Colgar una pancarta a más de tres metros de altura en un edificio público no es tarea sencilla. Ni siquiera contando con la ausencia total de presencia policial, como ocurrió el miércoles pasado en el centro de Bilbao, cuando Sortu (partido matriz de EH Bildu y heredero de Batasuna) colocó un cartel de varios metros en la Oficina de Extranjería. Una «acción activista», anunciada en la agenda del día, que tuvo que hacer frente a la inesperada aparición de la ventolera. Dos mujeres trepaban por una escalera extensible hasta el balcón de esta sede del Ministerio de Política Territorial cuando se levantó el aire, con lo que el posterior despliegue del cartel se volvió angustioso por momentos. Dominada la lona, mensaje a la vista: «Euskal Herria necesita soberanía. ¡Derechos para todas las personas!». La ‘performance’ trataba de ser una «denuncia contra las leyes racistas de España y Francia», previa a una movilización celebrada este viernes en Bilbao por el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. A escasos metros, iban subiendo a una pequeña tarima ciudadanos de Ecuador, Bolivia, el Sahara Occidental o Palestina para contar «sus experiencias y la discriminación» sufrida. Delante de ellos, Ohiana San Vicente, miembro del Consejo Nacional de Sortu, daba una pequeña rueda de prensa. «Esas leyes fomentan la vulneración de los derechos y la indefensión de las personas que vienen del extranjero a desarrollar su proyecto de vida a Euskal Herria. La ley de extranjería obliga a las personas migrantes a someterse a circuitos de explotación y abuso», afirmaba con escaso entusiasmo y sin aceptar preguntas. San Vicente, sin ser excepción en la dirección de EH Bildu, es miembro declarada de ETA. Antes de ser concejal de Euskal Herritarrok (luego Herri Batasuna y Sortu) fue responsable de Jarrai o Segi , organizaciones que, tal y como describe con minuciosidad el libro ‘El patio trasero de ETA’ (Almuzara), servían de apoyo logístico, financiero y de regeneración de los cuadros de la banda, claves para su entramado y actividad criminal. «Más allá de valoraciones éticas o morales, ETA nunca dejó de ser del pueblo, porque siempre pensó en él, lucho por él. Así lo hicimos todas y cada una de las personas que en algún momento de su historia formamos parte de esta organización», figura un texto suyo en el portal digital ‘Hala Bedi’.Noticia Relacionada ABC Prémium especial Si Pódcast | Escoltas, la sombra que me protegía de ETA ABC PÓDCASTAntes de volcarse con la lucha «antirracista», estuvo entre las más buscadas por la Policía Nacional y fue detenida en 2020 como responsable de organizar los ‘ongi etrorris’ desde 2016 a los presos de la banda terrorista. La Fiscalía reclamó en abril del año pasado una pena para ella de cinco años y siete meses de prisión tras montar más de 100 homenajes a etarras. Legalizado Sortu en 2012, ahora abandera todas las causas que unen a la «izquierda radical» a nivel internacional. Algo que «no es nuevo», pero que se habría convertido en prioritario después de conseguir todos sus objetivos en relación con los presos etarras, según comenta el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Rey Juan Carlos José Manuel Azcona.«Su objetivo es engrosar el espectro político para quedarse con la Administración vasca», explica. El mensaje ‘Derechos para todos’ es «simple», y serviría al deseo de convertir en vascos a un sector de la población en constante crecimiento por el fenómeno migratorio. Arnaldo Otegi, compañero de San Vicente, reclamó un «modelo inclusivo de carácter vasco» esta semana, al comentar la cesión del PSOE a Junts per Catalunya de las competencias migratorias. Cuestión que valoró como positiva por «soberanista» y que llamó a perseguir apuntando al PNV y al Gobierno vasco.De las palabras a los hechosLa defensa de la sociedad «multicultural» es una constante en el discurso de la izquierda independentista vasca, unida a otra serie de causas con trasfondo marxista (corpus ideológico de ETA) como el antisionismo, donde la lucha de clases se centra ahora en elementos abstractos como los derechos de colectivos concretos, tras abandonar las causas materiales. Sin embargo, EH Bildu, que gobierna en más de cien municipios, ya se ha dado de bruces con la complejidad que implican sus propuestas cuando estas se trasladan de la retórica política a la realidad. Caso paradigmático es la localidad de Sopuerta (Vizcaya), donde siendo la lista más votada el partido de Otegi vio como renunciaban la mitad de sus ediles tras estallar protestas entre la población al abrirse allí un centro de menores. Esto les obligó el año pasado a buscar candidatos de reemplazo fuera del propio municipio, tal y como informó ‘El Correo’. Pese a todo, la realidad es que hoy son antiguos miembros de ETA quienes tratan de explotar electoralmente la cuestión racial en el País Vasco, protagonizando la mayoría de las movilizaciones. Así, acusan a los medios y partidos de la «derecha» de tratar de dividir a «su pueblo» en base a «la cultura y el origen». Su objetivo, resumido por la propia San Vicente, es claro: «En lugar de mirar de dónde venimos, deberíamos pensar hacia dónde queremos ir. Euskal Herria libre y antirracista». Lo primero es lo primero.

Leave a Reply