Seis tíos aguardaban en chiqueros. En el ruedo de la catedral se extendía un altar de arena, regada con la sangre de Damián Castaño. Hecho un auténtico tío estuvo el salmantino, con honestidad total para no guardarse nada dentro en el estreno de la temporada madrileña. Era también su debut con los toros de Adolfo Martín y pagó con una dura cornada su entrega. Imponente la corrida, de desbordante seriedad como el Manzanares tras la borrasca. Salió el sol por la mañana y se alargaron las colas para acceder al sorteo. No era una corrida cualquiera, sino una señora corrida, con tres ejemplares que en abril cumplirían los seis años. Atrás habían quedado las nubes negras, pero llegaron las de la incertidumbre: ¿embestirían los adolfos? Muchos murmullos y un sinfín de pronósticos para la tarde, con dos claras apuestas del ganadero, el número 85 y el 101, aunque luego la quiniela fallaría… Tan solo su fachada imponía, con esa estampa de Chaparrito sacada a medio camino entre las cuevas de Altamira y las calles de Coria. De famosa reata era este 85, al que Rafael de Julia no quiso ni ver. Con el ánimo decaído y la mirada ausente, el torero madrileño –que tiene muy buenas condiciones, como ha demostrado en otros momentos– dio una triste imagen.En el citado Chaparrito, cuarto del sexteto, tomó las riendas de la lidia Gómez Escorial y los banderilleros actuaron con tremenda eficacia. Menuda papeleta tenía el de Torrejón, que acabó en la arena por la violencia del animal y por las dudas, que, como el miedo, son libres. En medio de las palmas de tango y una bronca épica –estallaron los gritos de «¡fuera, fuera!»–, cogió la espada sin ninguna convicción. La imagen de la derrota ya había aparecido en el primero, serísimo, musculado y con dos leñas de aúpa, pero bien hecho y de cortas manos. Metió el hocico Pastelero dentro de su corto recorrido. Bien lo entendió Raúl Ruiz, aunque por esa manera de ir el toro mientras lo llevaba hacia atrás, algunos pensaron que aquello era oro molido. Y lo que sucedería luego fue que ni el de Adolfo pasó ni De Julia hizo nada para que pasara: ni una vez se puso el espada. Las de Caín sufrió para darle matarile, con el toro parado contra las tablas.Manseó de salida al segundo, aplaudido por la viva expresión de su cárdeno dibujo. Le ganó terreno con una buena lidia Damián Castaño y se llevó una ovación de categoría. Y otra Adrián de Torres por dos chicuelinas de inacabado suspiro. Qué bien anduvo la cuadrilla, con dos buenos pares de Rubén Sánchez. Tras el brindis a Ramón García, el salmantino se dobló en el umbral del 7 y, dos metros más allá de las rayas, le presentó la derecha en una serie de estremecedora ovación. Metía el morro Arenero, con nobleza en su embestida. Lo dejó respirar y volvió a la carga, con unos muletazos más hacia fuera y otros más abandonado. Cuando cogió la zocata, de pronto, el toro se durmió en cuatro naturales de mano baja en paralelo a las tablas. Un runrún golpeó la Monumental mientras Arenero demandaba suavidad. Y así lo hizo en otra tanda zurda Damián. Un cartel de toros fue el cambio de mano final, torerísimo y con los flecos a rastras. Lástima que pinchara –¡otra vez!– y se esfumara la oreja. Dos majestuosas ovaciones se llevaron toro y torero. Se presentía la batalla cuando Castaño se plantó como un atlante frente a su destino en el quinto. Con la montera calada, con la honradez presente, con la verdad de quien todo lo da. Una barbaridad se lo pensaba Revoltoso, que se revolvía ya en el embroque. Damián, pleno de voluntades, desafiaba con arrestos y mucho mérito a un cárdeno que en un arreón acabó con la muleta como bufanda. Cuando el aguerrido matador tomó la izquierda, lo prendió con toda la furia de su 592 kilos y le propinó una cornada de dos trayectorias en el muslo. Con el reconocimiento de Madrid y la angustia del tendido –salvo algunos graciosos, que se tomaron a broma una corrida para pocas bromas–, se lo llevaron a la enfermería. Tuvo que pasaportarlo De Julia, que pasó otro mal trago. Lo opuesto fue la serenidad absoluta de Adrián de Torres con un lote falto de casta y decepcionante, sin poder como el último. Firme y testarudo el de Linares. Y de sombrerazo Iván García.Monumental de las Ventas Plaza de toros de Madrid. Domingo, 23 de marzo de 2025. Rafael de Julia, de Damián Castaño, de Adrián de Torres, de

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