Hubo un tiempo en el que muchas de las calles de Madrid estaban adoquinadas; aún algunos recordarán este suelo en el paseo del Prado, sin ir más lejos. Y, de hecho, todavía permanece en muchas vías, oculto debajo del asfalto. El material del que se hacían esos adoquines salían de las canteras madrileñas de las que también se surtieron quienes construyeron algunos de los monumentos más representativos de la región, entre ellos el Monasterio de El Escorial, la Puerta de Alcalá o el Banco de España.Zarzalejo, Alpedrete o Colmenar Viejo son algunas de las localidades de cuyas canteras salieron toneladas y toneladas de granito de la mejor calidad, durante siglos, para surtir a la capital del Reino. Estas eran lugar de referencia para los estudiosos de la geología. Así lo refleja ABC, que el 10 de marzo de 1919 publica una crónica en la que se da cuenta cómo los alumnos de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos habían visitado las canteras de Zarzalejo con sus profesores, señores Puig de la Bellacasa y Cáceres, en un viaje de prácticas.Las canteras, explicaba el diario, las explotaba entonces la Sociedad Anónima Construcciones y Pavimentos, «concesionaria de las obras de pavimentación de Madrid».Noticia Relacionada reportaje Si La nueva vida de las canteras de Alpedrete Sara Medialdea De las entrañas de esta explotación ha salido el granito que se utilizó en el Palacio Real, la Puerta de Alcalá o los adoquines de medio Madrid, pero ahora un proyecto financiado por la Unión Europea las devuelve a la naturalezaLos alumnos, durante su visita, pudieron seguir las explicaciones de sus profesores sobre «la formación geológica de la cantera, las distintas operaciones, desde el arranque de la piedra y los sucesivos trabajos, hasta la labra de los adoquines». Hubo un tiempo en que muchas calles de la ciudad contaban con esta cubrición en sus calzadas. De hecho, existe incluso un tipo conocido como ‘adoquín madrileño’. Pero luego se fue eliminando progresivamente: hace apenas un par de años se borró de algunas de las calles estrechas del corazón de Madrid, como Velarde, San Andrés, El Barco o Jesús del Valle. Decía el Ayuntamiento que se sustituía por otros materiales asfálticos, con más durabilidad y que generaban menos ruido. Los vecinos planteaban que esas calzadas, sin embargo, daban mucho más calor en verano. En más de una ocasión, una reforma o unas obras de mejora en alguna zona de la capital han descubierto, al levantar el asfalto, que los adoquines continuaban allí debajo, como memoria de otros tiempos.Sobre el terreno Tres momentos de la visita de los estudiantes de la Escuela de Ingenieros de Canales, Caminos y Puertos a las canteras de Zarzalejo, en el año 1919 JULIO DUQUEPero no sólo por el suelo madrileño podía, y aún puede verse, el granito de estas canteras: también en muchos de sus mejores monumentos. Se utilizó este material para levantar el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, se han empleado en la Puerta de Alcalá, y también en el Banco de España.El granito de Madrid es de enorme calidad. Presenta tres variedades: el granodiorita, que se utiliza para construcción principalmente; el de grano grueso, menos utilizado; y el pórfido granítico, más conocido como ‘piedra rubia’. De hecho, incluso se ha utilizado el de otra localidad de la región, Cadalso de los Vidrios, para construir el pilar más alto de la Sagrada Familia de Barcelona. Se ha elegido este granito, entre todos los posibles, porque algunas investigaciones del Instituto de Geociencias de la Universidad Complutense señalan que es el que mejor respuesta tiene a los envejecimientos artificiales acelerados de choque térmico, humedad/sequedad y hielo/deshielo.

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