Crítica de ‘The Alto Knights’ (**): A De Niro le sobra un personaje y le falta Joe Pesci

No es la primera vez que Barry Levinson entra a la caza en ese coto de la mafia neoyorquina, ya lo hizo en ‘Bugsy’, con personajes y actores duros, ‘Lucky’ Luciano, Meyer Lanski, ‘Bugsy’ Siegel, Harvey Keitel, Joe Mantegna…, pero no es un territorio en el que este director respira con comodidad. Con ‘The Alto Knights’ se cuela de nuevo en el coto de Scorsese, y lo hace además amparado por Nicholas Pileggi, guionista de ‘Uno de los nuestros’ y ‘Casino’, y con el gran condotiero del género, Robert De Niro, y hace una película de ambiente, tensión e intriga muy respetables, pero sale de ese coto de caza sin cobrarse una pieza, digamos, mayor.Sitúa la historia en los años cincuenta y se centra en dos reconocidos capos del crimen organizado, Frank Costello y Vito Genovese, amigos desde la infancia y enfrentados luego por una rivalidad digna de psiquiatra. El mayor potencial de ‘The Alto Knights’ consiste en que es Robert De Niro quien encarna los dos papeles, el del elegante y taimado Costello y el del perturbado y desalmado Genovese, con ideas muy opuestas sobre cómo llevar con eficacia el negocio del crimen. Es decir, un Robert De Niro pausado, precavido, con algún rastro de conciencia y sin maquillaje, y un Robert De Niro excitado, peligroso y excesivamente cargado de potingue y maquillaje. Buen Robert De Niro como Costello y una caricatura como Genovese, que la hubiera hecho mejor el Joe Pesci de ‘Uno de los nuestros’.Mejora muchísimo la película en su segunda mitad, cuando uno encuentra el hilo del relato después de una larga y enrevesada narrativa para situarnos a los personajes y los conflictos, y escurrirse la trama hasta la célebre reunión de Apalachin, con toda la jefatura de la mafia estadounidense en vergonzosa huida por los campos de alrededor. La relación oscura y compleja entre Costello y Genovese podría haber tenido algo de shakespeariana, pero nunca acaba de coger vuelo.