Trump le resta importancia a la filtración de los planes secretos de guerra: «Era un chat aburrido»

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Trump le resta importancia a la filtración de los planes secretos de guerra: «Era un chat aburrido»

Era el escenario perfecto para uno de esos momentos teatrales que Donald Trump solía dominar en su etapa como estrella de telerrealidad: un error grave, un responsable acorralado en un extremo de la sala, y él, desde el centro del poder, pronunciando su sentencia: «¡Estás despedido!». Pero el desenlace fue otro. El presidente actuó con inusitada contención, incluso con cierta benevolencia. «Siempre digo que hay que aprender de cada experiencia. Creo que fue muy injusto cómo atacaron a Michael. Es una buena persona», dijo Trump, evitando el castigo público que muchos esperaban.Michael es Michael Waltz , consejero de Seguridad Nacional, quien protagonizó un descuido poco habitual en su cargo: añadió por error a un periodista a un chat en la aplicación de mensajería encriptada Signal, en el que se discutían planes de ataque en Yemen . Trump zanjó el episodio con un gesto de protección: «No había información clasificada, según entiendo. Usaron una aplicación que mucha gente en el Gobierno y en los medios utiliza». Pulgar en alto: Waltz se queda.El propio Waltz, una figura habitualmente combativa, intervino brevemente para agradecer al presidente y defender su gestión, recurriendo a una mezcla de adulación y hipérbole: «Sólo quieren desviar la atención de estos dos meses de presidencia, que están entre los más exitosos de toda la historia». Aun así, reconoció que ha aprendido la lección: «Es mejor tener las reuniones en persona». Un comentario llamativo viniendo de un alto cargo de una Administración que ha impuesto el fin del teletrabajo como símbolo de retorno a la eficacia de lo presencial.Noticia Relacionada estandar Si Trump presiona a España para salir de Venezuela, pero salva a empresas de EE.UU. David Alandete | Corresponsal en Washington Pondrá aranceles del 25% a los que compren el petróleo de Maduro, pero Chevron puede seguir hasta casi junioLa mayor crisis de seguridad nacional de esta segunda presidencia de Trump ha derivado en una estrategia de contención por parte de la Casa Blanca, que ha evitado asumir responsabilidades. El foco se ha dirigido hacia el periodista Jeffrey Goldberg , editor de ‘The Atlantic’, quien fue añadido por error a un grupo de mensajes en Signal donde altos cargos del Gobierno discutían esos planes de ataque a Yemen.Para acallar rumores de despidos fulminantes, el propio Trump llamó a una cadena de televisión para defender a Waltz, asegurando que había aprendido la lección y que era «un buen hombre». Desde el Gobierno, el tono ha sido de ataque a los medios: el director de Comunicación, Steven Cheung , calificó el escándalo como «otra caza de brujas», en línea con la narrativa recurrente de deslegitimación de la prensa crítica con Trump.En paralelo, los jefes de Inteligencia comparecieron ante el Senado en una comisión agendada con antelación, donde fueron interrogados por senadores demócratas sobre su participación en el grupo de Signal. Tanto Tulsi Gabbard como John Ratcliffe admitieron haber estado en él, aunque negaron haber compartido información clasificada. Sin embargo, se reveló que en las conversaciones se habló incluso de la identidad de un agente de la CIA y que los mensajes se autodestruían, contraviniendo las normas de seguridad.El escándalo ha sacudido también al Congreso, donde los republicanos han optado por el silencio. El presidente de la comisión de Inteligencia, Tom Cotton, evitó referirse al incidente, mientras que los demócratas exigieron responsabilidades. Durante la audiencia se supo que uno de los asesores de Trump, Steve Witkoff, participaba en el grupo desde Moscú, mientras se reunía con Vladímir Putin .La comparación con el caso de los correos de Hillary Clinton , que dominaron la campaña de 2016, ha sido inevitable. En ambos episodios se manejó información sensible por vías no oficiales. Sin embargo, esta vez se trataba de un grupo en una aplicación comercial desde donde se coordinaban operaciones militares en tiempo real, con implicaciones de seguridad inmediata. Pese a la gravedad, Trump se ha limitado a minimizar el incidente y a proteger a sus colaboradores.Doble raseroEn cualquier caso, Trump está en modo de control de daños. Intentó restar importancia al escándalo del grupo de mensajes en Signal al insistir en que no se compartió información clasificada y que el periodista implicado «se salió pronto» del chat porque «le pareció aburrido». Según el presidente, no se trata en este caso de un asunto que deba investigar el FBI, sino de un problema técnico relacionado con la seguridad de las aplicaciones de mensajería. Es justo lo contrario de lo que defendía en el caso de los correos de Clinton.«No creo que sea un tema para el FBI. Es más bien una cuestión de si alguien puede acceder o no a esas conversaciones», dijo, antes de encargar a su consejero Waltz, recién salvado, una revisión de los sistemas utilizados.Lejos de apoyar una investigación formal, como ocurrió en su día con el uso de servidores privados por parte de Clinton, Trump ha sugerido que el interés mediático responde a un intento de restar valor a los «logros históricos» de su Administración. Se refirió a ‘The Atlantic’ como «una empresa fracasada» que busca relevancia, y señaló que el periodista implicado «se ha inventado muchas historias» y es «básicamente perjudicial para el país».Goldberg es el periodista que publicó en 2020 que, en un viaje a Europa, Trump rehusó visitar un cementerio militar porque consideraba que los soldados que se habían dejado matar eran «unos perdedores».

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