No son pocas las veces que el Papa Francisco se ha referido a su antecesor, Benedicto XVI , desde que este murió el 31 de diciembre de 2022. El mismo día de su fallecimiento, declaró : «Con emoción recordamos esta persona tan noble, tan amable. Sentimos en el corazón mucha gratitud: gratitud a Dios por haberlo donado a la Iglesia y al mundo; gratitud hacia él, por todo el bien que realizó, y especialmente por su testimonio de fe y oración, especialmente en estos últimos años de su vida retirado».Hace justo un año, ABC publicó un extracto en exclusiva mundial del libro ‘El Sucesor’ , escrito por el Papa Francisco en colaboración con nuestro corresponsal en el Vaticano, Javier Martínez-Brocal . En él, explicaba los motivos que le llevaron a detener una «maniobra» para bloquear la candidatura del cardenal Joseph Ratzinger y confirmaba que él mismo votó por él. «En el cónclave de 2005 en que él fue elegido Pontífice a mí me usaron. Yo llegué a tener 40 de los 115 votos en la Capilla Sixtina. Eran suficientes para frenar la candidatura del cardenal Ratzinger, porque, si me hubieran seguido votando, él no habría podido alcanzar los dos tercios necesarios para ser elegido papa». «¿No habrían podido elegirlo a usted?», preguntaba Brocal en la profunda entrevista que conforma el libro. El Papa Francisco respondió: «Esa no era la idea de quienes estaban detrás de los votos. La maniobra consistía en poner mi nombre, bloquear la elección de Ratzinger y después negociar un tercer candidato diferente. Me contaron, más tarde, que no querían a un papa ‘extranjero’. Fue una maniobra en toda regla. Me usaban a mí, pero detrás ya estaban pensando en proponer a otro cardenal. Todavía no estaban de acuerdo sobre quién, pero ya estaban a punto de lanzar un nombre».Noticia Relacionadaun cuadro clínico es complejo y no está aún fuera de peligro estandar Si El Papa, enfermo de bronquitis, hace nombramientos estratégicos para el futuro cónclave Javier Martínez-Brocal | Corresponsal en El Vaticano Las reuniones de cardenales para buscar un sucesor estarán guiadas por dos purpurados que no intervendrán en la elección para evitar protagonismosEn los 25 días que el Papa lleva ingresado en el Hospital Gemelli, con un cuadro clínico complejo por el que aún no está fuera de peligro, los medios de comunicación han recordado algunos episodios de su vida (Francisco, incluso, llegó a realizar nombramientos estratégicos para el futuro cónclave si él moría). Sin embargo, pocos se han acordado de este episodio secreto que refleja la comunicación que hubo entre ambos pontífices. Los encuentrosEn las horas previas a la muerte de Benedicto XVI a los 95 años, el actual Pontífice se acordó de los encuentros que mantuvo con su predecesor en el cargo y que dieron, incluso, para una película: ‘Los dos Papas’ , dirigida por Fernando Meirelles en 2019, protagonizada por Jonathan Pryce y Anthony Hopkins. Pero de la que debe tener un especial recuerdo es de la primera conversación que tuvieron por teléfono y de la que no se supo nada hasta hace dos años, tras una década al frente del Vaticano. La reveló en una entrevista a la agencia Vatican News el sacerdote maltés Alfred Xuereb, el que fuera secretario de Ratzinger –junto a Georg Gänschwein– y que luego ocupó el cargo de secretario general de la Secretaría de Economía. Se produjo el mismo día de la elección de Francisco el 13 de marzo de 2013, antes incluso de que su imagen apareciera al día siguiente en todos los periódicos del mundo. En la portada de ABC pudo verse al nuevo Pontífice saludando a los congregados en la Plaza de San Pedro, en Roma y, al día siguiente, continuaba con otra en la que el nuevo Pontífice advertía: «Que Dios os perdone por haberme elegido». Xuereb aseguró que esa llamada fue precisamente la responsable de que Jorge Mario Bergoglio tardara tanto en asomarse al balcón de la Basílica de San Pedro y de que el cardenal pertinente pronunciara el famoso «Habemus Papam». «Nosotros estábamos en la sala de la televisión de Castel Gandolfo, donde el teléfono está siempre silenciado, por lo que al principio no oímos ninguna llamada», reveló el sacerdote maltés. Y prosiguió: «Nos volvieron a llamar durante la cena y nos preguntaron que dónde habíamos estado. Luego nos dijeron que el Papa Francisco iba a volver a llamar después de cenar».El teléfonoXuereb, esta vez sí, estuvo pendiente del teléfono durante las siguientes horas, mientras varias decenas de miles de feligreses aguardaban en la plaza de San Pedro el anuncio del nuevo Pontífice. Los principales candidatos eran Odilo Scherer, arzobispo de la enorme diócesis de Sao Paulo; Peter Turkson, de Ghana, responsable del departamento de justicia y paz del Vaticano; el cardenal Christoph Schoenborn de Viena, alumno y aliado cercano de Benedicto XVI, y el ítalo-argentino Leonardo Sandri. La elección de Bergoglio fue una sorpresa.Cuando después de cenar Francisco llamó de nuevo, lo cogieron de inmediato. «Le pasé el teléfono a Benedicto y escuché que decía: ‘Santidad, desde este momento, prometo mi total obediencia y mi oración’. Son momentos que no puedo olvidar», contaba Xuereb a Vatican News. Todo el mundo sabía dentro del cónclave que el nuevo Pontífice impulsaría un cambio profundo en la Iglesia católica, por eso aquella desconocida llamada, que ninguno de los dos papas desveló jamás, fue importante para mantener unida a la Iglesia católica en su afán para emprender los muchos retos que tenía por delante.El secretario había conocido la decisión del entonces Papa unos días antes de que Benedicto XVI anunciara su renuncia al cargo en vida, una decisión que sorprendió al mundo y que, según reveló el Papa Francisco en una entrevista con ABC, parece que también va a seguir: «He firmado ya mi renuncia en caso de impedimento médico», aseguró en otra entrevista a Martín-Brocal y al director de ABC, Julián Quirós.La renunciaEn 2013, a Xuereb le sorprendió mucho más, por lo insólita que resultaba la decisión en aquel momento: «Recuerdo muy bien el 5 de febrero de 2013, cuando el Papa Benedicto me invitó a tomar asiento en su estudio privado y me anunció la gran decisión de su renuncia. Pensé en pedirle que lo pensara un poco más, pero casi enseguida me detuve, porque estaba seguro de que había rezado largo tiempo».Confesó también que después se echó a llorar y que le preguntó al Papa: «’¿Usted está tranquilo, sereno?’. Él me respondió con decisión que sí, porque ya lo había ponderado en la meditación y en la oración. ¡Él estaba sereno precisamente porque estaba seguro de haber sopesado bien las cosas en la paz y en la voluntad de Dios!». Y añadió: «Con su renuncia, Ratzinger cumplió un acto heroico, porque pensó en su amor a la Iglesia en primer lugar, que era mucho más grande que el amor que se tenía a sí mismo y a su ego».El 28 de febrero de 2013 cuando Benedicto XVI se desplazó en helicóptero a Castel Gandolfo, la residencia de verano de los papas. Allí permaneció durante dos meses, en los cuales se produjo aquella llamada secreta, hasta que el 2 de mayo pudo instalarse en el Convento Mater Ecclesiae, donde reside actualmente y donde se produjo la última visita del Papa Francisco. Sus condiciones de salud se habían deteriorado drásticamente en los dos últimos años y, aunque conservaba intacta la lucidez intelectual que caracterizó su pontificado, sus fuerzas se fueron apagando. En las últimas semanas no podía articular palabra y necesitaba una silla de ruedas para desplazarse.Desde que renunció al pontificado, Benedicto XVI adoptó un perfil muy discreto y sus apariciones públicas se produjeron en contadas ocasiones. Según su entorno, recibía igualmente muy pocas visitas. El pasado 27 de agosto, por ejemplo, se reunió en privado con los nuevos cardenales creados por Francisco al final del consistorio, pero su agravado estado de salud le impidió entablar una conversación con ellos. Al morir ahora, la longevidad como Papa emérito de Ratzinger, más de nueve años y medio, superó la duración de su pontificado.

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