No le gusta nada la expresión «es un Lázaro», pero, de alguna forma, da una idea de las dimensiones que ha alcanzado su sello como arquitecto e interiorista y de lo demandado que está en su profesión. Lázaro Rosa-Violán (Tánger, 1964) firma muchos de los proyectos más exclusivos e importantes en hostelería y restauración de España y de otros países. Al frente de un equipo de más de 200 personas, y por el que prefiere hablar siempre en plural, acaba de estrenar la renovación integral de los interiores del emblemático hotel Palace , de Madrid, pero la lista de sitios a los que ha «dado cáracter» es interminable. Tímido, meticuloso, adicto a su trabajo por placer, trufa la entrevista de anécdotas de sus viajes y experiencias con clientes, muchos de ellos grandes empresarios, directivos y chefs de renombre. Criado en Neguri, Bilbao, a cuya «época dorada» le adjudica gran impacto en su estilo, y de padres catalanes, es el mayor de siete y trabaja codo a codo con tres de sus hermanas. Elegante aunque jovial -suele ir en zapatillas deportivas-, tiene un punto presumido (quiere posar solo de su «lado bueno», el que le detectó, nada más mirarlo, el fotógrafo Mario Testino hace un tiempo) y sigue pintando -su pasión es el arte-. Tras años residiendo en Barcelona e inseparable de sus dos perros braco, León y Cheekie, hijos de su adorado Bosco, se acaba de comprar casa en París para cumplir un sueño.¿Por qué interiorista? ¿Cómo llegaste a esta profesión? Accidentalmente. Yo estudié bellas artes y arquitectura. Yo me quería dedicar a la pintura y, de hecho, todavía sigo pintando y haciendo esculturas. Pero estudié arquitectura por pasión, pero sobre todo para tener otras salidas en un momento dado. Y para acallar un poco alguna voz, porque soy el mayor de siete hermanos y encima de familia de abogados y economistas, así que el tema artístico brillaba por su ausencia. Aún así, fui fomentado por mis padres desde el primer día. Pero yo soy muy práctico, en mi casa todos lo somos.Aún así empezaste como artista.Sí, igualmente inicié mi carrera como artista y me fue bastante bien desde el principio. Es decir, muy, muy temprano, con decirte que mi primera exposición la hice con ocho años en Bruselas. Era una especie de niño prodigio (ahora ya no me da apuro decirlo, antes sí, y mucha vergüenza). Pero tenía la sensación de que me faltaba algo, y era trabajar en equipo. Claro, yo tenía un ayudante, pero el de pintor era un trabajo un poco monacal. En aquella época tenía una especie de obsesión con salir a cenar, era mi momento de libertad, e iba siempre a los últimos sitios en abrir. ¡Y eran todos tan feos! Pensaba, «hemos comido fenomenal, estaba ambientadísimo, pero el sitio era un horror». Yo viajaba y veía otras cosas por el mundo. En ese momento, a través de una de mis hermanas que era abogada, salió lo de hacer Can Vent en Formentera, que entonces fue revolucionario y el sedimento del estilo actual de la isla. Me tomé unos meses sabáticos para ocuparme, y fue un exitazo. A partir de eso, fue todo una cadena. ¿Sigues pintando?Sí. Tengo un estudio de pintura y de escultura. Con equipo. ¿Pones tus obras en los proyectos de interiorismo que haces?Sí. Casi todo lo que es gráfico sale de nosotros. Las alfombras, todo, todo está customizado. Prácticamente no compramos nada del mercado. Incluso cosas que puedas pensar que están un poquito pasadas, está hecho a propósito. Yo veo todo de una manera muy global.Lázaro Rosa-Violán en una de las suites del hotel Palace que acaba de redecorar Tania SieiraHaces cosas muy diversas. ¿Cuál dirías que es tu sello? Me hace gracia porque ahora se dice «hacer un Lázaro». Imagínate. Me parece de un egocentrismo enorme, pero a base de oírlo pues lo termino reconociendo yo también. Yo creo que ese estilo responde a que somos honestos con los proyectos. En el sentido de que tenemos muy en consideración dónde está, para quién va dirigido y, en conjunto, cuál es su naturaleza. Intentamos no inventar nada superfluo sobre el proyecto que nos sea ir directamente al ADN que necesitamos expresar. Eso es lo que más nos define. Y tengo que hablar el plural porque somos un equipo. Somos más de 200 personas -de aquí a verano, seremos 250- y a todos les inculco la búsqueda de lo auténtico, que a veces te lo tienes que inventar. Como en el Palace, porque este hotel ha tenido muchas etapas, con algunas intervenciones que podrían haber sido mejorables. ¿Qué se decidió entonces al asumir el interiorismo de un hotel histórico y emblemático de Madrid como el Palace, su más reciente proyecto? Al final hemos hecho como un ‘reset’, y hemos vuelto atrás. Hemos hecho un ejercicio de arqueología urbana. Fue una mirada al propio hotel, importantísimo para recuperar su alma, y luego a Madrid para traernos algunos inputs de la ciudad, como el cercano Parque del Retiro o el Jardín Botánico, que curiosamente era una temática en la que aún nadie se había fijado.En esa fase de definición es cuando se elige qué historia contar en un espacio. ¿Cómo se encaja esa idea creativa con las necesidades y gustos que pueda plantear el cliente?En el caso del Palace había que ver claro ese momento historicista que yo estaba proponiendo para el hotel. Yo no lo veía como una pieza, sino como un símbolo de Madrid. A nivel histórico, a nivel arquitectónico, a todos niveles. También sentimental, yo he venido aquí a muchas bodas y con mis padres… cuando vivíamos en Bilbao a mi padre le encantaba quedarse en el Palace cuando visitaba Madrid. Para mí pensar en un hotel de la capital era pensar en este. Y este espíritu es el que hemos intentado rescatar. Igual aún estamos en una muy primera fase, como en todos nuestros proyectos, se compone de muchas capas. ¿Te gusta trabajar con tiempo?Nos adaptamos a las circunstancias. De tiempo y de presupuesto, yo entiendo que las cosas se tienen que amortizar y se tienen que poder pagar. Esas circunstancias las marca la constructora, y a veces los clientes si tienen claro lo que quieren. Nuestro trabajo es muy de psicólogo.Por eso decías lo de encajar vuestras ideas con las que pueda traer el cliente…Lo bueno, y lo malo a veces, de trabajar con un grupo es que hay más voces con las que discutes pero también más visiones. Cuando solamente es un propietario o se trata de un proyecto personal, la famosa química entre las personas ayuda. ¿Y qué proyectos aceptas? ¿O cuáles rechazas?Hay muchos que no podemos hacer. ¿Cuáles son tus líneas rojas?No queda muy bien decirlo, pero es así: hay gente que no te cae bien. Si veo que yo con esta gente no me voy a entender, o no se va a entender mi equipo o no hay unas formas adecuadas, pues a lo mejor ya directamente prescindimos. Por suerte, ya los proyectos vienen muy filtrados. La gente ya sabe a quién van a buscar. Nosotros no somos un equipo que hace proyectos ‘trendy’, sino que tenemos una visión mucho más atemporal. A mí particularmente me desasosiega enormemente que un sitio se pase de moda. No lo puedo soportar. Tengo la suerte de que creamos clásicos, y un clásico no significa rancio, ni significa antiguo, ni significa histórico tampoco. Cuando hablo por ejemplo de momento historicista, me refiero al estudio del pasado de este proyecto en concreto. Pero bueno, como dije, puede ocurrir que te tengas que inventar esa historia, porque al final lo que hacemos es diseño, lo que queremos es que la gente se sienta bien y viva una historia, viva el famoso ‘storytelling’, que viva una experiencia. Cuando hice el Boca Grande de Barcelona fue así, nos inventamos un clásico y en eso se convirtió desde el día uno y han pasado casi 20 años.¿Cómo encaja la funcionalidad en todo esto?Es elemental. La decoración porque sí es imposible. Hay que atender a la operativa, sobre todo en un hotel. La disposición, la proporciones, todo está pensado en detalle. Las habitaciones son hiperprácticas, todo debe funcionar mejor. ¿Y en un restaurante, cómo es?Se añaden otros criterios que a lo mejor son intangibles, como es la acústica, o la percepción de los olores y de los materiales… sumado a la comodidad, las proporciones y el uso que le vas a dar a cada zona. Nosotros trabajamos mucho con las alturas.¿Por qué ese gusto por los distintos niveles en un espacio? Tengo obsesión en que no pueden ser las cosas planas. ¡Nosotros no somos planos! Además, si quieres repetir en un sitio, debes crear distintas escenas. Y no siempre estás con el mismo ánimo tampoco. Hay gente que siempre quiere sentarse en la misma mesa y comer lo mismo, yo no soy así. Lázaro Rosa-Violán durante la entrevista con Summum en el hotel Palace, de Madrid Tania Sieira¿Cómo es tu casa? La mía es un cuadro. En Barcelona yo vivo en una casa histórica, entonces es muy complicada. Hace poco salió en una revista, la favorita de mi madre. Ella decía que ahí todos salían guapos. Nos lo habían pedido varias veces y finalmente decidimos aceptar con mi hermana, que es nuestra jefa. Así que en navidades por fin le llevamos la revista a mi madre, comemos con ella todos los miércoles y siempre se la damos. ¡Casi no nos reconoce!Dices que tu casa es difícil de decorar. Pero, en general, ¿qué es lo más importante en una casa? ¿En qué se suele equivocar la gente en cuanto a su interiorismo?Yo no valoro las casas de la gente, no las critico nunca. Creo que cada uno tiene la casa que quiere y que puede, y a veces también la que se sabe hacer. No todos pueden contratar a alguien o quieren hacerlo, muchos se la quieren hacer a su manera y si se equivocan, se equivocan. Y se puede tener una casa bonita y a tu estilo. En mi departamento de casas, porque en mi despacho hay diferentes grupos y hay uno que se dedica solo a residencial, se ríen mucho de esta filosofía mía tan campante, en la que todo me parece bien si lo han decidido los clientes. Otra cosa son los proyectos comerciales, cuando detrás hay un mercado, una empresa y un público. Ahí los fallos -técnicos, de acústica, iluminación o disposición- son imperdonables. Si una persona te pregunta cómo mejorar su casa, qué cambiar primero o a qué atender si no hay mucho presupuesto, ¿qué le aconsejas?Para mí primero está el confort. Que estés cómodo en ella. Aunque hay gente a la que no le importa, que le da igual tener la cocina hecha un desastre o que la nevera no enfríe. Yo te preguntaría, ¿qué te gusta hacer? ¿Tomar café o vino? Pues a ver, ponte una nevera especial para botellas, o una buena cafetera con su sitio. Depende, cada uno tiene sus prioridades, aunque una buena cama o una buena ducha son fundamentales. Hay gente que sale mucho o que lleva ropa de marca y luego tiene un colchón de hace 40 años. Para mí, incomprensible. Noticia Relacionada vertical No Lázaro Rosa-Violán, fotos de los mejores trabajos del interiorista español de moda Laura Pintos El arquitecto firma, a través de su estudio con sede en Barcelona y Madrid, la decoración de los hoteles y restaurantes más importantesEn tus proyectos prestas mucha atención a los textiles.Son importantísimos. Tengo un amigo diplomático que como solo va a estar unos pocos años en cada casa, no las viste. Para mí increíble, ¡cuatro años sin cortinas! Tengo una manía, porque es lo primero que yo pongo en una casa. Ayudan a muchas cosas, desde filtrar la luz pero también para evitar problemas de reverberancia, dan calidez… es como ponerse las medias. No sé, soy muy atípico.¿Te consideras así?En lo que hacemos sí, porque soy más práctico que estético.Pero el resultado de tu trabajo es super estético.Sí, estamos muy preocupados de la estética, pero siempre hay una cierta naturalidad, ¿sabes?. Yo siempre digo que hay una manera a veces de dirigir un proyecto, como dije antes, desde la honestidad. Y nosotros le damos a cada proyecto lo que necesita. Si pones de más, queda algo fuera de la naturaleza de lo que quieres entregar. Y si te quedas en el sitio justo, en el momento justo, el cliente o incluso el huésped de un hotel pueden sentir que podrían haberlo hecho ellos, porque se sienten cómodos. Por eso a veces tenemos ese punto como de inacabado, o de cierta informalidad, que hace que la gente se sienta cómoda.Para que los espacios no terminen imponiendo. Te puedo enseñar proyectos con una carga decorativa inmensa, pero siempre hay esa cosa como de que algo se ha quedado a medias o lo has puesto de manera casual porque ya lo tenías. Es muy difícil, te puedes equivocar. ¿Sobredecorar te aleja?Necesito que la gente que haga uso de una casa, de un hotel, de lo que sea, se sienta un poco parte de todo.La parte práctica, funcional…Ahora ya todo el mundo cuida todo. Pero nosotros éramos pioneros. Me acuerdo que cuando empezamos a hacer proyectos nuestros baños eran siempre una sorpresa, algo súper especial, o estaban muy bien hechos o pasaba algo nuevo… Porque el baño de un local público es el único sitio donde el cliente se queda solo. Y tiene cierto efecto bumeran, si ves que el baño está cuidado, huele bien, es bonito, automáticamente piensas que la cocina es igual. Y ya sales también más relajado. Nacido en Tánger, criado en Bilbao, viviendo durante años en Barcelona con algunas etapas en París o Nueva York… ¿por qué de nuevo París ahora? .Allí viví tres años en mi juventud y luego he ido mucho, y siempre pensé que iba a terminar teniendo una casa en esa ciudad. Hace un par de años, un día mi madre me recordó aquel plan de mis 22 ó 23 años de irme y me dijo: «como no espabiles, te vas a ir más bien a retirar allí». Me soltó esa fresca… Como justo tenía que ir en esos días, me puse a buscar casa. Me compré la segunda que vi, en La Madeleine, un sitio precioso, y la estoy reformando. Al final París es la capital del diseño mundial y, como todas las ciudades magnéticas, siempre está bien. Yo solo con ir por las calles allí estoy bien. Además nosotros trabajamos mucho en Francia, nos hemos hecho muy conocidos, tanto que ya me quitan la etiqueta de ‘español’ en la prensa. Noticias relacionadas estandar No Manero Marqués de Cubas, el nuevo bar y bistró con más estilo del centro de Madrid Laura Pintos estandar No Casa Salesas, así es el nuevo restaurante de Iñigo Onieva en Madrid Laura Pintos¿Hablas francés?Pero muy mal. Llegué a hablar fluido, pero lo había perdido y ahora me estoy poniendo las pilas. Es que el inglés es un idioma muy canibalista, te hace estar cómodo, pero ya estoy en ello.No para… Como me gusta lo que hago, no tengo límites, y eso es un arma de doble filo, porque siempre se puede hacer algo más. Aunque yo, feliz.

Leave a Reply