«Hasta la universidad, los alumnos no deberían estudiar con pantallas»

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«Hasta la universidad, los alumnos no deberían estudiar con pantallas»

Inger Enkvist (Värmland, Suecia, 1947) es una de las voces más reputadas del mundo en materia educativa, conocida por alejarse de las ocurrencias de la nueva pedagogía y devolvernos al plano de las evidencias . Esta hispanista y educadora sueca, que ha sido asesora del gobierno de su país, habla con claridad y sin tabúes en defensa del conocimiento, en un mundo posmoderno en el que la verdad se ha convertido en una mera construcción. —Estos días el debate en torno a las pantallas en el aula está de plena actualidad en España, sin embargo nuestro país está lejos de rozar los resultados en PISA de Estonia, uno de los estados que más ha apostado por la digitalización de la escuela.—Lo importante en Estonia, que es la estrella de la educación en el mundo, es que tanto los profesores como los alumnos son serios. Estonia es un país pequeño en el que la educación es la ilusión y el motor para mejorar todo lo demás. Esta seriedad no existe en la mayoría de países occidentales y lo que impera es un ambiente más relajado. Creo que introducir la tecnología –y por tanto, la tentación– en países con un sistema educativo menos estructurado podría no dar tan buenos resultados. En general, las investigaciones sobre el impacto de la tecnología arrojan conclusiones más bien pesimistas porque los alumnos no la usan para aprender, sino para distraerse. Creo que la verdadera tecnología, el verdadero ordenador, está en la cabeza de los estudiantes. En mi opinión, hasta la universidad, los alumnos no deberían aprender con las pantallas. Hay que dejarlas para más tarde. —En uno de los últimos borradores sobre la reforma del profesorado del Ministerio de Educación se pide tener en cuenta la autoestima del alumno a la hora de evaluar. ¿Estamos perdiendo el respeto por el conocimiento?—Desgraciadamente, esto no le ocurre sólo a España. Todo empezó en los años 60 en Estados Unidos, cuando nació con fuerza la nueva pedagogía. Uno de los métodos de esta nueva forma de enseñar es reforzar la autoestima del alumno. Pero esta fórmula no es la correcta. Lo que verdaderamente funciona es trabajar de manera sistemática, prepararse para la escuela y la autoestima vendrá con los buenos resultados. No hay ningún atajo para llegar a la autoestima. ‘La buena y la mala educación’ (Inger Enkvist, Ediciones Encuentro) . . En esta nueva edición de ‘La buena y la mala educación’, Inger Enkvist revisa, corrige, actualiza y aumenta su libro estrella. Sus páginas recorren los distintos sistemas educativos imperantes principalmente en Occidente (sin dejar de mirar otras latitudes), y hacen un balance tanto de los aciertos como de los desaciertos del modelo de enseñanza predominante en países como Francia, Finlandia, Estados Unidos, Japón o China.—Uno de los mantras que se repiten sin parar en España es que la educación sólo mejorará si hay un aumento de la inversión y una bajada de la ratio alumno-profesor.—No hay una relación directa entre inversión y buenos resultados académicos. Es un debate que está viciado desde el principio. La izquierda quiere imponer la idea de que el resultado en educación depende del nivel económico de los padres o del nivel económico de la escuela. Esto no está probado, de lo que sí hay evidencia es de que los resultados dependen de la voluntad y el esfuerzo del alumno y también, claro, de la propia capacidad del niño. Lo relevante no es el número de alumnos por aula, ni la inversión en la escuela, sino la seriedad con la que se estudia. El factor más importante para la calidad de la enseñanza es la calidad del profesor, pero estamos centrados en el ‘buenismo’, que es lo que daña seriamente el nivel educativo. —Siempre ha defendido que todas las materias son lenguas y que la parte más importante del desarrollo del lenguaje tiene lugar durante el estudio de otras asignaturas. ¿Qué opina de la inmersión lingüística en comunidades como País Vasco o Cataluña?—Es un problema enorme. Desde hace tiempo, vemos la caída en picado en los resultados de PISA tanto de Cataluña como de País Vasco. Sin embargo, tradicionalmente eran dos de las comunidades más sólidas. Hay un detalle muy significativo: si uno entra en un banco de datos y busca artículos sobre la calidad educativa por ejemplo, en el País Vasco, no encuentra apenas información, salvo informes sobre si los alumnos hablan bien o no euskera. Lo sociolingüístico es lo único que interesa a los políticos de estas regiones y no el nivel de conocimientos. Esto es una traición a las familias, al Estado y al futuro de la región y, lo más paradójico, es que es un daño autoinfligido. En Cataluña, lo que reflejan algunas investigaciones recientes es que los más perjudicados por la inmersión lingüística son los estudiantes varones que en su casa se comunican en castellano. Inger Enkvist, en un momento de la entrevista con ABC ÁNGEL DE ANTONIO—Si hablamos de diferencias entre niños y niñas, ¿a quién lastran más las nuevas pedagogías?—Siempre ha habido distintos ritmos madurativos entre los varones y las féminas. Sin embargo, en la vieja pedagogía, los resultados no eran tan dispares como lo son ahora en beneficio de las niñas. El motivo es que las nuevas pedagogías han acabado con aquella competitividad del modelo tradicional que servía para motivar a muchos chicos. Los sistemas más estructurados, aquellos en los que se prima el esfuerzo, el conocimiento y no los valores, ayudan a los estudiantes que suelen obtener peores resultados. Pero, además, hay otro factor del que no habla casi nadie: el multiculturalismo, lo ‘woke’ y la corrección política han suprimido de los planes de estudio la lectura de las historias de aventuras, que eran la puerta de entrada para que los varones se aficionaran a leer. Se leía sobre aventuras, pero también sobre personas excelentes, reyes, científicos… Está demostrado que esto apelaba a la imaginación de los chicos. ¿Cómo podemos introducir un sistema de estudio que perjudica a la mitad de los alumnos? —Además de las lecturas, en los colegios también ha cambiado la forma de enseñar la Historia.—Ahora los profesores de Historia no explican los hechos, sino que todo se estudia desde el punto de vista de las minorías oprimidas y con una perspectiva muy presentista, con los ojos de hoy. Ahora nos puede escandalizar, pero parte del aprendizaje es entender que las cosas se veían de otro modo en otra época. La asignatura se orienta cada vez más a la interpretación y la comparación, de manera que sólo los alumnos más maduros llegan al análisis y la síntesis. Hay estudios que demuestran que en España la comprensión de los conceptos históricos es mucho más limitada de lo que se cree.«Los alumnos que crecen junto a sus dos padres biológicos tienen mejores resultados académicos»—Ha dicho que el matrimonio es uno de los grandes tabúes en la educación.—Lo es, es un tema ausente en el debate público. Sin embargo, hay investigaciones que han demostrado que es mejor casarse antes de tener hijos. Desde luego, esto no tiene nada que ver con cuestiones morales, sino estadísticas. Vivir con lo que se llama una ‘familia intacta, que es la formada por los dos padres biológicos, reduce la ansiedad en los alumnos y ayuda a mejorar los resultados académicos. Los adultos de nuestras sociedades se niegan a reconocerlo, y por eso es un tabú, pero la libertad amorosa de los padres va en perjuicio del aprendizaje en la escuela de los niños. «El Estado está socavando a los progenitores. Los niños necesitan modelos y el modelo no es el Estado»—También sostiene que esta es la primera generación en la que los que dominan son los hijos y no los padres.—Sí, y esto contradice la propia definición de la educación. Para educar a alguien tienes que poder imponerle algo que esa persona no quiere. Por una parte, los padres han perdido la autoridad respecto a los hijos. Pero, además, el Estado también está socavando el poder de los progenitores. Los niños necesitan modelos, una palabra que cada vez gusta menos, y lo que está claro es que el modelo no puede ser el Estado. Claro que los gobiernos saben que en las aulas están sus futuros votantes… —¿Podemos culpar a los intelectuales de haberse olvidado de la educación?—Muchas élites intelectuales han apoyado la nueva pedagogía basada en los valores y no en el esfuerzo, esa idea de que por estar en el aula se aprende, aunque sea por ósmosis, la idea de que lo más importante es la expresión de la personalidad del alumno. Podemos cuestionarnos si se trata de ignorancia, pero creo que lo hacen por conformismo político.

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