Cuando llegamos al ensayo de La Bien Querida el jueves a mediodía, en el Observatorio de Carabanchel, en Madrid, suena ‘Una estrella’, el tema que Ana Fernández-Villaverde (Bilbao, 1972) le ha dedicado a su hija de 12 años y habla «del paso de la niñez a la adolescencia». Según sus propias palabras: «Quería capturar ese momento y regalárselo en forma de canción». Desde el exterior del local se escucha su voz acompañada por una sola nota de órgano: «Quiero formar parte de tu mundo, que sientas mi amoooor profundo». Arranca la batería, entra el resto de la banda y la compositora canta aún más alto: «¡Quisiera estar cerca de ti toda la vidaaaa!». Todo suena tan limpio y melódico que, al entrar en el pequeño local, sorprende encontrarse dentro a una banda de seis músicos apretados en no más de 15 metros cuadrados, mientras Roma, la perrita de Fernández-Villaverde, ladra y juguetea entre los cables. David Rodríguez –guitarra y productor de casi todos sus discos– intenta apartarla con el pie, sin dejar de tocar ‘Naufragio’, para que no se suba a sus pedales. Un equilibrio difícil parecido al que dibuja la letra en el plano emocional: «He conseguido escribirte mis últimas palabras de amor sincero, desde un pequeño barco que se está yendo a pique y yo… ¡Me estoy ahogaaando!». Es casi imposible no chocar con los micrófonos y los instrumentos, al estilo Pepe Viyuela, cuando saludamos al resto de miembros. Sobre una pequeña estantería del fondo, llena de lámparas, cajas y otros cachivaches, se puede ver el último disco de su amiga Soleá Morente y, más abajo, el octavo y último de La Bien Querida, titulado ‘LBQ’ (Roma Records). Se ha publicado este viernes y lo están ensayando estos días, antes de los primeros conciertos de presentación en Bilbao (12 de abril), Castellón (10 de mayo), Rivas Vaciamadrid (15) y Granada (24), entre otras ciudades.Noticia Relacionada Isaki Lacuesta, C. Tangana y Javier Macipe estandar Si La odisea de tres locos de la música en la lucha por los Goya Israel Viana«La verdad es que es un disco sin pretensiones, artesanal y sencillo. Parece que ahora lo que más importa en la industria discográfica es el envoltorio y que todo tiene que estar perfecto, sonar increíble, pero nosotros lo hemos hecho de una forma más fresca y orgánica, poco pretenciosa. Creo que es mi disco menos pretencioso, la vuelta a mis orígenes», asegura Fernández-Villaverde, en referencia a aquellos años en los que Jota, de Los Planetas, le animó a escribir canciones a pesar de no tocar todavía ningún instrumento. El éxitoFue hace ya casi dos décadas cuando se lo dijo y la convenció. Se compró una guitarra y aprendió ella sola con canciones de los grupos que le gustaban, como Pavement o Neutral Milk Hotel . En esa época se ganaba la vida como artista plástica, una actividad que abandonó cuando la música empezó a funcionar. Y vaya si funcionó. Lo hizo sorprendentemente rápido, con un éxito poco habitual dentro de la escena del pop independiente, pero ella le quita hierro de forma insistente durante toda la entrevista. ¿Qué crees que vio Jota en ti para animarte a componer? «A ver, Jota es amigo mío desde hacía mucho tiempo y me lo dijo como se lo dice a todo el mundo. No fue en plan ‘tú eres especial’». Pero nada más publicar tu primer disco, ‘Romancero’ (Elefant, 2009), te fuiste de gira a México. «Bueno, era todo muy pequeño, no fue tan así. Mi sello habló con Julieta Venegas y, simplemente, abrí varios conciertos para ella. Me encantaría decirte que fue la hostia, pero mentiría. Mi carrera ha crecido poco a poco». ¿Tampoco viviste de la música desde tu debut? «Sí, pero ya vivía antes de la pintura. Siempre me he buscado la vida y me mantenía con la música sin grandes lujos. Vivía como podía. Lo que pasa es que, desde el principio, me empeñé en pedir un caché por los conciertos que me salían. Para tocar gratis, prefería seguir pintando. Di ese paso era para poder vivir de ello… Y así fue. No hay más».Al cabo de un rato, le comento que me llama la atención que hable como si fuese lo más habitual del mundo vivir de tus canciones dentro del indie. En realidad, son muy pocos los grupos que lo consiguen y, menos aún, con su primer disco. «Mmmm… Ya, sí… es verdad», responde, esta vez bajando un poco las defensas, con cierto rubor e inseguridad, como si no quisiera pensar en esas cosas del éxito. Y, tras unos segundos, justifica su razonamiento: «Bueno, a ver, es que también hay que trabajar mucho. Trabajar y trabajar. Ser muy tenaz y constante. Hay que querer y estar todo el día con el pico y la pala. Te lo digo yo, que llevo ochos discos y sigo con el pico, currando mucho para poder mantenerme, que es lo realmente difícil».Ana Fernández-Villaverde, junto a David Rodríguez, durante los ensayo en el Observatorio Matías NietoDe Yung Beef a JotaLo cierto es que, al poco tiempo de aprenderse los primeros acordes, ya había escrito sus primeras canciones y grabado su primera maqueta, de la que se hicieron eco revistas como ‘Mondosonoro’ y ‘Rockdelux’. También ‘Disco Grande’, el programa de Radio 3 dirigido por Julio Ruiz. «La primera vez que la puso me impactó muchísimo», recuerda, en una de las pocas concesiones que hará en lo que respecta a sus triunfos tempranos. Como el hecho de que ‘Romancero’ fuese elegido mejor disco nacional del año en varios medios. Y se sucedieron los elepés y las colaboraciones con nombres como Guille Milkyway, Yung Beef , Nacho Canut, Carolina Durante , Triángulo de Amor Bizarro y, por supuesto, Jota, al que no quiso invitar en su debut: «No quería que pensaran ‘¡mira, la amiguita de Jota!’, como si me hubiera aprovechado de él. Quería hacerme valer por mí misma», subraya la compositora, que se ganó a pulso el calificativo de «reina del indie».«Eso ya no significa nada –reacciona de inmediato–. Hasta los grupos indies reniegan del indie, porque el mainstream lo absorbió todo. La gente se ha dado cuenta de que el dinero… ¡Ya sabes! Recuerdo los primeros años del Benicásim , que sí era festival indie y, además, generaba dinero, pero ahora son los fondos de inversión quienes los organizan. ¡Qué tendrán que ver esos fondos con la música! Todo ha cambiado mucho. Ni siquiera yo soy indie ya». Duda unos segundos y justifica su reflexión: «Al final yo también estoy dentro de este sistema en el que todo está pagado por las marcas, incluidos los festivales, que también los pagan esas marcas. Ahora se toca en el escenario Estrella Galicia, Mahou… Al final, todos nos hemos convertido un poco en eso».Con un puñado de himnos y nada que demostrar, la compositora ha decidido ahora ponerse las cosas un poco difíciles al crear su propia discográfica, Roma Records , en homenaje a su mascota, que aún revolotea entre los instrumentos. «Me dedico a la música y quiero saber cómo funciona el negocio, aunque me de muchos más quebraderos de cabeza. Hay mucho trabajo más allá de componer y actuar, pero me ha valido para valorar lo que otras personas hacían antes por mí y eso está bien», explica.—Una vez dijo que prefería ser cabeza de ratón a cola de león, como si tuviera miedo dar el salto a una multinacional y a recintos más grandes.—No tengo miedo porque ya no lo voy a pegar. Ese tipo de éxito se alcanza cuando empiezas y veo complicado que, con ocho discos, siendo realista, vaya a dar algún salto. De todas formas, estoy muy contenta con mantenerme donde estoy. Ni siquiera pienso en si podría llenar el WiZink, lo veo improbable. Si llega esa oportunidad, ya lo pensaré…

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