La última lluvia había sido hace más de un mes y a las 10.00 de la mañana y con 32°C de temperatura ya era imposible andar sin sombra bajo el sol abrasador de las calles de Guaxupé, una pequeña ciudad que vive del café en la región suroeste de Minas Gerais , el principal estado productor de ese grano en Brasil. Este estado es, a su vez, responsable de más del 30 por ciento del producto que se consume en el mundo. A 20 kilómetros, en la hacienda Jabuticabeiras, que produce café desde 1938, el administrador Reginaldo Dias Junior, que es técnico agrícola, mide la temperatura del suelo y marca unos impresionantes 56°C, lo suficiente para cocinar una carne mal pasada.Noticia Relacionada estandar No El oro conquista el máximo histórico de los 3.000 dólares ante la incertidumbre global ABCLa sequía y el calor que han aumentado la temperatura del suelo brasileño han sido los principales factores que han provocado el aumento de los precios internacionales del café, en un negocio que, como dicen los productores de Guaxupé, es «una empresa a cielo abierto», a la intemperie. El clima, su inestabilidad y el consecuente calentamiento global experimentado por los productores de este país está siendo la razón fundamental que explica que los sacos de café de 60 kilogramos hayan más que triplicado su valor en Brasil en apenas un año, al pasar de unos 130 euros a casi 400 euros.«Estos meses han sido los más secos de los últimos diez años. Ha habido lluvia cero» Reginaldo Dias De la Hacienda Jaboticabeiras«El café va bien con la tierra entre 28°C a 32°C grados. El suelo y los microorganismos viven a esa temperatura, pero hoy el suelo descubierto puede llegar a 60°C», explica Dias. La Indicación Geográfica (IG) del Sudoeste de Minas es una de las áreas cafetaleras más importantes del mundo con casi 12.000 productores, una cosecha promedio de 2,6 millones de sacos [o sacas, en Brasil], y proveedora de marcas famosas como la italiana Lavazz a, la cadena de cafeterías norteamericana Starbucks y las cápsulas suizas Nespresso . 200 milímetros de lluvia«El clima ha dificultado mucho la producción en los últimos años. Tenemos un pluviómetro aquí en la hacienda y estos meses han sido los más secos de los últimos diez años. Sólo ha llovido 200 milímetros, en resumen, no ha llovido, es lluvia cero, en un periodo esencial para el grano», explica el cafetalero, que además enseña que la producción de café es muy delicada, y depende de un ciclo que puede demorar tres años, porque el café es un árbol que solo se cosecha una vez al año. El estrés climático e hídrico sufrido por los cultivos ha llevado a pérdidas y afectado financieramente a los productores. La hacienda Jabuticabeiras tuvo que plantar este año 15.000 cafetos, a casi 45 euros cada uno, una inversión de 675 mil euros. «Es un riesgo altísimo. Todo ese dinero está enterrado esperando la lluvia», dice Reginaldo, apuntando a su siembra. Estamos en marzo, aún verano en Brasil y un mes que suele ser de lluvias, como recuerda la vieja bossa nova de Tom Jobim, ‘Aguas de Marzo’. Según la Asociación de los Caficultores del Sudoeste de Minas Temperatura , una región de montaña a más de mil metros de altitud, se necesita una temperatura anual promedio que oscile entre los 18°C y 22°C, una humedad relativa del 70% al 85% y una media de precipitación de 1.350 milímetros, con un verano lluvioso, especialmente entre los meses de enero y febrero. Pero esa no ha sido la realidad. Entre los días 9 de enero y 10 de marzo no había caído una gota de agua sobre el terreno de la hacienda Jabuticabeiras ni de sus vecinas. Y el clima viene siendo el principal problema desde el año 2020, el mismo que coincide con la pandemia del coronavirus. «Desde 2020 hemos tenido una serie de factores climáticos muy graves. Tuvimos lluvia de piedras de hielo, heladas, sequía, incendios. O hemos tenido falta de lluvia o hemos tenido demasiada lluvia en el momento equivocado, porque la lluvia en el momento equivocado también interfiere», explica Juliana Paulino de Costa Mello, dueña de la hacienda Nova Aliança, en Monte Santo, próxima a Guaxupé. La hacendada, sexta generación de una familia de cafetaleros que produce desde el año 1858, exporta a Australia, Nueva Zelandia, Estados Unidos, India, Reino Unido y ya está conversando con clientes en España. Ella y su marido Flavio, que es ingeniero agrónomo especialista en café, asumieron la hacienda hace tres décadas, y justamente en la pandemia comenzaron a usar los mismos termómetros digitales que empleaban para medirse la fiebre contra el virus para mensurar la de la tierra. Comenzaron a observar con más precisión los datos de temperatura y lluvia que dejaban de ser previsibles. La preocupación de todos y asunto de debate en Guaxupé es uno solo, hasta el punto de que la próxima semana, entre el 19 y 21 de marzo, la cooperativa Cooxupé, que se autodenomina la mayor del mundo, organiza aquí una feria que ha llamado ‘Agricultura y cambio climático: resiliencia y oportunidades’. A este evento espera 33 mil visitantes interesados en conocer soluciones y tecnologías para aumentar la productividad en una tierra más caliente. Mayor consumo en BrasilEn cualquier lugar que se visite en cualquier rincón de Brasil la frase que le sigue al saludo es: «¿Acepta un cafeciño?». Esa es la costumbre como anfitrión en el país que más lo produce y el segundo que más lo consume, después de Estados Unidos. Y si los precios internacionales están altísimos, los brasileños los están sufriendo más que nadie. En los mercados, el precio de ese ‘cafeciño’ se ha duplicado y se ha vuelto una de las causas para la popularidad más baja del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en tres mandatos.«Los brasileños no sabían tomar buen café y muchos productores vendían internamente una calidad inferior, pero eso ha cambiado en los últimos años. Hay una demanda por un producto de mejor calidad», cuenta Paulino también sobre uno de los factores del aumento de precios. Así como el boom de cafeterías en China se refleja en los aumentos de demanda la multiplicación del aprecio entre los brasileños y su petición de calidad, también.El empresario Ricardo Madureira , CEO de la marca Café Orfeu, apostó hace 20 años por esa tendencia y no exporta su café porque se enfocó en el crecimiento de ese mercado más sofisticado en Brasil. La marca se ha convertido en una referencia en supermercados en los que ocupa escaparates con variedades más finas. «Nacimos con un propósito muy claro de contribuir a la excelencia de los cafés en Brasil, porque la gran mayoría del café brasileño de calidad se exportaba fuera», relata sobre esa ampliación del mercado interno, que es más citada por los productores como razón del precio alcista que la demanda creciente de China, otro factor que lo explica.Madureira, que es miembro de la Asociación Brasileña de Cafés Especiales, ve en la demanda de China y en la caída de oferta de Vietnam, segundo productor mundial con un 16,5% y que tradicionalmente suele atender ese mercado, otra causa para los aumentos. «La población china urbana más joven está bebiendo más café y las cadenas de cafeterías chinas están en claro ascenso. Cualquier crecimiento de dos, tres o cuatro puntos porcentuales en la población china tiene una repercusión enorme». Para el ejecutivo, la ‘tormenta perfecta’ para la inflación de precios viene derivad de la conjunción de tres factores: aumento de consumo, producción menor y bajos stocks de café. Paulino pormenoriza ante ABC que hace seis años recibió a un grupo de clientes chinos que querían comprar una cantidad impensable de toneladas mensuales. «Mi marido me miró y me dijo: ‘todo nuestro municipio no produce eso en un año’», ríe ella sobre una demanda que solo Brasil no podría atender. Los chinos, agrega, ya producen internamente la variedad Conilon/Robusta, que es inferior a la calidad del Arábica, que se produce en su región. El futuro de los preciosTodos los productores entrevistados garantizan que habrá café, pero no saben responder a qué precio, porque el clima incide también en otro elemento que está disparado: el coste de producirlo. En Brasil, el calor ya ha perjudicado los frutos del café, y Reginaldo Dias muestra los daños en las hojas y en los delicados granos que están quemados por el sol justo en los meses en que deberían haber pasado por temperaturas más amenas. La cosecha ahora dependerá de la meteorología de los próximos meses, y los productores recuerdan que el café es un árbol, que tiene un tiempo de crecimiento y de madurez, muy diferente al de otros cultivos como la soja, que suele plantarse según aumenta la demanda. El café tiene áreas, alturas y temperaturas específicas, muy similares a cultivos como el olivo aquí. Esos procesos hacen que los productores estén acostumbrados a un mercado bienal, en que un año de buena producción compensa al otro, de baja.Plantación de Café Orfeu: preserva en sus haciendas un Jequitibá, un árbol nativo de más de 1.500 años araquém alcantara Una agricultura más sostenible garantiza el futuro Ricardo Madureira El cafetalero Reginaldo Dias mide la temperatura del suelo sin cultivo, que quema, pero al tocar la zona por debajo del café, la temperatura baja a la mitad. Son 28°C y una tierra fresca y mojada que sustentan los árboles que vemos, casi un espejismo debajo de ese sol chamuscante, y que sobreviven gracias a la protección de la paja del propio café que les hace sombra. No se trata de un milagro, sino de más de una década durante la cual los cafetaleros brasileños han desarrollado un modelo de agricultura regenerativa, con procesos más naturales. «En los últimos diez años hemos trabajado mucho en la sostenibilidad y hemos empezado a cultivar café regenerativo. Quiero dejarles a mis hijas una tierra y un entorno mejores que los que yo recibí», dice Juliana Paulino, que asumió una hacienda de seis generaciones. «No utilizamos insecticidas de suelo ni herbicidas, ninguna de esas cosas peligrosas», advierte. Con menos lluvias los productores están cuidando especialmente del agua. «No regamos el café. El agua es un bien demasiado importante como para utilizarlo en algo que no es vital en la alimentación. El agua debe usarse para arroz, judías o maíz, y hemos encontrado otras formas de mantener la humedad en el suelo», dice Paulino, que cita incluso experimentos con un alga marina. Dias usa bioinsumos como hongos y bacterias que están funcionando mejor que los antiguos herbicidas para combatir plagas. «Cuando empiezas a trabajar con microorganismos, toda la fauna y la flora empiezan a trabajar a tu favor», dice el productor que ve con alegría el regreso de avispas y abejas. «Las técnicas de cultivo regenerativo son esenciales para un uso más racional del suelo, evitando su agotamiento y garantizando su productividad para el futuro, y son importantes para nuestra rentabilidad», dice Renato de Farias Almeida Prado, hijo del dueño de la hacienda Jaboticabeiras, que vende la marca Jacô. «Lo que estamos haciendo hace tiempo en nuestras haciendas es crear las condiciones para una agricultura que no está totalmente blindada, pero sí es más resistente», dice Ricardo Madureira, CEO del café Orfeu, que se enorgullece de preservar un Jequitibá, árbol nativo con más de 1.500 años y que es el símbolo de su marca. «¡Es enorme! Lo tratamos como un bebé y lo protegemos de rayos y vientos», alardea. Esas prácticas sostenibles favorecerán al café brasileño frente a las exigencias al respecto de la UE que entran en vigor a fin de año. La legislación brasileña, además, es exigente en temas laborales y pide un mínimo de 20% de área natural preservada, lo que ha terminado por profesionalizar la caficultura nacional.Pero los cuatro años de estrés climático han afectado procesos en que los agricultores solían acumular reservas, pues un café bien almacenado puede durar muchos años. «El café va a estar a un buen precio , pero yo voy a tener poco café para vender», calcula Dias. «No sabemos cómo será el futuro, porque no hemos vivido nunca ese contexto de clima adverso y alta demanda. Será una nueva realidad». «Desde el punto de vista ambiental, es una inseguridad que hemos estado experimentando y seguiremos experimentando, por desgracia, y no hay ninguna bala de plata que podamos tener a corto plazo para resolverla», cree Madureira, quien, como sus colegas, solo ve un camino : la caficultura sostenible y regenerativa . Por fin, en la segunda semana de marzo ha vuelto a llover algo en Guaxupé y aun así, los bajos excedentes de café y los meses de sequía llevan a creer que los precios solo mejorarán en la próxima cosecha.

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