercicio inocuo de posesión más propia de un partido de balonmano, en el que te pisan pasivo en bucle, que de fútbol. Las porterías no están de adorno.Quizás este plan hubiera sido distinto si el Atlético no hubiera marcado a los 27 segundos, pero de eso solo es responsable el Madrid. Un balón en largo de Lenglet, un mal despeje de Asencio y, de repente, un cinco para cuatro en campo blanco. La aprovechó el Atlético volcando el juego en banda derecha, desde allí la puso De Paul en el área pequeña, donde Giuliano no logró coordinar su remate de espuela, el balón pasó por debajo de las piernas de Asencio y detrás estaba Gallagher, más listo y más rápido que Valverde, para con la punterita llevar el balón a la red.Gol en el fondo del Frente Atlético. Modric cambió el orden habitual en el sorteo, pero la picaresca del croata salió cruz. De repente, sin romper a sudar, la eliminatoria estaba empatada y al Madrid ya no le valía defender. El problema es que no sabía cómo atacar.La mayoría de los duelos caían del lado rojiblanco, con Giuliano vestido de su padre en su etapa de jugador. Tocador de narices de manual. No se libró nadie. Mbappé, Bellingham, Vinicius, Mendy y, hasta Ancelotti, al que se llevó por delante en una entrada que acabó con el argentino golpeando la rodilla de Carletto.Fue un 62% de posesión del Madrid para rascar solo un disparo entre palos. Y suave. Obra de Rodrygo, en el 29, plácido a las manos de Oblak. Justo todo lo contrario que el Atlético, que cruzaba el medio campo en contadas ocasiones, pero cuando lo hacía, sobre todo con balones que se saltaban la línea del centro del campo, generaba peligro. Con ese estilo tan rudimentario, pero igual de válido que cualquier otro, provocó dos claras ocasiones de Julián. Una rematada con la izquierda y otra con la derecha. En ambas se encontró con dos paradones de Courtois.El Madrid, como en la ida, había salido con diez. En el Bernabéu fue Mbappé el jugador fantasma. En el Metropolitano, Bellingham. Aquel ‘fuck off’ le ha costado caro al inglés. Y no, precisamente, por los tres partidos de sanción. Desenchufado de sus compañeros, poco solidario en las ayudas, un segundo tarde a todos los duelos y mal colocado a la hora de defender. Desconocido.El primer minuto de la segunda mitad fue una prolongación del Julián versus Courtois. Otro disparo del argentino y otra buena mano del belga. El Madrid había vuelto a salir dormido del vestuario y sus ideas seguían siendo escasas. Hasta el punto de ver a Tchouaméni disparar desde 25 metros con su pierna izquierda. El disparo se fue a Coslada, claro.En este contexto, el único aliado del Madrid que aparecía en el horizonte era el cansancio y la fatiga del Atlético, que ya lo fiaba todo a una jugada en balón parado o a un contragolpe. Y no hacía mal. En dos de ellos acudió Asencio a hacer sendas coberturas que evitaron un mano a mano ante Courtois.Fue justo antes de que en el 70, por primera vez en todo el partido, el Madrid pillara descolocado al Atlético. Fabricaron la salida Camavinga (que acababa de sentar a Tchouaméni, amonestado) y Vinicius. Le dio continuación Bellingham con un balón al espacio para Mbappé. El francés sentó primero a Lenglet y después a Giménez, ya aculado en el área. No le quedó otra que derribarlo. El penalti lo mandó Vinicius a la M-40.En la prórroga, a la que llegó el Atlético sin De Paul, lesionado y con Sorloth, el mensaje de Simeone era transparente. Balones a la banda, sobre todo a la de Fran García, y centros al noruego. En el Madrid, también el juego se iba a los costados, pero Brahim y Vini no encontraban rematador en sus acciones en un dominio del Madrid encabezado por Bellingham, que fue otro jugador desde mediada la segunda mitad.Bajo su mando, y la energía de Camavinga, pero con Benzema y Asencio cojos, el Madrid buscó más el gol que un Atlético exhausto que era feliz con los penaltis. Lo que no sabía, como su entrenador, es que Dios es del Madrid.

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