Se produce, en esta confrontación de las obras de un pintor extremeño con las de una veintena de artistas internacionales, una coincidencia asombrosa entre el gusto de los coleccionistas y el trabajo de un autor inclasificable e indómito; y la labor curatorial de David Cantolla y Rebekah Rhodes, que pone de manifiesto esa afinidad, es impecable. A partir de ahí, tendrá que ser el espectador el que averigüe qué sucede aquí: si nos basamos en esta exposición –son solo veinte artistas y la colección consta de 1.200 piezas– la Colección SOLO responde a unas inquietudes tan íntimas y particulares que me parecería obsceno y empobrecedor hablar de una ‘línea’ o ‘temática’. Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA ‘Entre dos patios’: Un acto de justicia en el Espai 10 Isabel Lázaro estandar Si CrÍTICA DE: ‘Lo tienes que ver’: La victoria cromática de la Fundación Juan March Carlos Delgado MayordomoHay una independencia, una voluntad propia; todas las colecciones deberían ser así, pero obviamente eso ya no sucede nunca: las grandes colecciones las hacen los ‘asesores’. Hay una prospección en el Expresionismo, hay una omnipresencia del cuerpo sometido a distorsiones insólitas…En el inicio fue Francis Bacon, que se encuentra representado con un pequeño cuadro; y Juan Barjola (1919-2004), artista, se nos dice, «fundamental en los orígenes de la Colección SOLO». En los años setenta Bacon influyó en una miríada de pintores, entre ellos Barjola; fue por tanto el padre de un movimiento, la Nueva Figuración –en el que solía haber un ingrediente ‘social’– y es un placer poder apreciar su influjo en algunas obras tempranas de Barjola, como ‘La contemplación del niño’ o ‘Sueño’, ambas de 1970, cuando el artista situaba figuras extrañas en espacios oníricos y angustiosos pero aún no había desarrollado esa característica pincelada violenta, rota («mi obra está sincronizada del choque de la curva con la recta», decía).Violencia y vejaciónTampoco es fácil definir a Barjola, cuya treintena de obras –la gran mayoría procedentes de su legado y por tanto poco conocidas– dialoga aquí con las pinturas, esculturas y vídeos de artistas mucho más jóvenes: «Considero que el artista debe reflejar la época en que vive, y más la nuestra, preñada en casi todas las latitudes del mundo de violencia, de vejación y otras lacras de la Historia. Una obra sin contenido queda reducida a la mitad, a un puro esteticismo», señaló.Y es evidente que retrató cuanto pudo la fealdad, la sordidez, la crueldad y la miseria del mundo; empero, su pintura ‘negra’ –negrísima, cuajada de burdeles y perros famélicos–, parece referirse siempre a la Extremadura Negra y subdesarrollada de la posguerra; incluso la obra de los felices y prósperos ochenta y noventa. Barjola vivía un trauma y por eso resulta tan inquietante la afinidad –e incluso, en ocasiones, la similitud pasmosa– que hay entre sus pinturas y las piezas de los jóvenes artistas de la Colección SOLO. El trabajo de los comisarios es simplemente mágico.Puntos de encuentro. En las imágenes, distintos detalles del montaje de esta muestra que vincula a Barjola con otros artistas de la Colección SOLO C. S.La colección, dice el texto curatorial, busca «ampliar los límites de la representación, la materialidad y la narración, [lo cual] enlaza directamente con la pasión de sus fundadores por Barjola». Y en esta exposición, dividida en capítulos que se corresponden con los principales temas del extremeño, «los cuadros y dibujos del artista se muestran junto a otras obras contemporáneas de los fondos de SOLO, desde esculturas cinéticas hasta piezas videográficas generadas con IA. En resumen, la muestra nos propone redescubrir a Barjola a través del prisma de la actualidad». Planteada pues como «un híbrido experimental en el que confluyen pasado y presente», en esta exposición abundan –sorprendentemente, ya que no puede negarse la pasión de los coleccionistas por el dibujo, la pintura y la escultura en sus dimensiones más expresionistas e incluso ‘salvajes’– los vídeos y fotos generados con IA, todos ellos tendentes a mostrar cuerpos híbridos, imposibles, fluctuantes: la metamorfosis constante del bailarín de Ulyss3s, la cabeza cambiante de Martina Menegon, la figura cuyos brazos parecen de un cuadro de Barjola de Cağrı Taşkın, o los luchadores que se funden en el vídeo de Adam Cole, Gregor Petrikovič y Asher Levitas. Junto a ellos, piezas gráficas como las de David Lynch o los cuerpos generados con IA de Mario Klingemann. ‘Barjola, un retrato apócrifo’ Colectiva. Colección SOLO Independencia. Madrid. Plaza de la Independencia, 5. Comisarios: David Cantolla y Rebekah Rhodes. Hasta finales de año. Cuatro estrellas.Mucha escultura sobresaliente: el extrañísimo busto de David Altmejd, el ejecutivo con cabeza de pelícano de Stephan Balkenhol, las cerámicas de Lusesita y Joakim Ojanen, la escultura inflable de Ken Sortais… Pinturas destacadas de autores nacidos casi todos en los setenta, como Tomoo Gokita, Emilio Villalba, Aaron Johnson, Eva Alonso, Daniel Maczynski o Paco Pomet, y dibujos como los de Siro Cugusi … Y el alma de Barjola está, increíblemente, en todas las piezas.

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